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jueves, abril 24, 2025

Agustín «Rada» Aristarán: el hombre al que le pagan por jugar y que miente para que la gente esté feliz

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El multifacético artista Agustín “Rada” Aristarán estrenó Chanta, su primer unipersonal, que, con funciones de viernes a domingos, la rompe desde el 11 de abril en el teatro Metropolitan de Buenos Aires.

La obra dirigida por Marcelo Caballero y escrita por Mariano Cohn, Gastón Duprat y Juan José Becerra cuenta en forma retrospectiva, la vida de Julio Ballesteros: un “chanta” al que el público ama u odia según las circunstancias, pero en el cual es imposible no reflejarse. “Van a verme hacer algo completamente distinto a lo que están acostumbrados, y esa adrenalina me calienta en el mejor de los sentidos”, reconoce en charla con Clarín.

La primera impresión que provoca Agustín es la de un artista que respeta al niño que fue (o el que es y será). Su proceso creativo se alimenta constantemente de un espíritu lúdico y caótico que se asemeja al de un chico que crea mundos, sólo para vencer el aburrimiento en alguna sala de espera del pediatra.

Sea mago, clown, actor o músico, nada pareciera escapar de esa lógica. Por eso no extraña esta especie de “travesura”, que propone que es hablar de la obra, casi sin hacerlo “Me gustaría que el público se entere lo menos posible de lo que va a haber y que esté listo para sorprenderse”, adelanta.

-Tratando de cumplir la premisa que no se sepa demasiado de la obra, pero ¿qué te gustaría que se lleven los que van a ver “Chanta”?

Antes que nada, la sorpresa de lo que van a ver. La magnitud de la obra, es una obra muy grande. Si bien es un unipersonal, cuando la vean les va a impactar. Y que todos conocemos un Julio o todos nos reconocemos un poco en Julio. Se van a reír mucho. Se van a enojar con él mucho también, pero en algún momento lo van a entender. Les va a pasar todo eso.

«Chanta», el unipersonal de Agustín «Rada» Aristarán, comienza con la muerte de un hombre y va hacia atrás, hasta antes de su nacimiento. Foto: Maxi Failla

Un protagonista que va cambiando de edad

-Solés decir que es algo totalmente distinto a lo que hiciste hasta ahora.

-Totalmente. Es diferente a lo que hice siempre. Están acostumbrados a verme en obras felices y esta no lo es necesariamente. Hay cosas que no quiero contar, porque el factor sorpresa es fundamental. Pero también hay una cuestión técnica muy interesante que son los cambios de edad y de imagen de los Julios. imagínate que a cada rato tenés que representar a alguien 10 años más joven.

-¿Qué es lo que más te interesó del proyecto?

-Cuando vi quienes me convocaban (Marcelo Caballero, Mariano Cohn, Gastón Duprat y Juan José Becerra) dije que sí en el momento. Cuando leí el libro, lo que más me interesó fue el desafío. Es un desafío técnico-actoral enorme y eso siempre me entusiasma. Me caliento, en el mejor sentido. Me da pánico y me da miedo (pánico lo digo y lo corro del tema de salud mental), y eso me hace quererlo más.

-En esta obra, la vida de Julio Ballesteros está contada de una manera especial, desde su fin hasta antes de llegar al mundo. Como el disco Vida de Sui Generis que arranca con “Canción para mi muerte” y termina con “Cuando comenzamos a nacer”, el comienzo y el final parecen invertidos.

Sí, es verdad. Está contando de una manera muy especial. Arranca en la muerte y termina antes de su nacimiento. Y cada Julio es bien diferente en esas décadas que se van contando (porque cada uno se va representando cada diez años). Y a ese Julio lo ves en todos lados. Yo te aseguro que lo conocés. En algún lado lo viste. Y lo viste en vos seguro.

Agustín Agustín «Rada» Aristarán comenzó haciendo videos. Su primer Gran Rex lo llenó cuando aún estaba en el under. Foto: Maxi Failla

-En toda tu carrera, sea haciendo un video en el que preparás una chocolatada con tu hija, grabando una canción de protesta en FA! o conduciendo programas en el prime time, pareciera que siempre estás jugando.

-No entiendo el arte desde otro lado. Me gusta tanto el juego, porque ahí no hay límites. No hay un “se puede, no se puede”. Por supuesto que hay reglas y las respeto. Pero me suelo enfocar en el juego más imaginativo, en el que estás en tu casa y de pronto es un bosque (siempre remitiéndome a mi niño, hoy juego distinto porque si no estaría en el umbral de la locura).

Pero sí a la hora creativa o de encarar un personaje, de aprenderme un guion o un proyecto nuevo, lo encaro siempre desde un lado lúdico. Rompiendo la letra y lo establecido, para después volver a la regla que me propone el proyecto.

-Para poder desarmar esas estructuras hay que conocerlas muy bien, ¿verdad?

