A un año de Sheinbaum, el poder político aún es un reto para las mujeres en América Latina

Bloomberg Línea — La hegemonía del poder sigue siendo masculina y, en buena medida, las aspiraciones presidenciales de las mujeres continúan supeditadas al “padrinazgo” de los hombres, como sucedió con la mandataria de México, Claudia Sheinbaum, según expertos consultados por Bloomberg Línea.

Este lunes 2 de junio se cumplió un año de la victoria de Sheinbaum en los comicios presidenciales, quien se convirtió en la primera mujer en lograr esta hazaña en México y la octava en ser elegida como jefa de Estado en toda Latinoamérica.

Las demás fueron Violeta Barrios en Nicaragua (1990-1997), Mireya Moscoso en Panamá (1999-2004), Michele Bachelet en Chile (2014-2022), Cristina Fernández en Argentina (2007-2015), Laura Chinchilla en Costa Rica (2010-2014), Dilma Rousseff en Brasil (2011-2016) y actualmente Xiomara Castro en Honduras (2022- actualidad).

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En el triunfo de Sheinbaum confluyeron factores como las modificaciones a la Constitución de México para garantizar la paridad de género en la política —llevada a cabo en tres momentos: 2014, 2019 y 2020— y el capital político construido por el expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que luego fue heredado a Sheinbaum, dice Georgina Cárdenas Acosta, investigadora posdoctoral del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

“No importaba quién fuera la persona candidata, la escogida por AMLO iba a ganar”, dice a Bloomberg Línea. “Morena es un partido que tiene amplia aceptación en la base social del país y para eso habían estado trabajando los últimos seis años”.

Tanto peso tuvo la decisión de AMLO que la oposición, encabezada por el Partido Acción Nacional, también designó a una mujer como candidata, Xóchitl Gálvez, de acuerdo con la experta.

“Lo sucedido en las elecciones no necesariamente significa que seamos un país que discrimine menos a las mujeres”, dice Cárdenas Acosta. “En México, entre nueve y 11 hombres se vuelven feminicidas a diario”.

Ahora bien, que Sheinbaum haya vencido y doblado en votos a Gálvez también tuvo que ver con su atractivo perfil político, comenta la experta, y otros conocedores latinoamericanos coinciden en ello.

Santiago Carranco, coordinador del laboratorio de relaciones internacionales de la Universidad Internacional del Ecuador y miembro Foro Permanente de Política Exterior en el país, asegura que el perfil de Sheinbaum es especialmente llamativo, no solo desde lo académico, sino desde lo político.

“Sheinbaum es científica, tiene bagaje político y recibe el respaldo de Morena, esos aspectos la impulsaron y le permitieron llegar a la presidencia de México”, dice el experto a Bloomberg Línea.

Lo mejor, sin embargo, es que la imagen de Sheinbaum no se ha visto desgastada durante sus primeros meses de administración.

Una encuesta adelantada por AtlasIntel para Bloomberg News y publicada el 28 de abril, evidencia que el 67% de los mexicanos aprueba la gestión de Sheinbaum, superando el 64% de AMLO. Además, creció en cinco puntos porcentuales en comparación con marzo.

“Nos hemos dado cuenta también de que los índices de aceptación y popularidad de Sheinbaum son bastante altos todavía”, dice Carranco. Y la favorabilidad estaría relacionada, hasta cierto punto, con el manejo que le ha dado a las amenazas arancelarias de Donald Trump.

Manuel Camilo González, politólogo e internacionalista de la Pontificia Universidad Javeriana en Colombia, también hace un análisis en conversación con Bloomberg Línea. A su juicio, pese a que AMLO respaldó a Sheinbaum, no interfirió en su agenda política, y esa fue la clave.

“Se debe reconocer que, durante la campaña presidencial, AMLO dejó ser a Sheinbaum, es decir, no le dijo qué hacer, sino que le permitió a la candidata mostrar una agenda con su propio sello”, dice el experto.

Para González, el éxito de Sheinbaum también guardó relación con poner una problemática como la violencia contra las mujeres en la agenda pública, con un plus, que fue posicionada precisamente por una mujer y no por un hombre.

El ‘caso’ Sheinbaum no se repitió en Ecuador

Luisa González, que participó en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador el pasado 13 de abril, no pudo seguir los pasos de Claudia Sheinbaum en México, quien la respaldó en una de sus conferencias de prensa, pese a que contaba con el apoyo de un representativo partido de izquierda del país, Revolución Ciudadana, y el capital político del expresidente Rafael Correa.

Aunque el escenario de González, en teoría, era similar al de Sheinbaum, los analistas plantean que debe ser analizado a partir de los matices.

