Cuando Guy Williams llegó a Buenos Aires en 1973, lo hizo para una breve visita promocional. El público lo recibió como a un héroe real: las calles se llenaron de niños disfrazados de Zorro, las madres lo aplaudían desde balcones y los teatros se colmaban para verlo en persona. “En Argentina me siento en casa, la gente me da un cariño que no encontré en ningún otro lugar”, confesó entonces.
Tanto que, en 1978, ya instalado en un departamento de Recoleta, decía que su lugar en el mundo estaba aquí. Sin embargo, once años luego, el 6 de mayo 1989, una semana luego de parecer, su cuerpo fue hallado sin vida y en soledad en ese mismo hogar.
Desde entonces, los enigmas sobre su vida y su muerte siguen cabalgando como su legendario personaje.
I. EL AMOR QUE SE ESCONDIÓ ENTRE SOMBRAS

Llegó a Buenos Aires siendo un ídolo mundial y, aunque los aplausos lo rodeaban, su corazón parecía guardar secretos imposibles de descifrar. Desde su primer desembarco en 1973, la ciudad lo fascinó: lo sedujeron los asados, las caminatas por la calle Corrientes. visitar los teatros y el tango, que escuchaba en cafés de madrugada, sentado horas solo o acompañado de amigos. Rumores sobre romances con actrices argentinas o extranjeras circulaban, pero Williams nunca hizo pública su vida amorosa, si bien se fueron conociendo particularmente de tres relaciones: con la actriz Araceli Lisazo, a quien conoció en 1978; con la ex Miss Argentina Johanna Fonseca, a inicios de los Ochenta, y con Patricia Goodliffe, empleada de la casa de cambio Puente Hermanos, en 1984.
“Era un caballero que prefería la intimidad antes que los flashes”, recordaba una amiga que compartió largas charlas con él en Palermo y Recoleta. Precisamente dentro de su departamento de Recoleta, rodeado de fotografías de Hollywood y recuerdos de viajes, parecía un hombre entregado a su público más que a sus afectos personales. Cada paseo, cada saludo a niños disfrazados de Zorro alimentaba su leyenda, manteniendo intacta la barrera entre su corazón y los ojos curiosos de la prensa. Esa discreción convirtió su vida amorosa en un misterio que aún despierta preguntas: ¿realmente tuvo un gran amor en Buenos Aires o eligió permanecer solo por convicción y respeto al personaje que lo hizo famoso?
II. LA FORTUNA QUE DESAPARECIÓ ENTRE SECRETOS Y SILENCIOS

A pesar de su éxito en Hollywood, la fortuna de Williams en Argentina se convirtió en un enigma. Aunque sus contratos con Disney y otros estudios deberían haberle asegurado comodidad de por vida, al momento de su muerte se encontraron cuentas modestas y propiedades limitadas. Cercanos al artista recuerdan que hacía viajes frecuentes a Estados Unidos para enviar dinero a sus hijos, pero que en Buenos Aires llevaba una vida discreta. “Nunca fui un hombre de lujos; mi mayor riqueza es el cariño del público”, solía repetir.
Se habla de inversiones que no prosperaron y de objetos personales que desaparecieron con los años, generando intriga sobre su verdadero patrimonio. Sus pertenencias incluían fotografías de Hollywood, recuerdos de giras y regalos de fanáticos, pero nada que delatara un estilo de vida ostentoso. Durante las giras de circo por el interior, sus compañeros notaban que se preocupaba más por la relación con la gente que por el dinero que podía ganar. Esa paradoja -ser un héroe de fama mundial con una vida económica discreta- alimentó la leyenda de su misterio y abrió interrogantes: ¿había más riqueza de la que se sabía, o eligió vivir con moderación, lejos de los focos?
III. LA NOCHE FINAL QUE NADIE PUDO RECONSTRUIR

Lo cierto fue que el 6 de mayo de 1989 una vecina percibió mal olor frente al semipiso que el norteamericano de 65 años habitaba. Avisó al encargado, quien llamó a la policía, que forzó la entrada y encontró a Williams muerto a causa de otro aneurisma que había acabado con su vida el 30 de abril, una semana antes. «Estaba solo, tirado al lado de su cama, con el ambiente todo oscuro», afirmó una testigo. No había signos de violencia, pero las horas previas a su muerte permanecen envueltas en misterio.
Vecinos y allegados se preguntaban quién fue la última persona que lo vio con vida y si recibió alguna visita inesperada. Si bien algunos aseguran habérselo cruzado caminando por la ciudad, saludando a fans, se insistía en que solía pasar largas horas solo en su departamento. Lo cierto es que esa particular combinación de soledad, fama y el cariño constante del público convirtió a su último día en un enigma. Preguntas sobre sus últimos movimientos y decisiones siguen alimentando la leyenda del hombre detrás de la máscara de El Zorro.
IV. HERENCIA ENTRE SOMBRAS Y SUSURROS

Tras su fallecimiento, la herencia de Guy Williams se convirtió en un rompecabezas legal que atrapó a familiares y allegados por años. Sus hijos comenzaron disputas con personas cercanas por propiedades, objetos de colección y derechos de imagen. “Papá amaba Argentina, pero dejó todo muy desordenado”, confesó uno de ellos. Los documentos y objetos se dispersaron durante las negociaciones judiciales, y algunos coleccionistas sostienen que piezas valiosas desaparecieron sin dejar rastro.
La situación se complicó por la combinación de leyes argentinas y estadounidenses, que exigieron años de trámites y apelaciones. Los testigos recuerdan reuniones tensas, discusiones sobre contratos y fotografías que no aparecían. Esa disputa convirtió a la herencia en otro misterio que sobrevive junto a su figura: aunque los bienes se repartieron, muchos detalles nunca se aclararon y aún se especula sobre su verdadero contenido y destino.
V. EL EXPEDIENTE QUE NUNCA LOGRÓ SILENCIAR EL MISTERIO

La muerte de Guy Williams generó una investigación judicial que se extendió durante tres años. La justicia porteña abrió un expediente para descartar cualquier hipótesis de homicidio y realizó peritajes, entrevistas a vecinos y estudios toxicológicos. Los detalles, aunque archivados en 1992, aún despiertan curiosidad. “Era un hombre vital, cuesta creer que se haya ido así, de golpe”, recordó un amigo cercano de Guy. El mal estado en que se encontraba su cuerpo, dijeron, obstaculizó una teoría más certera,
Aunque la investigación se cerró oficialmente bajo la carátula de «muerte natural», nunca pudo descartarse completamente que alguien con motivos ocultos pudiera haber intervenido. La demora en el expediente, los vacíos de información y las anécdotas contradictorias dejaron abiertas dudas que no lograron resolverse. Para muchos, esa investigación tardía y parcial refuerza el halo de misterio que rodea al protagonista de El Zorro, un hombre cuya vida y muerte se entrelazan con la ciudad que lo acogió y los fans que aún lo recuerdan con cariño y asombro.
Fotos: Archivo Atlántida y redes sociales