-Si, sin duda. Yo juego desde que tengo uso de razón, pero por supuesto la forma de hacerlo cambió. Eso es lo importante de la relación con mi hija, que siempre tuvo mucho juego, pero que también tiene un límite. Bianca (su hija de 19 años) entendía muy bien cuando no estaba jugando. Cuando le decía: “Che, te tenés que ir a bañar” o “Bianca, esto no se hace”, también lo sabía.

Cuando tuve mi primera charla de Educación Sexual con mi hija no fue con dos títeres. Fui claro, le dije: “esto es un preservativo, lo tenés que usar porque te podes embarazar o enfermar” Eso también, siempre lo supe. Porque el juego está relacionado con la inmadurez y para mí es todo lo contrario. Para mí, el acto más maduro que uno puede tener es jugar. Por eso es tan importante y tan serio.

Las inundaciones en Bahía Blanca y la tristeza que queda en la mirada

Agustín Agustín «Rada» Aristarán nació en Bahía Blanca y cuenta cómo sufrió la inundación de su ciudad. Foto: Maxi Failla

-Hace un tiempo se viralizó un clip tuyo, invitado a un programa para hablar de las inundaciones del 7 de marzo en Bahía Blanca. En el que pedías que no se pierda el foco de la urgencia. Ahí vimos a un Rada marcando bien ese límite que decís.

-Yo siento que lo que sucedió con eso, con ese pedacito de nota que se hizo viral, es que muchos dijeron: “Al final no es tan pelotudo. No hace solamente la corneta, también tiene conciencia de lo que está pasando”. Y me copó que pasara eso. Yo siento que es parte del preconcepto que tenemos de las personas. Que por ahí creían que porque muestro siempre un costado lúdico estoy pelotudeando todo el tiempo.

Los actores tenemos la excusa de jugar toda la vida y cada vez que interpreto a este Julio Ballesteros en Chanta o el personaje que haga, cuando voy camino al teatro o un set de filmación pienso que me están pagando para jugar. Es espectacular.

-¿Cómo te pegó la inundación de tu ciudad natal: Bahía Blanca?

-Y, para la mierda. Ahí están mis viejos, mis hermanos, mis amigos. La ciudad se venía recuperando de un tornado y se inundó como la mierda. Me trajo muchos recuerdos de cuando vivía en La Plata y pasó la inundación. Yo en ese momento pasé 16 horas fuera de mi casa, mientras allí estaban mi hija chiquita y su mamá. Ver gente que perdió literalmente todo y que no se soluciona nada cuando baja el agua, es realmente tremendo. Por supuesto me pegó como el orto, porque amo a mi ciudad.

Pero además hay algo que queda en una sociedad que sufre una situación así. Algo queda en la mirada. Como un callo que te duele cuando va a llover, es muy triste lo que pasó. De hecho, hoy mi vieja estaba en casa y me dijo “está lloviendo en Bahía” y ahí entendí lo que significaba para ellos

El juego y la libertad

Agustín Agustín «Rada» Aristarán asegura que le pagan por jugar. Aunque las ligas en las que juega vayan subiendo de nivel. Foto: Maxi Failla

-Desde hace un tiempo dejaste de ser un representante del under para entrar de lleno al mainstream (de hecho esta obra en Calle Corrientes y tu participación en Envidiosa u otras series consagradas lo demuestran). ¿Te costó seguir siendo “el artista que juega”, cuando entraste a ese mundo tan reducido?

-No, sigo siendo de la misma manera. Por supuesto, soy consciente que estoy jugando en otras ligas. Y no es que no me hago cargo de eso tampoco. Pero mi mente se sigue moviendo con una lógica independiente, como cuando tenía 14 años y animaba fiestas infantiles. Ya hace unos años que puedo trabajar en estos lugares hermosos a los que alguna vez soñaba llegar, pero ¡qué sé yo! Yo hice un Gran Rex siendo del under. Y se llenó de gente, y me sentí pleno. Y lo jugaba con la misma responsabilidad y la misma profesionalidad que ahora.

-¿El éxito no quita libertad para contar lo que uno quiere contar?

-No creo. Porque incluso cuando estaba en el circuito más alternativo de los alternativos, yo me sentía muy bien también. Me sentía en mi mejor momento. Y cuando animaba fiestas con 13 años era feliz porque me pagaban por hacer shows de magia. Me sentía Elon Musk, el chabón más exitoso. Pero además todo fue muy paulatino, no se dio de golpe. No se está dando de golpe, porque siguen sucediendo cosas que me sorprenden todo el tiempo. No es que pegué un viral y de un día para el otro llené un teatro. Fue todo muy paso a paso y eso me llenó de libertad para hacerlo a mi modo.

-Hablando de tomar riesgos sin importar un poco el camino seguro. Recuerdo cuando en Pandemia hiciste para Netflix el especial Serendipia, un stand up en un teatro vacío. Algo que claramente hablaba del aquí y el ahora de ese momento, pero, ¿correr el riesgo de hacer humor sin público no era muy alto?

