Mientras muchos lo vinculan automáticamente con el mundo del modelaje por ser hijo de Valeria Mazza, Tiziano Gravier eligió otro camino. Su vida transcurre, en buena parte del año, entre montañas, nieve y competencias. Es que el joven de 22 años se dedica profesionalmente al esquí y, lejos de la pasarela, se convirtió en una de las grandes promesas argentinas de la disciplina.
Por estos días, Tiziano Gravier divide su tiempo entre el hemisferio sur y el norte: pasa gran parte del año en la Patagonia, entrenando entre Bariloche y el sur de Chile, y los meses de invierno europeo compite en distintos países, representando al país en torneos internacionales. En 2024 logró uno de los mayores hitos de su carrera: se consagró Campeón Sudamericano.
Su vínculo con la nieve nació desde la infancia. “Arranqué a esquiar a los 13 años porque a mis padres les encantaba ir de vacaciones a la nieve. Así que arranqué en escuelitas, en Bariloche. Y arranqué a competir a los 8 años, porque a mi hermano más grande, Balthazar, le ofrecieron ir a una competencia. Le gustó mucho y encima le fue muy bien, entonces empezó a hacer más competencias. Y yo, como era el hermano más chico, me sumé atrás de él”, recordó en diálogo con Gente.
De a poco, aquel hobby familiar se transformó en un proyecto profesional. “De a poco empezamos a hacer más competencias los dos. Yo siempre acompañaba a él, era un hobby al principio. En todas las categorías, desde menores de 8 hasta menores de 16 años, fui campeón nacional”, contó. Ese crecimiento constante lo llevó a ponerse metas cada vez más altas.
“Cuando tenía 15 años me di cuenta que podía ir a los Juegos Olímpicos de la Juventud, en Lausana en 2020, a representar a mi país. Ahí fue la primera vez que me puse como un objetivo un poco más fuerte, desde tres años antes de esos Juegos me preparé para ir hasta que lo conseguí”, recordó el hijo de Valeria Mazza, que en ese proceso comenzó a competir en circuitos internacionales.
La carrera deportiva lo obligó a un ritmo de vida muy distinto al de su familia. “Por suerte, mi familia me acompañó muchísimo durante todos los años, especialmente en la adolescencia, cuando tenía que viajar mucho por el Sur, entre Argentina y Chile. Y después en la temporada del hemisferio norte, que va desde noviembre hasta abril, tenía que viajar también un montón”, explicó.
Con un presente consolidado y proyección internacional, Tiziano Gravier cerró el año con orgullo. “Este año, obviamente, estaba muy preparado, hicimos una buena pretemporada, tenía el objetivo de ser campeón sudamericano, y estoy muy contento que se dio”, celebró. Y ya piensa en lo que viene: “La Copa arrancó a principios de agosto y terminamos fines de septiembre, así que fueron dos meses en los que tuve 22 competencias, y muy contento de finalmente ser campeón y mejorar muchísimo mi ránking mundial. Y ahora a prepararme para lo que se viene en el hemisferio norte”.
De este modo, el hijo de Valeria Mazza demuestra que la constancia también se hereda: mientras ella brilló en las pasarelas, él deja su huella en la nieve, representando a la Argentina con orgullo y disciplina desde lo más alto de la montaña.