Una de las pocas cosas en las que coinciden los políticos, es que necesitamos más crecimiento económico. Tras dos décadas de crisis sucesivas, los líderes políticos han situado el crecimiento en lo más alto de sus prioridades.
América Latina, antes de la llegada de la covid-19, presentaba una situación complicada. El crecimiento promedio durante el período de 2014-2024, se mantuvo entre el 0,8% y el 1%, considerado el peor resultado desde la postguerra, ya que resultó menor que el 1,1% de la “década perdida” (1980-1990). El Banco Mundial en Perspectivas Económicas Mundiales (enero, 2025), estima que el crecimiento promedio en la región durante 2025 será del 2,5%, siempre y cuando las tasas de interés se normalicen, baje la inflación y los precios de los productos básicos impulsen las exportaciones, aunque el tenue crecimiento de China del 4,5%, podría limitar su demanda.
Entre las palancas que pueden conseguir un mayor crecimiento económico, se encuentra la inteligencia artificial (IA), que ha irrumpido con fuerza como una de las tecnologías más transformadoras del siglo XXI, hasta tal punto que se encuentra redefiniendo las dinámicas económicas, sociales y productivas en todo el mundo. La otra palanca son las multilatinas que representan un fenómeno empresarial realmente novedoso en la región, que se explica debido al desarrollo que han protagonizado desde mediados de la década de 1990, impulsado por un entorno internacional muy favorable. Una tercera, serían las ciudades como símbolo de transformación vital para impulsar el crecimiento económico y el desarrollo sostenible, abordando desafíos y optimizando recursos. Es una oportunidad para cambiar las ciudades y construir también un nuevo modelo económico y productivo.
Para la región, estas tres palancas representan una oportunidad única para acelerar el crecimiento. Un desafío que reclama un “modelo de crecimiento innovador”, que le permita enfrentarse exitosamente con los grandes cambios de la economía mundial, marcados por la aceleración tecnológica, que determina la capacidad para competir con productos de mayor valor añadido. Con la agravante, de que si estos productos, se concentran cada vez más en las empresas con presencia global, la región necesita campeones globales. Por ello, es necesario fortalecer la internacionalización de las multilatinas, como está sucediendo con su llegada a España, donde es cada vez más amplia y diversa.
De manera que América Latina se encuentra en un punto de inflexión: la irrupción de la IA, las multilatinas y las ciudades como dinamizadores y motores económicos, pueden redefinir el crecimiento de la región, haciendo más inteligente el territorio y haciendo más competitivo el tejido productivo, con especial interés en las pequeñas y medianas empresas que representan una amplia mayoría en la región.
La situación no solo es novedosa sino desafiante, dado que es portadora de un nuevo paradigma, que implica la transformación radical del modelo tradicional de producción. La cuestión está en lograr que el nuevo paradigma vehiculice iniciativas empresariales que hagan posible una “oleada innovadora”, provocando cambios estructurales en la distribución y el consumo. A su vez, la IA como poderosa catalizadora, dispensa a las multilatinas, la oportunidad de aprovechar esta tecnología para impulsar la innovación, aumentar la productividad, incorporar mayor conocimiento y empleos de calidad, teniendo en cuenta que la región cuenta con una amplia diversidad de trabajadores de baja cualificación y que la informalidad laboral adquiere en algunos países niveles preocupantes.
Según el estudio conjunto del Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo, la IA podría transformar significativamente los empleos e impulsar la productividad, pero las brechas existentes en la infraestructura digital podrían obstaculizar sus beneficios potenciales. Algunos datos, entre el 26% y el 38% de los empleos de la región están expuestos a la IA, siendo más probable que aumente y transforme los puestos de trabajo que los automatice completamente, solo entre el 2% y el 5% se enfrentan a esta posibilidad. En cuanto a la productividad, podría aumentarla desde un 8% hasta un 14%, según los empleos.
Las previsiones económicas indican un crecimiento del 2,5%, pero para alcanzar niveles significativos que reduzcan la pobreza y la desigualdad, es necesario un crecimiento sostenido superior al 4%. La implementación de soluciones tecnológicas en áreas críticas puede actuar como un catalizador para este cambio, teniendo a las empresas multilatinas como impulsoras.
La cuestión es que, América Latina, de continuar su modelo basado en la especialización exportadora en torno a los recursos naturales, manteniendo una estructura económica con baja tecnología y productividad, hace más difícil encontrar un modelo de crecimiento innovador, competitivo, creador de mayor riqueza y bienestar. Además, surge el problema al comprobar que la generación de tecnologías avanzadas fuera de la región, hace necesario contar con un ecosistema tecnológico y emprendedor, que exige una nueva regulación para las inversiones, los flujos de datos, los derechos de propiedad intelectual, la seguridad y la privacidad de la información, como elementos esenciales que lo faciliten. Y esto solo será posible, en la medida que los países logren contar con las infraestructuras adecuadas y el talento necesario, dentro de un entorno motivador para las inversiones y los negocios, para de esta manera, convertirse en una región impulsada por la innovación y el conocimiento, que atraiga y retenga al talento.
Aunque todo esto, no exime de los riesgos asociados a la IA, que pueden intensificar las desigualdades, especialmente entre las pequeñas y medianas empresas, que podrían no tener acceso a esta tecnología, sobre todo las primeras. Además, los sesgos en los algoritmos pueden perpetuar discriminaciones en los empleos y algunos servicios, como los financieros. También es crucial reducir la brecha educativa, ofreciendo programas de formación tecnológica que preparen para los desafíos digitales, promoviendo una adopción inclusiva y equitativa de la IA en la región.
En definitiva, la integración de la inteligencia artificial y otras tecnologías disruptivas en las ciudades y las empresas multilatinas, no solo es una opción viable, sino una necesidad imperativa para enfrentar los desafíos estructurales y aprovechar las oportunidades competitivas para impulsar el crecimiento. Las ciudades inteligentes sostenibles, la expansión de las empresas multilatinas y las políticas públicas adecuadas pueden converger para crear un entorno propicio para el desarrollo sostenible y equitativo. América Latina debe adoptar una visión audaz y estratégica, donde la innovación, la tecnología y el sistema productivo liderado por las multilatinas, se convierta en el pilar fundamental de su futuro económico y social.
Finalmente una apreciación y es que si América Latina desea posicionarse como un jugador de primer nivel global, la colaboración pública-privada se hace más necesaria que nunca, para lo cual, deberían unirse en torno al modelo que proponemos de crecimiento innovador, impulsado por las tres palancas que muestran el camino para construir sociedades más prósperas.