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viernes, junio 27, 2025

América Latina frente a la inteligencia artificial: ¿motor de productividad o generadora de desigualdad?

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Contento pero escéptico. Así se siente Alfredo Sasso, empresario del sector inmobiliario en Costa Rica, ante el avance de las herramientas de inteligencia artificial generativa en el día a día de su inmobiliaria, ubicada en la ciudad de San José. “Este es un negocio muy difícil de automatizar”, precisa ante la consulta, y enfatiza en la importancia que el cliente le da a la atención personal y humana de quien le asiste en la operación. “Eso no lo puede reemplazar ninguna máquina”, sentencia.

Estas dudas contrastan con la adopción de la inteligencia artificial generativa (GenAI), como ChatGPT, Copilot o Gemini, entre muchas otras plataformas que se extienden con rapidez en el continente. Un reciente informe del Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo destaca que hasta un 14% de los empleos podrían volverse más productivos cambiando las reglas de juego para miles de empresas, como la de Alfredo. De hecho, Costa Rica, junto con República Dominicana, México y Colombia, se posiciona como uno de los países de la región con mayores oportunidades económicas al introducir estas tecnologías.

Sasso equilibra su incredulidad inicial con algunas ayudas que ya utiliza para promocionar su negocio: “Tareas como las descripciones de los hogares antes demoraban 15 minutos y ahora lo hago en segundos”. Para él, el ahorro de tiempo es “considerable”, aunque enfatiza en la necesidad del control y la revisión humana para cualquier material generado por la IA.

Pawel Gmyrek, Hernan Winkler y Santiago Garganta, los tres autores del estudio, señalan que los trabajadores asalariados y autónomos —como peluqueros, vendedores, arquitectos y también agentes inmobiliarios— son algunos de los que tienen más probabilidades de beneficiarse del impacto de la GenAI.

La transformación de las actividades, como las que menciona Sasso, se enfrenta con desafíos persistentes que desde hace tiempo lastran el crecimiento económico de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, los autores señalan que hasta la mitad de los trabajos que podrían ser más productivos gracias a la GenAI —alrededor de 17 millones de empleos— se ven obstaculizados por brechas en el acceso digital y la infraestructura. Esto significa que millones de personas podrían quedar fuera de los beneficios de esta revolución tecnológica, no por falta de capacidad, sino por falta de infraestructura básica.

“El impacto final de estas herramientas dependerá de múltiples variables difíciles de pronosticar, como por ejemplo el ritmo de adopción de la IA y el desarrollo de habilidades complementarias a esta tecnología”, precisa Hernan Winkler, economista sénior del Banco Mundial y uno de los expertos a cargo del reporte. Este especialista insiste en la relación directa entre la solidez del mercado laboral y el combate contra la pobreza y la reducción de la desigualdad, pese a lo prematuro de los debates.

América Latina, claramente, no está sola frente a este avance tecnológico. Las herramientas digitales como GenAI son cruciales para generar nuevas oportunidades económicas y mejorar servicios como la educación y la salud en todo el mundo. Su avance a un ritmo nunca antes visto hace que el costo de no actuar crezca cada día. Para la región, esta puede ser una llave que desbloquee todo su potencial tras décadas de bajo crecimiento económico.

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¿Delegar o automatizar?

Aunque la inteligencia artificial podría ser una vía crucial para aumentar la productividad en los mercados emergentes, también podría agravar las brechas existentes entre los trabajadores. Pese a la progresiva acumulación de capital humano, las economías locales no han logrado avanzar en materia de productividad, quedando rezagadas frente a otras regiones.

Entre el 26 % y el 38 % de los empleos en América Latina y el Caribe podría verse expuesto a la GenAI, señala el informe, lo que pone más presión al mercado laboral. En particular, entre el 2 % al 5 % de los trabajos corren el riesgo de ser automatizados por completo. Los servicios de banca, finanzas y seguros, seguidos por la administración pública, son algunos de los sectores con mayor exposición a la automatización.

No se trata solo de simulaciones teóricas, sino que son procesos que ya están impactando en las firmas de la región. Lo sabe bien Darío Romero Vázquez, un joven ingeniero mexicano: “Ciertas tareas se han vuelto más fáciles: ya no tienes que buscar cómo hacer ciertas tareas, sino que la tecnología las realiza por sí sola”. Esto da lugar, asegura, a que los empleados se enfoquen más en cuestiones de estrategia y de negocios. “Esto no significa que vas a trabajar menos, sino que se triplica la carga en el día a día con cada vez más tareas”, afirma.

Este tipo de beneficios está limitado a ciertos sectores: solo entre el 7% y el 14% de los trabajadores de la región pueden beneficiarse del uso de la GenAI delegando tareas en esta tecnología.

Para Romero Vázquez, que trabaja desde hace tres años en instituciones financieras de primer nivel, el uso de estas tecnologías tendrá sin dudas un impacto en el mercado laboral. “Las empresas de tecnología grandes ya están recortando su plantilla a la espera de recibir beneficios del uso de la GenIA”, subraya. Las consecuencias de los nuevos estándares lo sufrirán más quienes menos experiencia tienen: “Los requisitos para un puesto junior (con menor experiencia) han aumentado: ahora se espera que sepas más antes de incorporarte”, comenta este ingeniero. Esta posibilidad puede amenazar la caída del desempleo juvenil, que se ha reducido en un 5% desde 2016 en la región.

Además, la automatización puede agigantar más las desigualdades de género. Si bien las mujeres latinoamericanas se adjudicaron el 54% de los nuevos trabajos creados en los últimos nueve años, las diferencias de sueldos se mantienen y, en promedio, ellas ganan un 22 % menos que sus contrapartes masculinas.

“Una proporción significativa de los empleos en riesgo de ser reemplazados por la IA corresponde a trabajos administrativos: precisamente uno de los sectores que impulsó el avance de las mujeres en el mercado laboral durante las últimas décadas, pero que ahora enfrenta una grave amenaza de automatización”, agrega Winkler.

La inteligencia artificial no es un destino inevitable, sino una herramienta que puede ampliar o reducir desigualdades. En América Latina, el desafío no es solo tecnológico, sino profundamente humano: decidir para qué, para quién y cómo se usa esta transformación. ¿Cómo prepararse, entonces? La receta no es nueva, y las mismas herramientas de GenAI responden con claridad: se necesita de una apuesta por la educación, el desarrollo económico y una red de protección social que acompañe la transformación.

Redacción

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