“Seguiré batacleando las tablas”, lanza como verdad y destino la dama del musical argentino. Alejandra Radano, que supo brillar en Drácula (su debut de 1990 en el Luna Park, junto a Pepe Cibrián Campoy), Cats, La Bella y la Bestia, Chicago y Cabaret, entre otros inolvidables clásicos de Broadway, continúa su periplo con la pericia y el misterio que caracteriza a las grandes actrices que no quieren ni pueden separar la vida de los escenarios. Y que también resguardan con elegancia el enigma de revelar lo doméstico, y muchísimo más, lo privado. Ella lo ha explicado mejor cuando dijo, una y otra vez: «Mi vida es muy aburrida para una entrevista».
Esta vez vuelve como “la tragedia” en La Revista del Cervantes, el homenaje más ambicioso que se ha hecho en mucho tiempo al género que sacudió los escenarios porteños a puro chisme, plumas y humor. Junto a un súper elenco que integran, entre otros, Carlos Casella, Marco Antonio Caponi, Mónica Antonópulos, Sebastián Suñé y Javier Marra, revisa y recrea un mito: el esplendor de la Revista que define nuestra identidad teatral.
Con amor por los detalles y maestría por lo que las luces proyectan de su imagen, Alejandra revisa en un pequeño espejo la combustión perfecta entre cómo quiere verse y lo que destila su aura mientras es fotografiada. Y en charla con GENTE, captura con corazón y síntesis esa gran pasión que la hace viajar desde sus momentos más icónicos en las tablas hasta su luminoso presente.

El camino de Radano: de los musicales y los shows gay que la marcaron, al gran homenaje a la época dorada en el Cervantes
En los comienzos de su carrera, Radano cerraba Tango Reviú –una revista de tangos– con un número típico de Revista, a puro paso de vedette, dirigida por Fabián Luca y con música original del Lido de París. “Fueron muchos años de aprendizaje y estudio. Y digo años porque fueron períodos de eternos ensayos antes de subir a escena. Una cabalgata de todos los estilos que se cruzaron con el tango, comenzando en los 20’s y terminando en los sesentas. Un año en que se produce un quiebre con el advenimiento de la televisión y la “muerte” del tango”, rememora Radano.
Según explica, el escenario y el trabajo en sí, en este mismísimo momento de su carrera, “es una acumulación de todo lo vivido a lo largo de toda mi vida. Ya he recorrido un largo camino, muchacha…”.

–¿Qué recuerdos o memorias tenés del teatro de revista, alguna en la que hayas trabajado o alguna escena imborrable que te haya quedado?
–Los recuerdos tienen que ver con lo que leí y lo que me rozó “de côté”, como dirían los franceses. No te olvides que cuando hice el rol de Roxie Hart en la comedia musical Chicago, la intérprete que lo había hecho antes que yo fue Nélida Lobato, la gran vedette que además actuó en el Lido de Paris.
Allí tuve la oportunidad de ver muchos espectáculos, de hecho, porque tengo una gran amiga que trabajó allí, Laura Lago, que es la única argentina que, además de en el Lido, estuvo en Moulin Rouge. Así que como público siempre fui muy admirativa de esa época, de ese que género que es parte de mi “inconsciente musical”.
Otra cosa imborrable tiene que ver con haber pertenecido a “esa” generación que en los 90’s abrevaba en los boliches gays, en esos escenarios que me permitieron de la mano de Omar Callicchio, el gran hacedor de la noche porteña, hacer shows revisteriles de madrugada y fiestas teatrales alucinantes e interminables.

–Y hoy encarnás a “la tragedia” en La Revista del Cervantes. ¿Cuál es el mayor desafío de haber apostado por este proyecto?
–Trabajar con un “otro” siempre es un desafío; en este caso con Carlitos Casella (quien en la revista encarna a “la comedia”). El otro te enfrenta sobre todo a vos mismo. Y acá yo no separo la vida del teatro: más bien me lanzo a esa experiencia expresiva.
El teatro puede ser un lugar de mucho aprendizaje en relación a lo que es “la aventura humana”. Y estos personajes, “la comedia” y “la tragedia”, que defienden a rajatabla la tradición, terminan admitiendo la fascinación que les produce la Revista… la contradicción de los opuestos.
De las bataclanas al más agudo humor político: cómo la historia del género se sube a escena en La Revista del Cervantes
–La obra recupera un linaje: de las bataclanas al humor político. ¿Qué te pasa al invocar a históricos como Tato Bores (1925-1996) o Enrique Pinti (1939-2022), quienes en escena van “pasando revista” por la historia del género?
–Siempre me definí como “bataclana”: no canto, no bailo y no actúo… ¡pero hago las tres cosas! Nosotros acarreamos en nuestras espaldas a todos los que nos precedieron, ellos son nuestra herencia expresiva y en esta Revista no hay más que honra, respeto y admiración hacia todos los hacedores del género frívolo y efímero.

