Abril y Zoe sonríen y no paran de hacer piruetas. Están en uno de los lugares que más felicidad les da: una carpa de circo, más específicamente, la del Servian, en Pilar. Si bien están habituadas a estos espacios porque ambas estudian Artes escénicas y Circo en la Universidad de San Martín, ésta es la primera vez que harán un espectáculo acompañadas de su abuelo, Alberto Cormillot (86), quien las acompañará con piruetas en el aire mientras ellas hacen destrezas en sus monociclos.
Con un sello Cormillot en las facciones, las gemelas, de 25 años, no descansan. Hacen verticales, se suben a su vehículo de una rueda, se tientan cuando alguna tropieza en medio del ensayo. Alberto está feliz: hace tiempo hace tap y aéreo y este año, hace menos de 15 días, fue a ver al conocido circo y surgió una idea disparatada, sumarse con un acto. «Me dijeron que habían visto lo que hacía y se me ocurrió esta locura pero quise hacerla con Zoe y Abril, ellas se dedican al circo y qué mejor que estar en escena con mis nietas», cuenta a Revista GENTE después de hacer una pasada en la carpa vacía.
«El primer ensayo fue el martes pasado. ¡Una locura!», dicen las nietas del famoso doctor al unísono. Y suman: «Él sabe que nos encanta toda la parte artística, entonces en el momento en que él tuvo la la oportunidad lo primero en que pensó fue: `Que estén mis nietas, que encima se dedican a esto´y nos dijo: `Che, ¿están para hacerlo?´… Y nosotras: `Obvio que sí´. Al abuelo lo seguimos siempre a todos lados. Pero justo en este caso fue una carpa de circo que nos atrae mucho a nosotras».
Los ensayos terminaron y hoy, a las 15, y a las 18, habrá dos funciones especiales que, además del espectáculo de El Servian, contarán con la presencia de Alberto, Abril y Zoe Cormillot y también, entre los espectadores, habrá 50 chicos que esperan ser adoptados.
Zoe, la circense que supo estudiar medicina

Si bien su parecido físico es innegable y sus gustos van por caminos similares, entre ellas reina la armonía. Y, de alguna manera, aparecen las diferenciaciones. «Cuando terminé el colegio me corté el pelo y dije: `Esta es la forma de diferenciarme´. Igual me gustó», dice Zoe, quien antes de anotarse en Circo hizo dos años de medicina y, tras una conversación con su abuelo donde le comentó lo que le sucedía, decidió dedicarse cien por ciento al arte. «Me dijo que algo ya sabía porque mi papá le había contado y me re entendió y aceptó.
«Bueno, vos con tal de mantenerte activa y que hagas todo lo que te guste, pero que lo hagas va a estar todo bien», le dijo.
Los Cormillot tienen ese gen en la sangre: el padre de Alberto era músico y Alberto, a los 69 años, se animó a hacer tap y después empezó con el aéreo y el tango. Desde hace años que organiza espectáculos donde muestra sus avances. Hace uno por año y muchas veces suma a sus nietas.
«En esos dos años, entrenaba un montón. Nosotras hacemos circo desde los 5 años, también ballet, tap, danza. Amamos», explica Zoe. Y fue en esa experiencia de hacer las cosas en que un día se dejó llevar por lo que realmente la identificaba. «Estoy en cuarto año, el último, de la Licenciatura en la UNSAM», dice sentada al lado de la tienda de pochoclos y manzanas caramelizadas del Servian.
Ahora, después de participar en obras menos conocidas, es parte de la obra Fulanos, en el Konex, un desafío que también la tomó por sorpresa. Tuvo que reemplazar a otra artista que se fue a hacer temporada a China y, en un mes y medio, ya estaba en escena. «Me convocó Gerardo Hochman, director de la obra y también de la carrera», detalla.
Abril, la heredera de Alberto y Adrián Cormillot

