Redacción El País
Alfombra roja, sobrevuelo de aviones de combate y una amabilidad casi desmedida permitieron al presidente ruso, Vladimir Putin, romper el aislamiento occidental por la guerra en Ucrania al ser recibido ayer viernes en Alaska por Donald Trump con una coreografía calculada al milímetro.
En la Base Aérea Elmendorf-Richardson de Alaska, bajo un cielo gris, el presidente estadounidense y el líder ruso bajaron de sus respectivos aviones.
Trump aplaudió brevemente mientras Putin caminaba hacia él sobre una alfombra roja desplegada sobre la pista. La larga alfombra roja finalizaba en un podio flanqueado por cuatro cazas F-22. En el podio, posaron frente a las letras “Alaska 2025”.
Mientras Putin caminaba sonriente con Trump, el ruso no pudo evitar mirar hacia el cielo ante el ruidoso paso a baja altitud de un bombardeo B-2 escoltado por cuatro cazas F-35. Trump también ordenó que el Ilyushin Il-96-300PU que hacía las veces de avión presidencial de Putin fuera escoltado a su llegada a Alaska por dos cazas estadounidenses, algo que no es práctica común especialmente con una nación que hasta recientemente era considerada rival.

Ambos se dieron un apretón de manos, sonrieron e intercambiaron unas palabras que los periodistas no alcanzaron a oír. Trump dio una palmada en la mano de su invitado.
Para el dirigente ruso, objeto de una orden de arresto de la Corte Penal Internacional y de múltiples sanciones, aventurarse fuera de su país es algo excepcional.
Pero que lo hiciera para ser recibido con todos los honores en Estados Unidos era impensable antes del regreso de Trump a la Casa Blanca en enero, que rompió con la posición proucraniana de su predecesor demócrata Joe Biden, que quería convertir al jefe del Kremlin en un “paria” después de que ordenara invadir Ucrania en febrero de 2022.
En redes sociales, los opositores al presidente republicano lo consideraron una muestra de excesiva deferencia hacia el presidente ruso todo el despliegue de aviones que hizo Trump.

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Los partidarios de Trump, en cambio, lo interpretaron como un intento de impresionar a Putin, conocido por ser un experto en presión psicológica.
“¿Dejarás de matar civiles?”, le gritó un periodista a Putin mientras ambos hombres subían a un estrado donde posaron para los fotógrafos con otro apretón de manos. No hubo respuesta.
Putin subió entonces a la limusina presidencial blindada, apodada “La Bestia”, para reunirse con Trump en un edificio de la base.
Allí, ambos presidentes, sentados y flanqueados por sus asesores, posaron brevemente de nuevo para la prensa.
Esta vez el presidente estadounidense no respondió a las preguntas de los pocos periodistas presentes. Ni Trump ni Putin prevén salir de la base militar de Elmendorf-Richardson, cuya construcción comenzó en 1941.

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La base ha sido un puesto avanzado de enorme importancia estratégica desde la Segunda Guerra Mundial y, especialmente, durante la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética se observaban a través del estrecho de Bering.
Para sus alrededor de 32.000 habitantes, equivalente al 10% de la población de Anchorage, es algo único haber asistido a la llegada y salida de varios aviones militares rusos Il-76, de delegaciones y periodistas venidos desde Rusia y haber recibido al presidente Putin.
Para Putin, Trump es el quinto presidente de Estados Unidos con el que ha negociado en los últimos 25 años. Un solo líder ruso frente a cinco presidentes estadounidenses: Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump, Joe Biden y otra vez Trump.
Para los cinco norteamericanos, en cambio, siempre ha habido un único interlocutor en Moscú: Putin, incluso durante el período en que Dmitri Medvédev ocupó la presidencia (2008-2012). Durante ese periodo, Putin ocupó el cargo de primer ministro. AFP, EFE
Hillary Clinton postularía al Trump
La demócrata Hillary Clinton, ex primera dama y candidata presidencial de su partido en las elecciones de 2016, que perdió ante Donald Trump, admitió ayer viernes que estaría dispuesta a nominar a Trump para el premio Nobel de la Paz si el republicano logra poner fin a la guerra en Ucrania.
Clinton se expresó así en el podcast Raging Moderates, en el que dijo que Trump “quiere con toda su voluntad recibir el Nobel de la Paz, y francamente, si pudiera poner fin a esta guerra terrible…”.

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A continuación enumeró las condiciones que deberían reunirse para llegar a una paz aceptable, y que parecen muy lejos de lo que Rusia está dispuesta a conceder: un alto el fuego sin intercambio de territorios, retirada rusa de todos los territorios ucranianos ocupados, y que Rusia no amenace a la seguridad de Europa; en resumen, “sin poner a Ucrania en una posición donde tenga que ceder territorio al agresor”.
“Mire, si pudiéramos lograr todo eso, y si el presidente Trump fuera el arquitecto, lo nominaría para el premio Nobel de la Paz, porque mi objetivo aquí es no permitir la capitulación ante (Vladímir) Putin, fomentada por los Estados Unidos”, zanjó.
Las palabras de Clinton se conocieron solo horas antes de que Trump y Putin se reúnan en Alaska en una cumbre inédita para tratar sobre la guerra de Ucrania.
Trump nunca ha ocultado su interés por lograr el Nobel de la Paz, para lo cual ha promovido acuerdos en conflictos lejanos como los que enfrentan a Ruanda y República Democrática del Congo, o Armenia y Azerbaiyán, pero hasta ahora se le resisten los dos conflictos más relevantes para la geopolítica, como son el de Ucrania y la guerra en Gaza.