VIVE Global: Descubre el Mundo en Directo

13.1 C
La Plata
lunes, septiembre 15, 2025

América Latina, la ideología como brújula en una región fragmentada

Más Noticias

Los problemas de integración en América Latina son tan viejos como sus repúblicas. Cada generación ensayó su propio mecanismo, y cada uno acabó en el archivo de las buenas intenciones. La UNASUR, en su momento, encarnó un impulso razonable de coordinación, pero se quebró en las grietas políticas. La CELAC sobrevive, aunque limitada a consensos mínimos que rara vez trascienden el papel. El ALBA funcionó como espacio de afinidad ideológica más que como proyecto regional. Hoy, la región parece haber alcanzado un nuevo piso: menos institucionalidad compartida, más ideología como brújula. No es que los intentos de diálogo hayan desaparecido, sino que quedaron subordinados a la lógica de la confrontación política.

En SONAR no se trata de narrar por enésima vez la frustrada historia de la integración latinoamericana, sino de identificar tendencias. Para eso, trabajé con dos bases de datos que permiten mirar la región desde otro ángulo. La primera es la de puntos ideales de Erik Voeten, que mide cómo votan los países en la Asamblea General de la ONU y los ubica en un continuo ideológico global, más lejos o más cerca del orden liberal global liderado por Occidente. La segunda es la de ideologías de líderes compilada por Bastien Herren, que clasifica a cada jefe de gobierno según su orientación política —izquierda, centro o derecha— a lo largo del tiempo. Combinadas, estas fuentes ofrecen un laboratorio útil: permiten observar no tanto los discursos, sino los comportamientos medibles, y así trazar la geografía cambiante de América Latina a través de su voto en la ONU.

El gráfico es menos un relato de la Guerra Fría que un comentario sobre el presente. La primera observación tiene que ver con la declinación de la región en sus postura hacia el orden liberal internacional (valores mayores en el eje vertical significan más acercamiento a Occidente). Entre los 2000 y 2010, la caída es notable y coincide con el llamado “giro a la izquierda” que se dio en la región. A partir de 2015, sin embargo, el proceso parece revertirse, pero aún lejos de los niveles de la Guerra Fría.

Si te gusta Mundo Propio podés suscribirte y recibirlo en tu casilla los lunes.

La imagen de abajo hace lo mismo que el de arriba pero desagrega el voto anual en entre promedios: gobiernos de izquierda, centro y derecha. Los datos de ideología llegan hasta 2020. La derecha latinoamericana, que en los cincuenta y sesenta votaba casi en automático con Washington, hoy aparece en un plano mucho más distante. La izquierda sigue siendo la más renuente y se distancia del centro y de la derecha como no lo hizo en décadas anteriores.

Otra forma de mirar la relación entre ideología y voto es a través de un boxplot como el que hice abajo. La caja (rectángulo) abarca el rango intercuartílico (del 25% al 75% de los datos). Es decir, concentra la mitad de las observaciones. La línea dentro de la caja marca la mediana (el valor central). Y los “bigotes” (líneas que salen de la caja) muestran el rango típico de los datos, sin considerar valores extremos. El boxplot lo dice sin rodeos: la ideología del líder sigue marcando el rumbo de la política exterior latinoamericana. La derecha vota más cerca de Washington, la izquierda más lejos, y el centro queda en el punto intermedio. Lo interesante no es solo la posición relativa, sino la dispersión: la izquierda es mucho más heterogénea, con gobiernos que rozan la moderación y otros que se alejan por completo del orden liberal. La derecha, en cambio, muestra una alineación más consistente. En un continente donde los proyectos de integración se diluyen, la brújula ideológica organiza la fragmentación de manera bastante previsible.

Otra cosa que hice: un heatmap para estimar el desvío por país del promedio de puntos ideales. Para hacerlo más claro, lo organicé por décadas (la última columna tiene los datos hashtag 2024). De este modo, hay tres tendencias visuales: la distancia entre los votos durante la Guerra Fría, la mayor convergencia que se da a partir de los 90 y la aparición de más dispersión a partir de 2010, en particular en el caso de Venezuela, Nicaragua y Bolivia, aunque también, en menor medida, la Argentina y Brasil.

Cenital no es gratis: lo banca su audiencia. Y ahora te toca a vos. En Cenital entendemos al periodismo como un servicio público. Por eso nuestras notas siempre estarán accesibles para todos. Pero investigar es caro y la parte más ardua del trabajo periodístico no se ve. Por eso le pedimos a quienes puedan que se sumen a nuestro círculo de Mejores amigos y nos permitan seguir creciendo. Si te gusta lo que hacemos, sumate vos también.

