«Europa tiene que luchar por su lugar en un mundo en el que muchas grandes potencias son ambivalentes o abiertamente hostiles»: estas fueron unas de las primeras frases del discurso sobre el Estado de la Unión que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pronunció ante la Eurocámara en Estrasburgo esta semana (10.09.2025). Para esa lucha por su independencia, Europa requiere de nuevos y viejos aliados y socios, afirmó. Es en ese momento donde se mencionó a América Latina, o más bien a una parte de ella: México y Mercosur.
La alianza económica y política sudamericana apareció varias veces en un exposición que incluyó la energía limpia, los automóviles eléctricos, gigafactorías de inteligencia artificial y autopistas energéticas. También apareció Mercosur cuando se trató el tema de las compensaciones a los agricultores europeos que sufran desventajas por el aumento de las importaciones. «Disponemos de sólidas salvaguardias en nuestro acuerdo comercial con Mercosur, salvaguardias que están respaldadas por fondos, en caso de que sea necesaria una compensación», aseguró Von der Leyen.
¿Hasta ahí las menciones a América Latina y el Caribe? En realidad, hay más. «Crearemos una coalición de países afines para reformar el sistema comercial mundial, una coalición como el CPTPP», afirmó la política alemana. Nombrada con una de las miles de siglas que se usan en la Comisión Europea, pasa desapercibido que esta coalición es, en realidad, el Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico. En éste se incluye tanto a Chile como a México y Perú.
¿Qué precio tiene la independencia europea?
«Hay que tener en cuenta que, aparte de alusiones a sus competidores, la presidenta de la Comisión Europea ha hablado poco del resto del mundo», comenta a DW Tom Kucharz, analista de Ecologistas en Acción. «Con sus menciones a Mercosur y México, no obstante, deja clara la intención de profundizar en los diferentes extractivismos que destruyen la naturaleza y la vida humana en territorio latinoamericano», agrega.

En aras de la competitividad que debe recobrar la UE, Von der Leyen presentó también sus diversos proyectos ‘ómnibus’. En estos paquetes de regulaciones se resumen en una sola reglamentación normas ya aprobadas y algunas largamente negociadas por y con la sociedad civil. Mientras el sector empresarial recibe los ‘ómnibus’ con beneplácito -aduciendo ahorros en burocracia-, para parte de la Eurocámara y las organizaciones de derechos humanos y ambientalistas, han supuesto un duro golpe.
Para ellas, aplazar la entrada en vigor del reglamento para evitar la deforestación importada o vaciar de contenido el de debida diligencia -que obligaba a las empresas a comprobar el respeto de los derechos laborales en toda la cadena de valor, permitiendo a las víctimas el acceso a la justicia en territorio europeo- significa que «nuestra protección se está vendiendo con fines de lucro», según reaccionaron 470 organizaciones adscritas a la plataforma Corporate Europe Observatory.
«Más que en los últimos mandatos, ahora la Comisión Europea abraza al poder corporativo y blinda los beneficios de las grandes industrias más contaminantes; esto aumenta el extractivismo y las violaciones de derechos humanos en los países socios, como los de América Latina», puntualiza Kucharz.
Requisito: made in Europe
A estos países también se hace alusión, entre líneas, cuando Von der Leyen habla de que Bruselas promoverá lo made in Europe. «Cuando invirtamos en nuestros proyectos del Global Gateway, por ejemplo, ofreceremos fuertes incentivos para que los socios compren productos europeos», anunció la dirigente.
Aquí debe entenderse que esos proyectos de cooperación e inversión público-privada -que tienen como objetivo la transición energética en los países socios y la seguridad de materias primas para Europa- tendrán condicionamientos empresariales. A este respecto, Tom Kucharz advierte: «Si bien en la competencia interimperial, la UE se subordina a Estados Unidos, sí compite contra China y Rusia. Con recursos finitos, veremos cada vez más conflictos con el afán de acapararlos».
No todos son bienvenidos
Así las cosas, entre tanto plan energético y de inversión para la región, podría pasar desapercibido un apartado del discurso de la presidenta de la Comisión Europea que afecta directamente a algunos países de América Latina: se trata del reglamento de asilo y migración. «Necesitamos un acuerdo rápido sobre el sistema común de la UE para los retornos», afirmó. Detrás de esto, por ejemplo, hay ya una lista de países de donde provienen muchas peticiones de asilo y que, no obstante, son considerados «seguros» por la entidad europea encargada. Colombiaestá entre ellos. «Somos nosotros, los europeos, quienes decidimos quién puede venir aquí y en qué condiciones», subrayó Von der Leyen.
«No podemos entender cómo la Comisión Europea pide que Ucrania no sea catalogado como país seguro, porque está en conflicto y su población necesita protección internacional. Pero Colombia, con sus siete conflictos armados, sí cuente como un país donde puede ser retornada la gente a quien le ha sido rechazada su petición», explica a DW un activista proderechos humanos.
Como fuere, «de cierta manera, el discurso de Von der Leyen no es una sorpresa, pues va en línea con las prioridades y los discursos actuales; refleja una parte de la agenda de la UE para la región», comenta a DW Magdalena Bordagorry, coordinadora de la Red EU-LAT, que aglutina organizaciones de desarrollo en América Latina y Europa.
Sin embargo, «ad-portas de la Cumbre UE-CELAC esperamos que ambas partes puedan leer bien y con responsabilidad el momento y el contexto político e histórico, promoviendo una agenda de derechos e igualdad en un momento geopolítico complejo que requiere liderazgos fuertes en ese sentido», afirma la especialista.
(dzc)