La energía ácida que desprenden los dos primeros capítulos de la serie The studio (Apple TV+) recuerda la de la extraordinaria Studio 60 on the Sunset Strip , injustamente arrinconada por la voracidad aniquiladora del paso del tiempo y la memoria selectiva de los que controlan el derecho de admisión de la posteridad. En The studio la deconstrucción crítica de la industria audiovisual pasa por los grandes estudios, se centraliza en el Hollywood de mansiones y piscinas y se encarna en un productor –Seth Rogen– dispuesto a todo para saciar una ambición sin escrúpulos.

Ron Howard, ganador del Oscar por ‘Una mente maravillosa’, gag central del tercer capítulo de ‘The Studio’
Apple TV+
El ritmo visual y los diálogos son frenéticos. Es como si el guion se hubiera cocinado con un sofrito de cocaína, ácido sulfúrico, adrenalina y alegría de comedia. Visualmente, la serie juega con planos secuencia –¡ahora que están tan de moda!– retráctiles.
Es un recurso que ayuda a explicar una historia que, aunque ya conocemos –la miseria personal y moral de los ídolos de un Hollywood decadente y autodestructivo–, saben encontrar el equilibrio entre el sarcasmo despiadado, la superación de obstáculos de personajes que no nos importa ver fracasar y un músculo narrativo que no renuncia a momentos brillantes de metacine y a cameos de máxima complicidad –Martin Scorsese, Charlize Theron, Steve Buscemi, Greta Lee– que contribuyen a disparar las ganas de ver nuevos capítulos.
En ‘Late Xou’, Marc Giró se ha impuesto explorar al máximo los límites de la libertad que le ha dado TVE
COLESTEROL BUENO Y MALO. Buena audiencia de Late Xou (10,4%, TVE), con, como plato principal, una entrevista con Julia Otero. La radiofonista conecta con el espíritu del programa. Espoleada por un Marc Giró que se ha impuesto explorar al máximo los límites de la libertad que le han dado, habla sin ambages de política y de los propios vicios de la comunicación. Otero define algunos recursos retóricos –la petulancia engolada, la sintaxis perfumada– del oficio, que, no sé si con la conciencia autocrítica de estar cometiendo el mismo exceso que reprueba, define como “el colesterol de la comunicación”.
Lee también
En un Late Show anterior, Giró entrevistó a Berto Romero, que también le explicó las diferencias, en el tono y en la actitud, entre un entrevistado normal y un entrevistado con ínfulas. Incluir al propio gremio y sus excesos en el repertorio de material susceptible de ser parodiado es, con o sin colesterol, una idea coherente con el espíritu del programa.