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“Si bien es cierto que Luisa González tiene una trayectoria política trabajando muy de cerca con Rafael Correa y, a su vez, ocupó una curul dentro de la Asamblea Nacional, no tiene ese misticismo, esa personalidad, que sí tenía la candidata Sheinbaum», dice Carranco.

A ello se suma que en la apretada antesala de la segunda vuelta, González, a diferencia de su contendiente, el presidente Daniel Noboa, no concentró esfuerzos en atraer votantes en grupos poblacionales como los adultos mayores y los jóvenes de 16-18 años, que tenían la opción de sufragar, según el analista.

Por otra parte, el experto González sustenta que el respaldo de Correa le pudo haber restado apoyo a la candidata. La razón: aunque el “correísmo” tiene muchos adeptos, también contradictores.

“Rafel Correa tiene niveles de rechazo más altos en Ecuador que AMLO en México, lo que determinó que el padrinazgo de Luisa González fuera menos efectivo que el de Sheinbaum”, dice el experto González.

En ese sentido, en una suerte de “abrazo de oso”, Correa terminó contagiando con la parte de su “mala imagen” a González.

Pero no se puede dejar a un lado el punto de vista de los votantes, conforme con Gabriela Rosas, abogada, asesora política, internacionalista y docente de la Universidad Internacional SEK en Ecuador.

Rosas compartió con Bloomberg Línea una investigación en la que está trabajando y se enfoca en el nivel de participación política de la mujer en el Poder Ejecutivo.

Rosas dice que “en Ecuador, las mujeres no han tenido la capacidad de constituirse como un símbolo que deje una huella en la memoria del electorado, por tal motivo, no han sido consideradas al momento de elegir a una persona para cargos» de la función ejecutiva.

La experta también plantea que las mujeres ecuatorianas tienden a votar más por los hombres que por personas de su mismo género debido a tres razones: la primera, que en Ecuador todavía predomina una estructura cultural de carácter androcéntrico; la segunda, que las mujeres no tienen tanta experiencia en la esfera política “consecuencia de las desigualdades estructurales presentes en el Estado ecuatoriano”.

En tercera instancia, Rosas dice que “los ciudadanos votan por una figura política, más no por un partido o su plan de gobierno”, con una agravante, las mujeres no han tenido mayor representación simbólica en el poder.

Sheinbaum, ¿un ejemplo para la región?

Cárdenas Acosta, la investigadora de la Unam, considera que la presidenta Sheinbaum puede ser un referente en otros países de Latinoamérica que puedan “darse la oportunidad” de elegir a una mujer en el Poder Ejecutivo. Sin embargo, cuestiona algunas decisiones de su administración.

“De un lado, crea la Secretaría de las Mujeres, y del otro, deja que sea liderada por una mujer que es simpatizante con causas de las mujeres, pero que no es especialista ni una feminista reconocida en el tema”, dice.

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Más allá de Sheinbaum, la experta reconoce los avances en términos de paridad política en México, toda vez que sumó su tercer Congreso paritario, si bien dice que todavía hay mucho por hacer.

“La hegemonía del poder sigue siendo masculina porque, por ejemplo, en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores difícilmente hay mujeres que sean representantes de sus partidos políticos, entonces esas decisiones siguen siendo tomadas por hombres», dice Cárdenas Acosta.

González, el politólogo de la Javeriana, plantea algo similar, solo que en el contexto colombiano. En el país, las listas al Congreso deben estar conformadas como mínimo en un 50% por mujeres, siempre que tengan cinco curules (o más), y 30% si tienen menos de esta calidad. Pero eso no necesariamente se traduce en poder de decisión.

“Los clanes políticos se adaptan a los tiempos y permiten que las mujeres ingresen a la política, pero bajo una vigilancia muy importante de los hombres que las apadrinan”, dice González.

Carranco, que reconoce el “gran manejo diplomático” de Sheinbaum durante su mandato, en especial frente a las amenazas arancelarias de Trump, y, por otra parte, la reducción de brechas de género en la región, debido a los instrumentos institucionales para garantizar la participación política de la mujer, dice que la atención también debe concentrarse en otra parte.

“Está el tema del votante”, dice el experto ecuatoriano. “Todavía hay machismo. No te lo puedo decir con datos específicos, pero sí puede existir una hipótesis de cómo el hecho de ser mujer termina afectando dentro de unas elecciones”.

El panorama regional está en sintonía con el internacional. Solo en 25 países las mujeres se desempeñan como jefas de Estado o de Gobierno, según ONU Mujeres. “Al ritmo actual, la igualdad de género en las más altas esferas de decisión no se logrará por otros 130 años”, dice el organismo.