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lunes, septiembre 1, 2025

Amazonía colombiana pierde US$400 millones por deforestación

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[BOGOTÁ, COLOMBIA, SciDev.Net] El valor económico total perdido anualmente por culpa de la deforestación en la Amazonía colombiana está entre US$ 254 y 400 millones, lo que equivale a entre el 0,06 y 0,11 por ciento del Producto Interno Bruto de este país.

Así se desprende del estudio “El valor económico de la pérdida de bosque anual en la Amazonía Colombiana”, que será publicado en la edición de octubre de la revista Ecosystem Services, y desarrollado por investigadores del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (SINCHI).

El objetivo de la investigación fue establecer el costo social de la pérdida del bosque mediante la cuantificación de factores asociados a la degradación de seis servicios ecosistémicos clave: almacenamiento de carbono, fauna para consumo, leña, Productos Forestales No Maderables (PFNM), recursos pesqueros y conocimiento tradicional indígena de plantas para uso medicinal.

“El estudio buscó proporcionar una base robusta y explícita espacialmente para la toma de decisiones orientadas a detener la deforestación y salvaguardar los beneficios multifuncionales de la Amazonía”, dice a SciDev.Net Mauro Reyes, coautor del estudio.

“Al resaltar el valor económico de servicios ecosistémicos de importancia directa para las comunidades locales, y otros de incidencia más amplia, como la captura y almacenamiento de carbono, se entrega información pertinente para la toma de decisiones que apoyen la conservación y uso sostenible de estos bosques”.

Andrés Vargas, director del Departamento de Economía de la Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia

De acuerdo con la investigación, el servicio más valioso en términos monetarios es el almacenamiento de carbono (81 por ciento del valor total perdido), con un rango que va de alrededor de US$ 1.220 a 2.650 por hectárea (ha).

Los otros servicios mostraron valores por hectárea menores pero cruciales para las comunidades: leña entre 179 y 269 US$/ha); los PFNM, 19,5 y 89,2 US$/ha; el conocimiento medicinal, de 14,76 a 77,47 US$/ha; la pesca, de 10,60 a 23,40 US$/ha; y la fauna de cacería, 4,3 a 7,9 US$/ha.

Para llegar a estos datos, los autores emplearon una metodología por fases bajo el marco del Valor Económico Total (VET), que incluyó la definición de los servicios ecosistémicos a estudiar y la recolección de datos, como las redes de parcelas para carbono, leña y PFNM, etc., así como el monitoreo comunitario en la cuenca del río Vaupés, los desembarques pesqueros y el consumo de pescado para la pesquería, además de la consulta de bases de datos etnobotánicas y censos nacionales para el conocimiento medicinal.

Los científicos integraron los datos espaciales y ecológicos y los valoraron económicamente, aplicando métodos de valoración directa, como el método de precios de mercado y de costos evitados. En el caso del conocimiento medicinal, por ejemplo, calcularon los costos de salud que se evitan al usar la medicina tradicional en lugar de la institucional.

Asimismo, hicieron análisis probabilístico, con 10.000 simulaciones, para cuantificar la incertidumbre y obtener un rango probable de pérdidas económicas.

“Uno de los hallazgos que más llama la atención es la enorme disparidad entre el valor del carbono y el de los servicios de subsistencia local (cacería, pesca, leña, etc.), pues mientras que el carbono vale más de 1.200 US$/ha, la cacería, que es fundamental para la seguridad alimentaria y cultural de las comunidades indígenas, se valúa en menos de 8 US$/ha”, asegura Reyes.

“Esto es llamativo porque ilustra perfectamente una limitación clave de la valoración económica: los precios de mercado globales (carbono) capturan valores que son altos en el mercado internacional, pero pueden subestimar masivamente la importancia crítica de los servicios que sostienen la vida y la cultura a nivel local”, reconoce el científico.

“Otro hallazgo que me llamó la atención fue la posibilidad de monetizar el servicio sociocultural del conocimiento tradicional indígena de plantas de uso medicinal, el cual da valor tangible a lo intangible, y logra cuantificar económicamente un servicio aparentemente abstracto, como es la sabiduría ancestral, transformándolo en una métrica concreta que puede ser comprendida en el lenguaje de la política y la economía públicas”, agrega.

Consultado por SciDev.Net, Andrés Vargas, director del Departamento de Economía de la Universidad del Norte, en Barranquilla (Colombia), apunta que el estudio resulta relevante, “pues contribuye al conocimiento sobre la importancia de la Amazonía colombiana”.

“Al resaltar el valor económico de servicios ecosistémicos de importancia directa para las comunidades locales, y otros de incidencia más amplia, como la captura y almacenamiento de carbono, se entrega información pertinente para la toma de decisiones que apoyen la conservación y uso sostenible de estos bosques”.

En esta misma línea, Reyes afirma que los hallazgos son relevantes porque trascienden el ámbito académico y se convierten en una herramienta práctica y poderosa para la gestión ambiental y la toma de decisiones. “Su relevancia —dice— se manifiesta al generar una base cuantitativa para la política pública, y al evidenciar del alto costo de la deforestación”.

En su opinión, la investigación también ayuda a visibilizar valores ocultos, al poner en el radar económico servicios que suelen ser ignorados por no tener un mercado formal, como el conocimiento medicinal indígena o la provisión de leña, “revelando su crucial aporte al bienestar social y a las finanzas públicas a través de costos evitados”.

En cuanto a si esta metodología se puede aplicar para otros bosques y otros ecosistemas. Reyes responde afirmativamente, pero con matices:

“Para otros bosques, por ejemplo, bosques andinos, boreales, secos tropicales, el principio es el mismo: identificar los servicios ecosistémicos clave, medir su flujo por unidad de área (ha) y asignar un valor usando precios de mercado o costos evitados. Lo que cambiaría son las especies evaluadas, los datos de biomasa, los productos no maderables relevantes y el contexto cultural local”.

“Para otros ecosistemas, la lógica se mantiene, pero los servicios y los métodos de medición biofísica serían completamente diferentes. En un arrecife de coral, por ejemplo, se valoraría el turismo, la pesca y la protección contra tormentas, entre otras”, puntualiza Reyes.

Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net.

Redacción

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