Sumate

Para ver mejor esta tendencia, grafiqué la varianza, que no es otra cosa que el grado de dispersión entre los países de la región: si votan parecido en la ONU, la curva cae; si votan cada uno por su lado, sube. Lo que muestra el gráfico es un patrón reconocible. En los años cuarenta y cincuenta, América Latina fue un coro desafinado, con países moviéndose en direcciones muy distintas. Durante la segunda mitad del siglo XX, esa dispersión se redujo: la Guerra Fría y cierta disciplina diplomática dieron al continente un aire de bloque más uniforme. Pero desde 2000, la curva vuelve a trepar. 

Hoy la región está otra vez fragmentada, no sólo en el promedio de sus votos, sino en la variedad interna de sus posiciones. En resumen: hoy la región no solo está más lejos de EE. UU. en promedio (como vimos antes), sino también más dividida en su interior. No sólo desapareció la retórica de unidad latinoamericana; también se multiplicaron los incentivos domésticos y externos para votar distinto. 

¿Y qué hay de China? El gráfico inferior coloca el promedio de los puntos ideales de la región versus los puntos ideales de Estados Unidos y China. La línea violeta muestra cómo en los cincuenta y sesenta la región estaba más cerca de Estados Unidos que de nadie. Luego vino la caída. Desde los ochenta, el promedio regional se desliza hacia abajo, alejándose del orden liberal sin abrazar del todo a Pekín. El dato no sugiere un corrimiento masivo hacia China, sino la erosión gradual de un alineamiento histórico. La región no cambió de socio, cambió de hábito: votar menos con Estados Unidos, sin necesidad de votar con alguien más.

Pero los promedios suelen engañar, como lo sugiere la imagen de abajo, en donde grafico los puntos ideales de la Argentina, Brasil, México, Colombia y Venezuela. Lo que hice acá fue elaborar un índice relativo a los puntos ideales de Estados Unidos (el 1 con la línea azul punteada) y de China (el 0 con la línea roja). Así, un estado que siempre vota igual que EE. UU. tiene el valor de 1, y si siempre vota igual que China tiene el valor 0. 

Lo que se aprecia es la enorme distancia entre el voto argentino y venezolano. No es nada sorprendente, claro, pero sirve para definir el rango de puntos ideales hoy en la región. México, pese a su retórica soberanista, es el más estable en la órbita de Estados Unidos: la geografía del NAFTA/USMCA es más fuerte que cualquier discurso. Colombia, aliado militar por excelencia, aparece sorprendentemente menos dócil en la Asamblea General; en el escenario multilateral prefirió disfrazar su cercanía con votos que lo preservan del aislamiento regional, al menos hasta la llegada de Petro. Brasil es la potencia intermedia que nunca elige del todo: con Lula da Silva se acerca al sur global y a China, pero nunca rompe el puente con EE. UU. Argentina oscila más que ninguno: de la crítica estridente al alineamiento pragmático, según el ciclo político doméstico. Y Venezuela, desde Hugo Chávez, es el único caso que rompe con toda ambigüedad, abrazando a China y a cualquiera que le permita marcar distancia de Washington.

La conclusión es doble. Primero, la región está hoy más lejos de Washington que en el pasado, pero no más cerca de Pekín: se ubica en un espacio gris, definido más por la erosión del vínculo con Estados Unidos que por un alineamiento con China. Segundo, América Latina aparece más fragmentada en su interior: la brújula ideológica sigue siendo el mejor predictor de cómo vota cada gobierno. En la ONU no se escucha una voz regional, sino un coro disperso donde cada país proyecta sus vulnerabilidades y ambiciones. La ideología, más que la integración, es la que ordena el mapa.

Otras lecturas:

Redacción

Fuente: Leer artículo original

Desde Vive multimedio digital de comunicación y webs de ciudades claves de Argentina y el mundo; difundimos y potenciamos autores y otros medios indistintos de comunicación. Asimismo generamos nuestras propias creaciones e investigaciones periodísticas para el servicio de los lectores.

Sugerimos leer la fuente y ampliar con el link de arriba para acceder al origen de la nota.

 

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img

Te Puede Interesar...

Rescatan a 31 trabajadores rurales en Santa Fe: investigan explotación laboral y trata de personas

En la jurisdicción de Rafaela, provincia de Santa Fe, la Justicia federal intervino tras una denuncia por posibles condiciones...
- Advertisement -spot_img

Más artículos como éste...

- Advertisement -spot_img