Sólo el 30% de la población en países de América Latina como Colombia, México y Cuba cuenta con habilidades digitales básicas, mientras que en países desarrollados los niveles superan el 80%.
De acuerdo con un reciente estudio de la Fundación Carolina, esto refleja que la región se encuentra en un rezago significativo y atrapada en lo que se denomina una “trampa de ingreso medio” debido a la ausencia de un círculo virtuoso entre educación y desarrollo.
La transformación digital “se ha consolidado como un motor esencial para el desarrollo económico, social y político en América Latina y el Caribe” y la adquisición de habilidades digitales se presenta como una “prioridad estratégica para cerrar brechas que limitan la inclusión y para la participación (…) en la economía y mercado laboral global”.
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Así lo señala el informe Habilidades para la economía digital: impacto económico y social de la formación para el presente y el futuro del trabajo en América Latina y el Caribe, elaborado por Víctor Muñoz, Manuel Balmaseda y Ángel Melguizo para la Fundación Carolina.
El estudio advierte que la región enfrenta rezagos estructurales que impiden aprovechar plenamente los beneficios de la digitalización.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, las competencias digitales son “indispensables para el aprovechamiento de la infraestructura digital existente y, de manera especial, para la inclusión social”.
No obstante esta relevancia, en países como Ecuador y Perú, apenas un 5% y un 7% de la población alcanza un nivel mínimo de competencias digitales.

De la misma manera, el panorama es desigual en términos de infraestructura: en 2022, únicamente 67.3% de los hogares latinoamericanos tenía acceso a Internet, frente al 91.1% en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Además, menos del 10% de la población dispone de fibra óptica en sus hogares, lo que limita la posibilidad de impulsar tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial.
Invertir en habilidades digitales para el desarrollo económico
El estudio enfatiza que invertir en habilidades avanzadas y expertas es fundamental para lograr un crecimiento más dinámico, inclusivo y sostenible en América Latina. Sobre todo, en competencias que permitan a la población acceder a empleo avanzado y experto.
A nivel estructural, esto permitiría a la región transformar su crecimiento económico y productivo. Si los países están más digitalizados, las empresas también tendrán más incentivos para invertir en capacitación digital de sus empleados, completando un círculo virtuoso con impactos calificables en el PIB.
Hacia una taxonomía de las habilidades digitales
Uno de los obstáculos para impulsar la formación digital, de acuerdo con el documento, es la falta de una taxonomía estandarizada para las habilidades digitales, ya que esto dificulta la articulación entre sectores, la orientación de políticas y programas, y la definición de objetivos en la materia.
Por eso, el informe propone una taxonomía que agrupa las competencias digitales en tres bloques:
- Habilidades técnicas específicas, que incluyen la programación, análisis y visualización de datos, y ciberseguridad;
- Habilidades blandas como el pensamiento crítico, comunicación, trabajo en equipo y negociación;
- Habilidades digitales generales, que abarcan la alfabetización digital y uso de herramientas tecnológicas.
El impacto de la IA en la formación digital
Por otro lado, una de las tecnologías que impactará significativamente en la fuerza laboral de la región es la Inteligencia Artificial (IA), ya que puede ayudar a los países a mejorar su productividad e innovación.
El estudio calcula que la IA podría generar “un impacto positivo sobre la actividad económica de aproximadamente 13 billones de dólares para 2030” a nivel global.
Y en América Latina y el Caribe, se estima que puede aportar hasta el 5.4% del PIB regional en 2030, pero sólo si se logra cerrar las brechas de conectividad y formación.
Sin embargo, la automatización también implica riesgos laborales. En la región, aproximadamente 84 millones de empleos están expuestos a la IA en un año, cifra que aumentará a 114 millones al final de la década.
Los sectores más vulnerables son aquellos con tareas rutinarias, como servicios de oficina, comercio minorista o manufactura ligera.
El reto, concluyen los autores, no se limita a ampliar el acceso tecnológico, sino a garantizar la formación continua y la adaptación laboral frente a un mercado en transformación. De lo contrario, la transformación digital no será inclusiva ni impulsará realmente el desarrollo en la región.