Casi cuatro décadas después de su desaparición, se logró resolver uno de los casos más desconcertantes de los años ochenta. Diego, un joven estudiante y deportista de 16 años, fue identificado como la persona cuyos restos óseos fueron encontrados recientemente en el jardín de un chalet del barrio porteño de Coghlan. El mismo inmueble que, años después, sería alquilado por el músico Gustavo Cerati, lo que despertó el interés público por el caso.
El hallazgo fue realizado por obreros que trabajaban en una remodelación. Bajo apenas 60 centímetros de tierra encontraron fragmentos de huesos humanos junto con objetos personales que permitieron avanzar en la identificación. La investigación estuvo a cargo del fiscal Martín López Perrando y del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), quienes confirmaron que se trataba de más de 150 piezas óseas. Entre los elementos encontrados había una suela de zapato número 41, un reloj Casio CA-90 con calculadora, una moneda japonesa de 5 yenes, un llavero naranja con una llave, y un corbatín escolar azul, desgastado por el uso.
Descubren la identidad del joven enterrado hace 40 años en un chalet que alquiló Gustavo Cerati
Estos objetos fueron fundamentales para que la familia de Diego comenzara a sospechar que podía tratarse de él. Su sobrino, al conocer la noticia, relacionó la información con la historia familiar y se puso en contacto con las autoridades. Finalmente, una prueba de ADN realizada a la madre del joven confirmó la identidad de manera concluyente: los restos correspondían al adolescente desaparecido en 1984.
Diego era un alumno aplicado, cursaba estudios técnicos en la ENET N.º 36 y jugaba al fútbol en el club Excursionistas. El 26 de julio de 1984 fue visto por última vez en la esquina de Naón y Monroe, a pocas cuadras de su casa. Ese día, luego de almorzar con su madre, le pidió dinero para tomar el colectivo, pero nunca regresó. Cuando sus padres fueron a la Comisaría 39, se negaron a tomar la denuncia bajo el argumento de que “se había ido con una chica”. Ese destrato marcó el inicio de una larga búsqueda que incluyó entrevistas en medios gráficos y la pegatina de panfletos durante años.
Según el análisis forense, Diego fue asesinado de una puñalada que dañó su cuarta costilla derecha. Luego, su cuerpo fue parcialmente mutilado con un serrucho, aunque no lograron desmembrarlo por completo. El hecho de que sus restos hayan sido enterrados a tan poca profundidad sugiere que los responsables actuaron con apuro y desorganización, dejando evidencia vital junto al cuerpo.
El padre del joven, Juan Benigno, murió sin conocer la verdad. Siempre sostuvo que su hijo había sido raptado por una secta. Su madre, ya anciana, recibió la confirmación acompañada por sus otros dos hijos, quienes nunca dejaron de buscar justicia.
Aunque el crimen está prescripto, la Fiscalía planea interrogar a los antiguos propietarios del chalet: una mujer de avanzada edad y sus dos hijos, de apellido Graf. Las autoridades esperan que puedan aportar información sobre quiénes estaban en la vivienda en el momento del crimen.