–¿Qué creés que dirían Tato y Pinti si vieran la Argentina de hoy? ¿Cómo los imaginás improvisando sobre este presente?
–Los imagino como siempre inteligentes, ¡expresándose con sarcasmo ironía y fantasía! Y diciendo sobre este homenaje: “Vermut, papas fritas y good show”.
–¿Creés que la revista tiene algo de revolucionario al haber sido, por momentos, un comentario agudo sobre la realidad? ¿Se puede pensar como una trinchera política, más allá del brillo y las plumas?
–El humor te permite decir muchas cosas, y de eso se trataba la revista. Imaginate que en 1929 cuando Sofía Bozán (1954-1958) estrenó Yira Yira (de Enrique Santos Discépolo) en la revista ¿Qué hacemos con el stadium?, en la segunda sección de la noche del domingo 24 de agosto de 1930, hubo un intento de la Municipalidad de impedir el estreno por medio de un cordón policial.
La indignación de la gente fue tal que un secretario de Obras Públicas debió presentarse a dar una contraorden en medio de esa batahola. Ahí, la solapada censura previa en esa obra reflejó el duro cambio político que estaba por ocurrir en la Argentina.
Que una sencilla revista, cuyo foco paródico era un evento deportivo, haya servido de chivo expiatorio da una idea clara de la agitación gubernativa en los días previos a la revolución que voltearía al presidente Yrigoyen.

–¿Creés que simplemente es snob el “prejuicio” que tienen muchos con ese género teatral, tal vez bastante más subestimado que otros?
–Yo creo que no sabemos de qué estamos hablando cuando se habla de revista, pero que hay una generación anterior a la nuestra, algunos padres y abuelos que rememoran esos recuerdos. Por eso, en el comienzo de La Revista del Cervantes se hace una proyección donde aparecen muchos artistas de ese pasado glorioso (¿por qué el pasado siempre nos parece más glorioso? –se pregunta–) que hace que se te caigan las lágrimas.
–¿Qué aporta La Revista del Cervantes al linaje de nuestra identidad?
–Sin dudas, aporta el conocimiento y la recuperación de nuestro haber musical y cultural a través de un género que pudo traducir de manera sarcástica irónica e imaginativa épocas de grandes cambios sociales.

Las claves de la revista, «la mayor contribución del teatro argentino a la cultura pop»
El jueves 15 de mayo el Teatro Nacional Cervantes prendió las luces de la Sala María Guerrero para el gran estreno de La Revista del Cervantes. Una obra con libro original de Alfredo Allende, Sebastián Borensztein, Juan Francisco Dasso, Marcela Guerty y Juanse Rausch, y dirigida por Pablo Maritano, que cuenta con un verdadero dream team actoral, a quienes se le suman la Compañía Nacional de Danza Contemporánea y la poderosa Orquesta del Cervantes.

“Nuestro teatro nacional tenía esta deuda pendiente: volver a mirar la revista, ese género explosivo, popular, glorioso… que durante décadas se ninguneó con aires de superioridad. Pero la verdad incómoda es esta: la revista es, quizás, la mayor contribución del teatro argentino a la cultura pop. Y punto”. Así lo define con contundencia Gonzalo Demaría, autor del libro La revista porteña, quien asegura que volver a recuperar a este género es traer “un pedazo de nuestra identidad escénica”.

Como plantea De María en el citado libro, “la revista, el bataclán, el burlesque, el balneario, el varieté, la comedia musical, la parodia, la sátira política, el sainete y el grotesco han sufrido todas las marginaciones, menosprecios y olvidos”. Y aclara: “Desde el ‘index’ de la censura hipócrita de la moralina cursi, hasta el olímpico deprecio de las elites seudointelectuales”.
“Los millones de argentinos de todas las generaciones que festejaron, consumieron y armaron estos géneros y los usaron como conexión y escape de una realidad a veces insoportable, los siguen admirando y también añorando cuando desaparecen por factores económicos y/o sociales. Por eso, porque son géneros entrañables y, fundamentalmente, sirven para pintar la sociología de pueblos que muestran su verdadera cara cuando se divierten y su verdadera problemática cuando eligen con qué cosas se ríen”, plantea el autor al estudiar la evolución de esos géneros menospreciados.

Las funciones de La Revista del Cervantes son de jueves a domingo a las 20 horas. Y las entradas se consiguen en Alternativa Teatral y en la boletería del Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815, CABA.
Fotos: Diego García y gentileza Gustavo Gorrini
Retoque fotográfico: Darío Alvarellos
Make up: @natalipomasonccomkp, para @sebastiancorreaestudio
Estilismo: @jtbyjt, @martinchurba, @pamemartinelli y @vestustudio
Asistente Alejandra Radano: @luiggibroadway
Agradecemos a Carolina Desinano