-Entiendo perfecto lo que me decís. Yo sabía que perdía cosas sin el público, pero también sabía que otras ganaba, no hay otro especial así. A mí me interesaba mucho marcar ese momento que estábamos viviendo, que era una locura total. Porque también Serendipia era un especial donde yo hablaba de la soledad.

-También lo podían haber resuelto de otra manera.

Si claro, de hecho, cuando lo hicimos se estaba empezando a abrir todo, había formas de esperar al público o resolverlo distinto para que no se pierda esa sinergia. Pero creo que mi esencia estaba ahí, montada en las cosas que hago: soy eso, el que arriesga.

Agustín Agustín «Rada» Aristarán está confirmado para la tercera temporada de «Envidiosa». Y se ríe y no niega cuando se le dice que será parte de «El Encargado» y la nueva película de Campanella. Foto: Maxi Failla

Griselda Siciliani, Francella y Campanella a la vista

-¿Cómo vienen el resto de tus proyectos?

Muy bien, por suerte. Estaré en las dos series más importantes de los últimos tiempos y ahora estoy por firmar una película súper importante también. De esos tres proyectos solo te puedo confirmar Envidiosa.

Supongo que si hablas de las series más importantes del momento y teniendo en cuenta que la dupla Mariano Cohn-Gastón Duprat se repite en las dos ficciones yo pensaría en El Encargado, con Guillermo Francella.

-No tengo idea, no puedo decir nada (risas, de quien pareciera descubierto).

-Para seguir investigando, en cuanto a la película, estos días subiste una historia con Juan José Campanella, ¿estamos bien rumbeados?

-No puedo asegurar nada (más risas).

-¿Y con la música? Formaste una nueva banda: “Niño Ninja”, que viene de presentarse en el Quilmes Rock.

-Hermoso eso, me tiene súper feliz. Es básicamente la misma que Rada and the Colibriquis (su banda anterior), pero con otra identidad y otra estética. Busca una representación mucho más fuerte, en el que no esté mi nombre en el nombre. Una agrupación que me trascienda y que no sea “la banda de”, sino en la que yo pueda estar o no, pero que pueda continuar con preso propio.

-Después de algunos episodios que vos mismo contaste ¿Cómo estas hoy en cuanto a tu salud mental?

-Bien, gracias. En un momento medio que me hice como un gurú de la salud mental. Estuve con ataques de ansiedad y pánico. Los traté y ahora estoy mucho mejor, pero, están ahí, qué sé yo. Forman parte de mi.

-Y este tipo que no tiene problemas en arriesgar y romper estructuras, cuando Bianca se transformó en adolescente, costó ponerle límites y demás. Porque también tu popularidad apareció justo en esos años.

-Sí, sí. Pero La verdad, no debe haber persona más buena y más obediente a los límites que Bianca. Vos dirás: “¿Qué va a decir de su hija, no? Pero de verdad es así, A veces me pasaba de decir: “Che, que sea un poco más desobediente. Que se mande una cagada”. Y se ha mandado cagadas, obvio, pero al lado de las mías realmente no existen. La madre tiene dos hijos más y siempre hablamos de la suerte que tuvimos con ella, no lo podemos entender.

Y cómo decís de la popularidad, si fue así. Ella vio todo el proceso. Me acompañaba a los teatritos, a cada paso. Y como te decía, para ella también fue paulatino.

Agustín Agustín «Rada» Aristarán comenzó haciendo videos con su hija pequeña. Hoy, Bianca tiene 19 años y va a la facultad. Foto: Maxi Failla

-Es muy loco que por ahí muchos la vieron crecer a partir de tus videos.

-Si, ahora tiene 19 años. Recién vengo de llevarla a la facultad y ayer aprendimos a manejar. Todo es muy loco, pero ella lo manejó siempre espectacular.

-Vamos a hacer como con Julio. Si pudieras ir 10 años para atrás, y pudieras hablar con el Agustín de hace 10 años, ¿qué le dirías?

-No sabés lo que te espera, las cosas que te van a pasar, no tenés ni idea. Si bien siempre me pasaron cosas locas, estos 10 años fueron casi absurdos. Buscado, pensado y planeado, pero absurdos.

-Para terminar, ¿todos somos un poco chantas?

-Todos. Todos en nuestras luces y sombras tenemos algo de Julio. Yo soy el más chanta de todos, soy actor y mago. Imagínate, si eso no es ser chanta.

-Igual pienso, no debe haber algo más sincero que decirle a alguien: prepárate para una hora de magia en el teatro en la que te voy a mentir, en pos de que pases un buen momento.

-Es exactamente así. Prepárate porque te voy a mentir. Y no sólo yo, sino todo un equipo de trabajo. Todos los actores y las actrices estamos mintiéndote y lo mejor de todo es que el público sabe que le estamos mintiendo. Es maravilloso y mágico que nos reunamos para vivir una mentira que nos haga felices, aunque sea por un rato.

Redacción

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