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miércoles, febrero 5, 2025

Analía Couceyro debuta como escritora con ‘Yendo’: Una mirada al vacío contemporáneo

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La mayor tentación de esta época es desconectarse. De las redes sociales, del Whatasapp, de internet, del celular, incluso de la propia vida. Hoy podría decirse que la desconexión es el sueño eterno. Esa la decisión, replegarse de la existencia y volverse una stalker de las vidas ajenas, que toma la protagonista de Yendo (Emecé), la primera novela de la actriz Analía Couceyro (Buenos Aires, 1974).

Lectora voraz desde siempre (“yo tengo un montón de textos en la cabeza, muchos años de memorizar palabras”), y no solo por su trabajo, habla de su relación con los libros un mediodía en su casa de Mataderos: “Tengo todos mis libros subrayados con un afán de robo porque siempre imagino que eso lo puedo usar para algo, una obra de teatro o cualquier cosa”.

Con experiencia en teatro, cine y televisión, Couceyro arrancó a los 21 años: “Hice mi primera obra en el Teatro Cervantes en el año 96. Y trabajé mucho tiempo en teatro oficial, el Colón, el San Martín y el Crevantes. Hoy todo está medio vaciado”. Esta nueva realidad, donde la cultura está siendo corrida del eje de lo importante, la actriz tuvo que encontrar nuevos espacios para seguir creando.

Cuenta: “Mi trabajo durante toda mi vida tuvo que ver con actuar, dirigir, dar clases y todo eso es dentro del mundo del trabajo. Entonces escribir es algo que me da muchísimo placer, pero recién desde la pandemia encontré “la escena de la escritura”. Estar horas escribiendo y corrigiendo. Y quería encontrar un ritmo, y sostenerlo. Y también es un libro que siempre lo pensé para leer en el colectivo. Por eso hice los capítulos cortos para leerlos de un tirón.”

Analía Couceyro . Foto: Emmanuel Fernández.Analía Couceyro . Foto: Emmanuel Fernández.

Yendo es una novela en la que una mujer, sin mucha explicación, decide desertar de la vida, meterse hacia adentro y comenzar a vivir a través de las historias fragmentadas que captura en las vidas de otras personas mediante la mirada en lugares públicos de sus celulares.

Puede ser vista como una comedia pero que tiene en su centro neurálgico es una mirada, quizás dramática, sobre el presente y la pérdida voluntaria de la privacidad. Dice: “Hay gente que te mete en su vida, las redes son un poco así. Por ejemplo, la gente que fotografía o comenta todo. Creo que ya no sé muy bien qué es lo íntimo.”

Pero Couceyro no solo mira lo que sucede entre las personas y el uso descontrolado que le das a sus celulares, se ocupa de observar, y sentir, por supuesto, la situación de cultura en la Argentina por estos días de verano: “Hay un discurso que se habilitó, no solamente se trata del vaciamiento de la cultura y demás porque ya casi no hay trabajo para los actores; sino también, eso impuso un discurso en el común de la gente, y eso es doloroso por el grado de violencia que hay y la falta de empatía, falta de solidaridad. Igual, creo que el arte y la educación están siendo especialmente castigados porque es a lo que le teme un gobierno como el actual. Y el mundo va en esa dirección. A la vez siento que se están generando espacios de resistencia y pertenencia, como la universidad pública, por ejemplo. Nos agarramos más fuerte a los que estamos tratando de hacer cosas y a los espacios de encuentro”.

“Será que algún día hablaré con palabras ajenas”, dice la protagonista de Yendo. Desertar como forma de supervivencia y resguardarse como acto de resistencia ante el avance irrefrenable de la disolución del mundo tal como se conocía. Un encuentro con la actriz y, ahora, narradora para pensar su primea novela y el modo en el cual hay que estar despiertos para poder potenciar la propia poética y no dejarse vencer por los males del presente.

–Siendo actriz, ¿el texto desde su origen fue pensado como narración?

–El libro empezó como como un largo poema. Con el tiempo fue ganando terreno la voz de la protagonista y empezaba a mostrarse un mundo del personaje y quizás eso ya no entraba en el formato de la poesía. Al principio todo era mucho más autobiográfico, mis impresiones de lo que espiaba, y de pronto fue entrando más la imaginación. Como siempre ocurre creo. De ahí que creció el texto como una suerte de monólogo interior si se quiere. Eso derivó en la novela. Que para mí es como un largo viaje porque no fue directo. En algún momento me encontré con que estaba escribiendo una novela.

–La novela desprende la pasión lectora de la protagonista y eso es algo que siempre estuvo en tu universo teatral, esos puentes entre literatura y dramaturgia.

–Mis obras de teatro nunca las escribí desde cero. Todas fueron reescrituras de materiales literarios ya existentes. Y esta vez fue al revés en algún punto. Mi cabeza es re teatral, tengo una visión de la realidad que está un poco distorsionada por la ficción, pero nunca escribí una obra de teatro porque siempre fueron versiones de El rastro de Margo Glantz, un texto basado en los cuentos de Mariana Enríquez, Tadeys, y trabajé también con Clarise Lispector, María Gainza, entre otras. Yo leo mucho, entonces siempre pienso que eso se puede transformar en teatro.

Analía Couceyro . Foto: Emmanuel Fernández.Analía Couceyro . Foto: Emmanuel Fernández.

–El texto va fluyendo en distintos géneros. ¿Tenían referencias en tu cabeza mientras la escribías pensando en que era tu primera novela?

–Manuel Puig era una súper referencia. En su momento fue disruptivo desde el principio en cuanto a eso de romper los géneros, desde su primera novela. También pensaba en Querés cojer? de Alejandro López. De todas formas, creo que ahora toda escritura es así.

