Acostumbrado al éxito desde su fulgurante irrupción en el circuito, Carlos Alcaraz andaba en las últimas semanas con el gesto torcido, castigado en pista su enorme talento por su irregularidad mental y emocional. El murciano avasalla con el viento favor, ejecutando su raqueta el plan previsto sin fisuras. Pero si el rival le cambia el paso, emergen las dudas.
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