Los recursos naturales han moldeado imperios y guerras a lo largo de la historia. Hoy, en un escenario marcado por tensiones entre potencias y discursos que evocan una posible Tercera Guerra Mundial, el uranio emerge como el mineral más codiciado. Argentina, hasta ahora observadora, entra en la ecuación tras un hallazgo con implicaciones globales.
Un descubrimiento que reconfigura el mapa energético

La empresa canadiense Blue Sky Uranium Corp anunció la presencia de uranio en el proyecto Corcovo, en Malargüe, Mendoza. La zona ya había sido catalogada por la Comisión Nacional de Energía Atómica como un área de alto potencial, pero ahora la confirmación abre un capítulo que va más allá de la minería: es un recurso que puede alimentar tanto reactores nucleares como programas militares.
El hallazgo se suma al de Chiduidos, en Neuquén, con 80.000 hectáreas para explotación, y a otro identificado por Apeleg S.A., donde además del uranio se detectó cobre. Estos proyectos, aún en fase preliminar, sitúan a la Patagonia argentina en el radar de las grandes potencias interesadas en asegurar su suministro energético y estratégico.
Uranio: más valioso que el oro en tiempos de crisis

Aunque el uranio es 500 veces más abundante que el oro, su importancia radica en su capacidad energética. Una pieza del tamaño de un huevo puede generar la misma electricidad que 88 toneladas de carbón. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica, su manipulación permite dos caminos: enriquecido, se convierte en combustible para centrales y armas nucleares; empobrecido, en blindaje y proyectiles perforantes.
Esa versatilidad lo coloca en el centro de la disputa mundial por recursos estratégicos. De Kazajistán a Canadá, de Namibia a Australia, los países productores se reparten el mercado mientras la demanda no deja de crecer. Ahora, con Argentina en la lista, la ecuación se complica para quienes buscan controlar el flujo global del mineral.
Entre la promesa y el riesgo geopolítico
El hallazgo abre la posibilidad de convertir a Argentina en un jugador de peso en el tablero energético internacional. Sin embargo, la pregunta es si el país está preparado para gestionar un recurso tan sensible en medio de tensiones crecientes. La historia enseña que la abundancia puede ser tanto bendición como maldición, y que la riqueza mineral, en contextos de conflicto, suele convertirse en campo de disputa.
En un mundo donde la línea entre energía y armamento es difusa, la Patagonia uranífera puede ser la llave de oportunidades económicas inéditas, pero también el foco de presiones externas. Y en la sombra de la geopolítica, el eco de la Tercera Guerra Mundial convierte cada tonelada de uranio en un arma de doble filo.