–Lo fragmentario de la novela hace pensar en la forma en la que se vive el tiempo también en esta época.

–El tiempo es un re tema de esta época. También cuando pensamos en los viajes y en el viaje de la adultez. Hay algo que tiene que ver con el cuerpo. A cierta edad el paso del tiempo se lo siente en el cuerpo. Más allá de la edad, el vínculo con el propio cuerpo o con el cuerpo de los demás en un tema de estos tiempos. Hay algo de esos que está en esta novela, los recuerdos de la protagonista: en todos sus viajes hay algo de lo no inmediato y de las cosas que pasaron muy rápido, como las cartas o el teléfono fijo.

–Hay algo que refiere la novela y que tiene que ver que con el chat y la comunicación inmediata la palabra perdió consistencia y materialidad.

–Sí, hay algo de eso que quienes vivimos sin celular y tuvimos una vida adolescente sin celular que todavía tenemos palabra. Eso se perdió ahora, todas las cosas se reconfirman hasta último momento, por ejemplo. El contrato de la palabra ahora es efímero, no tiene tanto peso.

–En un momento la protagonista decide replegarse y empezar a ser turista de la vida de los demás. ¿Por qué considerás que hace eso?

–¿A vos por qué te parece?

–Creo que porque es un tipo de vida posible el no vivir, el guardarse hasta nuevo aviso. Lo demostró la pandemia. Me parece.

–Sí, total. Y también preguntarnos cuál es la vida real si ahora todos somos un poco inmateriales. A veces sentís que conocés a alguien realmente pero en realidad solo la conocés en las redes sociales. El holograma ya es parte de la realidad. Y tiene que ver con el cuerpo en la actualidad y el lugar que ocupa. El personaje toma la decisión de desparecer y se pregunta: ¿y qué pasa si desaparezco? La pregunta es: ¿qué es estar adentro del mundo? Y eso hoy tiene algo político: se está cayendo todo el mundo del sistema. ¿Qué significa estar adentro del mundo y del sistema? El personaje decide no interactuar más, decide ser una stalker de los desconocidos que la rodean. Pero en esa decisión hay una cuestión con tratar de ser impermeable y estar en uno. Y eso de guardarse tiene que ver en nuestro país con que es todo muy horroroso afuera, entonces guardarse es una forma de resguardarse un poco. En el subte a cada rato hay diez familias pidiendo plata, o te sentás a tomar una cerveza en la heladera y pasan otras diez familias pidiendo plata. La no conexión es una forma de no conectar con ese horror cotidiano.

–¿Es un modo de resistencia este desparecer del personaje?

–Sí, absolutamente. Y además es muy primitiva esa decisión, algo animal. No es fácil de sostener tampoco tomar esa decisión.

–De todas maneras, el tono es muy lúdico.

–Eso es muy natural mío. Hay algo del humor que no lo puedo evitar. Es mi forma de ver el mundo. Y eso se traduce cuando actúo y, ahora, cuando escribo.

Analía Couceyro . Foto: Emmanuel Fernández.Analía Couceyro . Foto: Emmanuel Fernández.

–Por tu trabajo de actriz hay mucho de exposición, ¿existe en esta novela un trasfondo de necesitar correrse de ahí y empezar a mirar al resto?

–Yo creo que la actuación siempre tiene que ver con espiar. Actuar es robar, que es lo que hace el personaje de esta novela. Hay un ejercicio que siempre le doy a mis estudiantes en la facultad: los mando a seguir a alguien en un lugar público y estar cerca de esa persona imaginando cómo es esa vida, robar su forma de vestir, su manera de hablar, etc. Entonces eso siempre está como forma de trabajo.

–El personaje puede stalkear a todo el mundo porque ya nadie cuida su intimidad. ¿Ves así estos tiempos?

–Hay algo de la intimidad que está roto, nada es íntimo. Entonces, la gente habla de cualquier cosa en el colectivo, en la calle, cuando mando o escucha los audios re fuertes, es fácil enterarte de los fragmentos de las vidas de las personas. Y para actuar eso es re útil, sino uno siempre actúa desde uno. Lo más divertido de actuar es poder probar todas esas otras vidas. Y estar muy atenta a la realidad para poder capturar cosas que amplifiquen tu poética.

–¿Cómo sentís que amplifica tu poética esta novela?

–Encontré un lugar de euforia en la escritura.

–¿Alguna vez fantaseaste con desertar como tu personaje?

–Me van pasando algunas cosas en relación con la actuación. Siempre es difícil para una actriz o un actor decir que no a un trabajo y decidir bien qué hacer, pero me di cuenta en los últimos años que por ahí no es necesario actuar tanto. Y no tiene que ver solo con las condicientes que te ofrecen, sino también con poder encontrar otro espacio que no sea solo actuar, como me pasó con la escritura. Sí, retirarse del mundo siempre es una fantasía presente.

Analía Couceyro . Foto: Emmanuel Fernández.Analía Couceyro . Foto: Emmanuel Fernández.

Analía Couceyro básico

  • Nació en Buenos Aires en 1974. Es actriz, directora de teatro, docente y escritora. Ha participado en decenas de proyectos de teatro, ópera, performance, cine y televisión.
  • En sus obras como directora suele también actuar y encargarse de la dramaturgia.
  • Muchos son trabajos que vinculan materiales provenientes de la literatura o las artes visuales con espacios no convencionales. Es profesora en la carrera de Actuación en la Universidad Nacional de las Artes.
  • Publicó La edad justa, con Valeria Sestua, Dientes de lata, con Celeste Lluvia, y participó de los volúmenes de ensayos y crónicas El libro de las fobias y Producción de sentido actoral.
  • Yendo es su primera novela.

Yendo, de Analía Couceyro (Emecé).

Redacción

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