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Durante décadas, el ferrocarril ha sido el gran ausente en las estrategias de desarrollo del transporte en América Latina y el Caribe. A pesar de su potencial para movilizar grandes volúmenes de personas y mercancías de forma sostenible, eficiente y segura, este modo de transporte fue dejado de lado frente al predominio de la carretera y, en menor medida, de la aviación. Sin embargo, hoy algo está cambiando. El regreso del tren ya no es solo una añoranza nostálgica del pasado, sino una apuesta real por una región más competitiva, sostenible, integrada y equitativa.
Se estima que en América Latina y el Caribe se invertirán más de 150.000 millones de dólares en infraestructura ferroviaria en los próximos años, con grandes proyectos en marcha en varios países de la región. Chile, con el ambicioso plan de inversiones de la Empresa de Ferrocarriles y, Brasil, con su Plan Ferroviario Nacional para transformar su matriz de transporte, están movilizando financiaciones sin precedentes. Colombia, por su parte, también apuesta por mejorar su red ferroviaria con proyectos de gran envergadura tanto a nivel nacional como a nivel regional. En el primer grupo, por ejemplo, está el Corredor Férreo Central y el Corredor Férreo del Pacífico, mientras el segundo incluye el Regiotram del Norte, el Regiotram del occidente y el tren de cercanías del Valle del Cauca, entre otros. Dichas iniciativas apuntan a reactivar rutas históricas y a construir nuevas oportunidades de conexión territorial.
La historia del desarrollo global demuestra el poder transformador del tren. En Europa, la red ferroviaria fue clave para articular la Revolución Industrial y hoy sigue siendo la ficha para la movilidad sostenible y el transporte de mercancías, con sistemas como el TGV francés, el ICE alemán o el AVE español, conectando ciudades a más de 300 kilómetros por hora. En Norteamérica, la red ferroviaria de carga -que conecta México, Estados Unidos y Canadá- constituye una de las redes logísticas más integradas y extensas del mundo. En Asia, el “milagro ferroviario” de China, con una vasta red de pasajeros y carga, ha impulsado el crecimiento económico y la integración de las regiones, incluyendo la Nueva Ruta de la Seda con sus corredores ferroviarios entre Asia, Europa y África. Todo evidencia que el tren sigue siendo, en pleno siglo XXI, un instrumento de conexión global.
En este contexto, América Latina y el Caribe debe dar un paso al frente para recuperar y ampliar redes ferroviarias con trenes urbanos y suburbanos que mejoren la movilidad metropolitana; corredores logísticos para reducir los costos de transporte de carga; trenes turísticos que revitalicen territorios, y proyectos interurbanos de pasajeros que vuelven a imaginar una conexión más sostenible entre regiones. Necesitamos repensar cómo nos movemos y cómo conectamos nuestros territorios, en un contexto marcado por la transición ecológica, la transformación productiva y la búsqueda de mayor cohesión territorial.
Para articular esfuerzos y lograr expandir redes en la región, el próximo 30 y 31 de julio se celebrará en Bogotá el Foro Internacional por la Reactivación Ferroviaria, una iniciativa de CAF —banco de desarrollo de América Latina y el Caribe—, en alianza con el Ministerio de Transporte de Colombia. El evento reunirá a ministros, autoridades nacionales, organismos multilaterales, expertos internacionales, academia y representantes del sector privado para dialogar sobre el presente y el futuro del ferrocarril en América Latina.
A lo largo de dos jornadas se abordarán temas clave como la gobernanza institucional, el acceso a financiamiento —incluyendo el climático y verde—, la interoperabilidad entre sistemas, la digitalización del sector, el fortalecimiento del talento humano y el rol del tren como catalizador de la revitalización territorial. Participarán especialistas de países como España, México, Reino Unido, Chile, Alemania y Costa Rica, así como de toda Latinoamérica, para compartir experiencias, desafíos y aprendizajes sobre cómo avanzar en una agenda ferroviaria regional.
El tren tiene el potencial de convertirse en una herramienta estratégica para conectar territorios, reducir desigualdades, generar empleo, fomentar la integración regional y descarbonizar el transporte. Pero, para que esto ocurra, se necesita voluntad política, marcos normativos adecuados, cooperación internacional, planificación de largo plazo y una visión compartida. Este foro quiere ser precisamente eso: un espacio de encuentro, reflexión y compromiso colectivo que permita volver a poner al tren en el centro de la conversación pública y política.
La reactivación ferroviaria no es solo un reto técnico. Es, sobre todo, una oportunidad histórica para construir una América Latina más integrada, resiliente, sostenible y, en definitiva, más justa.