El camino de Abril fue un poco distinto. A ella también le gustaba el circo pero de alguna manera el legado familiar le tiró. En 2022 se recibió de nutricionista y, después de un viaje de seis meses por Europa, siguió los pasos de su padre, Adrián, y de su abuelo. Hoy trabaja en la clínica Cormillot y es parte del panel de Cuestión de peso.
«Soy la que sigue la línea. Además los tres tenemos nombres que empiezan con la letra A», dice entre risas.
Y explica: «Crecí rodeada de todo esto. Igual todo lo que es la nutrición, un poco me interesaba… Al momento de elegir una carrera, decidí Nutrición y cuando empecé me gustó».
Ahora trabaja en la clínica familiar y en la tele pero no se cruza mucho con su abuelo. «En el trabajo comparto la institución, pero no nos cruzamos tanto. Él está trabajando en su oficina o va y viene porque tiene un montón de trabajos. Entonces, es difícil cruzártelo, pero cuando te lo cruzás siempre te tira alguna enseñanza o te pregunta algunas cosas», cuenta Abril.
Pero el arte seguía latiendo en su sangre y fue su hermana quien la fue a buscar para retomar lo que habían arrancado juntas. «Le dije que viniera a hacer Circo que le iba a encantar», cuenta Zoe. Y así fue, ahora Abril cursa el segundo año en la Universidad pero, para diferenciarse de Zoe, hace la especialización en Báscula (un subibaja del que el acróbata sale volando).
«Estudiar circo es como estudiar artes o teatro. Quizá suena diferente, pero es parecido. Hay materias prácticas, como trapecio, cuerda, tela… y teóricas, como cultura, historia del arte y otras que están enfocadas en cómo producir eventos y demás», dice.
Y explica, sobre cómo es el la carrera: «Hay un examen práctico y teórico. Te van viendo cómo entrenas por un mes, vas teniendo clases de danza, teatro, circo, vertical y también está la parte de escritura académica en la que te hacen resumir textos como para que tengas cierta base teórica bien plantada porque después hay que hacer una tesis».
No es fácil: de 130 personas solo entran 40 por año.
Zoe y Abril, la ventaja de ser iguales pero distintas y cómo es ser nietas de Cormillot

Más allá de estar habituadas a verse reflejadas la una en la otra, hay veces que el tema de los egos empieza a jugar, sobre todo porque estudian lo mismo.
«Poder compararte con alguien que es exactamente igual a vos es inevitable. A veces te surge la pregunta de por qué ella puede hacer dos vueltas o saca un flic flac antes que yo. Pero nunca generó conflicto en nuestra relación. Es como que fue algo más interno de cada una», dice Zoe.
Y Abril observa: «De hecho, ayudaba mucho a la otra. Generalmente a una le sale un truco y a los días le sale a otra. Y como conocemos nuestro cuerpo nos damos tips. Nos pasó toda la vida, quizá una camino antes y la otra al poco tiempo, pero la que caminó primero se dio mil golpes y la otra nunca se cayó».
Sobre cómo es Cormillot fuera del personaje mediático, las dos coinciden: «Es un tierno. Nos conectamos mucho en lo artístico. Siempre compartimos videos más de coreografías o música que nos gustan o de espectáculos. Es una persona muy sabia, así cómo sabe aconsejar a todo el mundo, uno va con un problema y da buenos consejos».
Además, dicen, está informado y se actualiza y… como todos ven está hecho un pibe. En el espectáculo del Servian no solo hace unos pasos de tango sino que pasa gran parte de su acto colgado de un arnés.
«Cuando empezó a dedicarse más al arte, cada año empezaba con cosas distintas. Empezó con tap, después siguió con tango, después em un momento dijo que quería hacer patín. Esa se la bajamos porque dijimos que era medio peligroso», recuerdan.

Pero la búsqueda siguió y surgió la idea de hacer aéreo. «Le dijimos: `Abuelo, estás loco», pero vimos que lo estaba haciendo de una manera muy buena y que lo entrenaba, tenés que tener mucha fuerza abdominal para sostenerte», revelan sobre el momento en que el Doctor comenzó con las piruetas en el aire. «Le compramos un casco. Pero nunca se lastimó, si lo hizo fue por tropezarse con una ramita», suman.
Más allá de agarrarse la cabeza con las locuras de su abuelo, que este año cumple 87 años, Abril y Zoe dicen que están todos curados de espanto. Otra de las anécdotas familiares que traen es cuando quiso hacer danza clásica. «Apareció con medias cancán y unas calcitas, todo apretadito y le dijimos que no lo hiciera, que era un montón», dicen entre risas.
Algo parecido les pasó cuando se enteraron de que iban a tener un tío hace cuatro años. «Fue una noticia movilizante, pero mientras la familia esté unida y todo, está buenísimo», opinan sobre la llegada de Emilio, el hijo de 3 años de Cormillot y Estefanía Pasquini.
«Es como el sobrinito que por ahí no llegue. Es un nuevo niño en la familia, nuestra hermanita creció (tiene 10) y vuelve a traer esa niñez a la familia que ya no estaba. Está bueno, viste el día del niño se resignifica, después de vuelta a la Navidad, con Papá Noel», cuentan sobre lo que trajo la llegada de Emilio.
Aunque según confiesan, este año, están un poco desconectados. Ellas viven con su mamá. «Lo bueno de estas cosas locas del abuelo es que nos reúnen a todos», dicen entre risas. Y también se preguntan si ellas heredarán su longevidad.
Fotos: Chris Beliera.