América Latina se suma con fuerza a la campaña global “Julio sin plástico”, una iniciativa nacida en Australia que promueve dejar atrás, al menos por un mes, el uso de plásticos descartables. Con el lema de que cada gesto cuenta, millones de personas ya participan activamente en esta cruzada ambiental que apunta a cambiar hábitos de consumo y visibilizar el impacto del plástico en el planeta.
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La propuesta es simple: eliminar un plástico de un solo uso de la rutina diaria. Botellas, bolsas, envoltorios o vasos descartables son los principales enemigos a combatir. En 2024, la campaña alcanzó a 174 millones de personas en el mundo, con especial participación en América Latina: más de cinco millones en Brasil, tres en Colombia, y miles más en Perú, Chile, México, Uruguay y Argentina.
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“América Latina produce apenas el 4% del plástico a nivel global, pero consume alrededor del 8%”, señala María Alejandra González, coordinadora de Política de Plásticos de WWF para la región. A pesar de este consumo relativamente bajo, los impactos son profundos y visibles: playas, ríos y comunidades enteras afectadas por residuos que tardan siglos en degradarse.
En países como Chile, Colombia y México, las políticas públicas han comenzado a alinearse con esta visión. Chile, por ejemplo, fue pionero en prohibir las bolsas plásticas desde 2018. También participan activamente en las negociaciones del Tratado Global contra la Contaminación por Plásticos. Pero aún queda mucho camino por recorrer. “En América Latina hay importantes vacíos en recolección de residuos sólidos y falta de armonización regulatoria”, advierte González.
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Frente a estos desafíos, organizaciones como Unplastify vienen adaptando la campaña al contexto regional. Desde 2019, proponen microdesafíos diarios, talleres en escuelas y acciones comunitarias para construir una conciencia colectiva y sostenible. Según su coordinador, Juan Manuel Bruñol Silvani, “el cambio sistémico requiere acción colectiva y regional”.
La edición 2025 cuenta con la participación de más de 30 organizaciones, medios y empresas de 17 países, desde Argentina hasta República Dominicana. Además de promover el reemplazo del plástico por alternativas reutilizables, el enfoque está puesto en educar y conectar realidades muy distintas en términos de acceso a recursos y políticas públicas.
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Para Yve Ramírez, experta venezolana y autora de Residuo Cero, el primer paso es observar la basura que generamos. “Guardar por una semana todo el plástico que consumimos nos ayuda a tomar conciencia”, explica. La clave, según ella, está en actuar desde la realidad de cada persona y buscar alternativas disponibles en el entorno.
LV/fl