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Abusaron de ella, tuvo una hija a los 12 y 38 años después comparten la primera Navidad juntas: «¿Fuiste una niña feliz?»

María Laura Cancino (38) vive en La Banda, Santiago del Estero, y desde chica sintió que algo en su historia no cerraba. Miraba a su familia y se veía distinta. Sus hermanos eran rubios, tenían 18 años cuando ella nació y nunca encontró una foto de su mamá embarazada.

Cuando Laura tenía 22 años, su papá Carlos le confesó la verdad antes de morir: “Sos adoptada”. Necesitó siete años para armarse de valor y comenzar su búsqueda. Durante años, Laura recorrió hospitales, preguntó en archivos, pegó carteles con su foto y trató de reconstruir su historia sin éxito.

Hasta que en 2023 decidió ir a la oficina de Derechos Humanos en Santiago del Estero. “Fue todo muy mágico”, explica. Si bien la búsqueda fue rápida, tuvo sus obstáculos. Una mujer de Buenos Aires se comunicó con ella, asegurando ser su mamá. “Pensaba que era mi mamá y quería llevarme para allá”, recuerda.

En Derechos Humanos le advirtieron que podía ser falso. “Me dijeron que hay veces que hacen eso por trata, que tenga cuidado». Y tenían razón, no era su mamá. Sin embargo, la abogada del equipo tenía un indicio de una mujer que vivía en un campo en Colonia El Simbolar.

María Laura Cancino tenía dos días de vida cuando la entregaron a sus papás adoptivos, Marina y Carlos, en Santiago del Estero. María Laura Cancino tenía dos días de vida cuando la entregaron a sus papás adoptivos, Marina y Carlos, en Santiago del Estero.

Le hicieron el ADN a Laura y el resultado fue contundente: 99.9%. No había dudas. Cuando personal de la oficina de Santiago del Estero le golpeó la puerta, Cristina ya sabía que se trataba de su primera hija. Accedió a conocerla porque es creyente y sentía, que por alguna razón, Laura volvía a su vida.

Esta es la primera Navidad que madre e hija comparten juntas, 38 años después.

La infancia robada

Cristina (51) también es adoptada y su papá de crianza abusó de ella desde muy chica. Producto de esos abusos quedó embarazada.

“Me tuvo a los 12 años, muy chica. No le puedo echar la culpa porque pasó situaciones feas en su casa. La hacían trabajar de niña por un plato de comida, ropa o zapatillas”, cuenta Laura, con angustia.

La mamá adoptiva de Cristina no le permitió quedarse con la bebé y arregló la entrega con un hombre.

Ella cree que la mamá adoptiva de Cristina recibió plata a cambio de su entrega.

Según cuenta Laura, en el hospital de Santiago era muy común adoptar niños de esta manera. Tal vez para que nadie pueda rastrearla, fue que le pusieron el 2 de septiembre como fecha de nacimiento. “Tenía una fecha ficticia. Mi fecha real de nacimiento es el 2 de octubre”, aclara.

Finalmente, el hombre con el que la familia biológica de Laura había pactado la entrega no se presentó. Así fue que llamaron a los que terminaron siendo sus padres.

El papá adoptivo de Laura, el que para ella es simplemente su papá, era muy conocido en La Banda y buscaba adoptar un nene.

«Cuando el hombre con el que habían pactado no fue a buscarme, los llamaron a ellos si querían adoptar una nena y fueron a buscarme. Tenía dos días de nacida”, revela Laura.

Cristina intentó escapar de esa casa muchas veces. A los 14 años se puso de novia con quien hoy es su marido. “Ella le dijo que si la quería, la saque de ese lugar. Él la sacó y formaron una familia”, recuerda.

Pero la pesadilla no terminaba: “Cuando mi mamá biológica volvió a quedar embarazada pero de su novio, también le quiso quitar a mi hermano. Lo quería hacer para su beneficio”, explica. Pero Cristina ya tenía 14 años, no estaba sola y pudo defenderse.

Laura Cancino festejó sus quince años junto a su familia adoptiva. No se enteró de la verdad hasta que tuvo 22 años. Laura Cancino festejó sus quince años junto a su familia adoptiva. No se enteró de la verdad hasta que tuvo 22 años.

Laura siempre soñó con una familia grande. “En realidad, quería buscar a mis hermanos y todos me decían que para encontrarlos debía buscar a mi mamá”, confiesa.

Durante este camino tuvo el apoyo fundamental de su mamá de crianza, Marina, quien la animó a buscar la verdad. “Somos solas con mi hija y ella (Marina) siempre me decía que cuando ella no esté: ‘¿Qué van a hacer? Busca a tu mamá y a tus hermanos’”, cuenta Laura.

Los pocos datos que guardó, como el nombre de la enfermera que la trajo al mundo, la cesárea que le hicieron a su mamá, los posibles hospitales, terminaron siendo claves en esta historia.

El encuentro

En abril, Laura y Cristina se vieron por primera vez. “‘¿Fuiste una niña feliz?’, fue lo primero que me preguntó mi mamá Cristina”, revela Laura. Si, había sido muy feliz durante su infancia. Sus padres adoptivos la cuidaron y acompañaron siempre. Cristina lloró de felicidad al saber que su primera hija no atravesó el mismo dolor que ella.

Laura Cancino junto a su mamá y hermanos de sangre.Laura Cancino junto a su mamá y hermanos de sangre.

“Pude disfrutar e ir a la escuela porque mis hermanos por parte de ella no saben leer. Por lo menos, pude ir a la escuela, estudiar, estaba contenta de escuchar eso”, dice Laura.

A Laura le cuesta todavía describir lo que sintió al ver por primera vez a su mamá biológica. Todo pasó muy rápido. Dos semanas después conoció a su hermana Claudia. “Fue raro. Vamos día a día, ella vive lejos en el campo en Colonia El Simbolar, pero nos vemos seguido. Viene para aquí y comparte conmigo y yo voy para allá a veces y me quedo a dormir”, cuenta.

Sus hermanos Walter y Esteban se enteraron más tarde, porque son trabajadores golondrinas (jornaleros que viajan a diferentes regiones por la cosecha de productos agrícolas). La psicóloga de Derechos Humanos de Santiago del Estero ayudó a Cristina a contarles.

“Ella se quería olvidar de todo porque sufrió mucho. Entendí su dolor, todo lo que había pasado”, dice Laura, que con el tiempo empezó a llamarla “Mami Cristina”. “Tenemos parecido el carácter, los ojos, la sonrisa, hasta la forma de caminar”, dice sorprendida. Hoy, Laura es feliz al ver que sus dos mamás se llevan bien y comparten en familia.

“Busquen con todas sus fuerzas”

En pocos meses, Laura pasó de tener una mamá y dos hermanos a tener dos mamás y cinco hermanos. Y, aunque hubo dolor en el camino, siente que todo valió la pena. “No dejen de buscar. Es realmente lindo conocer la identidad de uno, buscar sus orígenes, de dónde venís. Se cierra un círculo en tu vida”, dice.

Su hija cumplirá 15 años y la mesa estará llena. “Mi hija le dice nona a mi mamá y abu Cristina a mi mamá biológica”, cuenta. Hoy más que nunca, Laura está en paz con su historia. “Estoy más tranquila, todo es nuevo pero nos vamos acomodando. Todo es un proceso hasta que estemos bien”, afirma.

Estas fiestas celebrarán todos juntos. Una familia que se encontró después de mucho dolor y que está aprendiendo a conocerse.

MG

Redacción

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