Tras siete meses electorales y fallecido el expresidente José Mujica, que no dejó de incidir fuertemente en todo ese tiempo, es hora de empezar.
Como reclamó Ortega y Gasset a los argentinos hace 80 años, hoy podríamos aplicarlo a nosotros: “¡…a las cosas, a las cosas!”. “Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos”, advirtió a los vecinos el filósofo español. Parecido podría decirse aquí: déjense de cuestiones y ambiciones personales, de tiempos de revancha y “reparaciones” y de justicia chueca o renga. Dejemos de inventar y construir relatos.
Respetemos lo que efectivamente dicen y quieren los uruguayos. Según el escrutinio primario de las municipales la mitad de los uruguayos (el 50%, 5 de cada 10) votó a blancos, colorados, a “republicanos”, y un 10% más no respaldó al gobierno, -la coalición de izquierda-, votó en blanco, anulado o no apoyó a ningún candidato a intendente. Seis de cada diez, entonces: esa es la “vox Dei”. Algo así fue en octubre. Y lo mismo con el plebiscito por la reforma jubilatoria.
El balotaje fue una especie de penca aislada; un regalo enancado en una mirada corta, alimentado por la arrogancia y el cálculo a futuro y una burrada monumental. Los partidos democráticos no presentaron una opción creíble para todos quienes querían seguir y no arriesgarse a un cambio.
Los números son inapelables. Eso es sin discusión lo que dice la sociedad, ese es el reclamo social. Votó el 84%, más representativo difícil, y controlados por la Corte. No está bien ni es bueno desvirtuarlo con llamados al “diálogo social” convocando a las organizaciones de la sociedad civil, (¡cómo han changado con esto los progresistas!). ¿A quiénes: al Pit-Cnt, a los popes de la Udelar, a cuanto sello anda por ahí? Será un monólogo “a piacere”, pero que nada tiene que ver con las verdaderas cosas.
El oficialismo retrocedió, incluso, en sus bastiones tradicionales. Fue poco, sí, pero estancados. Y perdió en el resto del país. En todos los departamentos, y que no hablen de Río Negro y eventualmente Lavalleja otro regalo imperdonable, producto de la compadrada y la miopía. En ambos depar- tamentos colorados y blancos uni- dos hubieran ganado sin hesitación alguna. Todo por cosas menores, por interés personal y por soberbia o fanatismo.
A los blancos les convendría bajarse un poco del caballo y analizar sin preconceptos, sin creerse dueños de un capital electoral de ocasión que es muy volátil y va de aquí para allá. Los colorados por su lado deberían estar muy preocupados por el partido, y no por ser “líder”. Líder de nada. De qué sirve serlo de un partido que recibió menos del 15% de los votos. En todo el país.
El gobierno, por su lado, debería afinar la puntería. Hasta ahora ha transitado por un camino muy pedregoso, que preocupa y asusta y que no lo arregla sino que lo empeora el insólito anuncio de Sánchez ni la compra de la estancia (¡qué temita!). No son los dueños del país ni de la plata de los uruguayos y además, como todos, deben pagar los impuestos. Es una seria responsabilidad la del presidente, al que se le ha visto solo o demasiado acompañado y además no muy bien asesorado. Se le fue Mujica y su aporte, ahora el presidente tendría que ir por las cosas.
No tiene más remedio.
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