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Patagonia

Andino Bollmann, 65 años dedicados al campo patagónico: “Antes no se hablaba de ecología, se decía cuidar el campo”

Andino Bollmann conserva la memoria joven y una serenidad que sólo se consigue luego de muchos años en el campo. Nacido en San Juan, criado en Mendoza y adoptado por la Patagonia desde hace más de seis décadas, su historia es también la historia del desarrollo ganadero en la región. “Hace 65 años que estoy acá”, dice, como resumiendo en una frase una vida entera en un territorio que lo atrapó desde muy joven.

Andino se toma un tiempo para contarle al periodista de Río Negro Rural los pormenores de su nombre y apellido, para evitar errores. “Soy Andino Bollmann, con B larga, doble L y doble N, por las dudas”, aclara, como acostumbrado a que siempre falte alguna letra.

A los 85 años recuerda con claridad que su vocación por el campo nació de chico, cuando se crió “entre los puesteros” en Mendoza. Allí empezó su relación con los animales, el trabajo rural y la vida austera ligada a la naturaleza.

Andino Bollmann, en la Expo Rural de Junín 2025.

Se recibió de agrónomo en 1958 en la Escuela de Agricultura de Casilda, Santa Fe. “Me encantaba la ganadería, el campo, todo eso”, recuerda. Apenas terminó sus estudios y luego de cumplir con las exigencias del servicio militar -aunque, como dice entre risas, “me salvé por número bajo”- decidió probar suerte en el sur, donde su padre había tenido un contacto años atrás, en 1932, en un criadero de zorro plateado en Mamuil Malal.

“Vine a una estancia y me quedé ahí, mi idea era esa”, admite. Tenía apenas 21 años cuando llegó a un campo de la zona de Junín de los Andes, recomendado por conocidos de su padre. Allí comenzó como segundo mayordomo. Bollmann explica que el término suele confundirse: “Mayordomo en el campo es como un administrador. Estaba el primer mayordomo y el segundo, y después venía el capataz”. Era el escalafón administrativo y productivo que marcaba la estructura tradicional de las grandes estancias patagónicas.

Con los años ascendería hasta convertirse en administrador del establecimiento, un campo de 50.000 hectáreas, enorme incluso para la escala de la región. “Estuve casi toda mi vida en esa empresa”, dice. Cuando el campo se dividió por herencias, él pasó de Coyunco a la estancia San Pedro, donde continuó hasta su jubilación. “Ahí quedé, fue mi casa”, resume la experiencia.

Una gran estancia


En la época en que llegó a la zona la ganadería se hacía a caballo, no existían camionetas, cuatriciclos ni drones, y todo el manejo se resolvía montado. La estancia tenía unos 3.500 a 4.000 vientres Hereford en un esquema de cría tradicional, junto a un plantel importante de equinos “cruza, pero muy buenos, de buena sangre”, con los que se trabajaba diariamente.

Andino Bollmann formó parte de la comisión directiva de la Sociedad Rural de Neuquén en años anteriores.

La producción estaba organizada de manera integrada entre Patagonia y la provincia de Santa Fe. “Se destetaba y se iba todo para el norte”, explica Bollmann. Los terneros destetados -unos 1.000 por año en promedio-, viajaban primero a Zapala, donde se cargaban en tren rumbo a los campos santafesinos. “Los primeros años se hacía todo así, se llevaba en arreo hasta Zapala”, recuerda.

Una huelga cambió todo


Pero una huelga ferroviaria cambió todo: el tren quedó detenido en medio de La Pampa y los animales murieron sin agua. “Se perdió un montón, murieron muchos terneros, fue muy bravo eso”. A partir de allí la empresa abandonó el transporte ferroviario y pasó a usar camiones.

Más tarde llegaría otro cambio fundamental: la Patagonia fue declarada libre de aftosa sin vacunación hasta el paralelo 42 y eso abrió nuevas posibilidades. “Ahí empezó a hacerse casi todo el ciclo completo acá”, relata Bollmann. La región comenzó a retener animales, a engordar novillitos y a diversificar sistemas. “El precio levantó mucho en ese momento”, recuerda. También comenzó a incorporarse riego, a cuidar más los mallines y a ajustar la carga animal.

“Nosotros cuidábamos el campo, nunca sobrecargábamos, manteníamos la ecología. Antes no se decía ecología, se decía cuidar el campo”.

Andino Bollmann, administrador de campo.

Aunque hoy la ganadería regenerativa es tendencia, Bollmann sostiene que muchos de esos principios ya se aplicaban antes, sin ese nombre: “Nosotros cuidábamos el campo, nunca sobrecargábamos, manteníamos la ecología. Antes no se decía ecología, se decía cuidar el campo”.

La empresa alemana para la que trabajaba tenía una disciplina férrea: aprovechamiento racional del agua de arroyos, división de potreros, manejo cuidadoso y previsión para los inviernos. “Era más rentable tener menos animales bien alimentados que muchos mal comidos”, afirma.

Manejo de pasturas


El manejo se hacía sobre pasturas naturales y forrajes cosechados en la propia estancia, como los mallines. “No había suplementación, todo era pasto”. Esa austeridad productiva dependía del equilibrio con el ambiente y del conocimiento profundo del territorio.

Con el tiempo comenzaron a introducirse cruzas: primero Hereford, luego algo de Angus colorado y finalmente el “careta”, muy demandado por los feedlots modernos por su vigor híbrido. “Siempre el vigor híbrido da un plus”, explica Andino, manteniendo la claridad que da la experiencia a quien administró miles de hectáreas y formó personal durante décadas.

“Muchos explotaron los campos sin pensar a futuro. Pensaron que era eterno, y no era así”.

Andino Bollmann, administrador de campo.

Bollmann vio pasar varias etapas de la ganadería neuquina frente a sus ojos. También vio cómo algunos campos se degradaron por sobrepastoreo y falta de manejo. Por eso vuelve una y otra vez a la idea de equilibrio: “Muchos explotaron los campos sin pensar a futuro. Pensaron que era eterno, y no era así”.

Hoy vive tranquilo, con el orgullo de haber administrado durante toda una vida dos grandes estancias y de haber sido parte de una época decisiva en el desarrollo ganadero de la Patagonia. Accede a las fotos para cerrar la entrevista, con la misma sencillez que marcó toda la conversación.

Una vida entera dedicada al campo, contada desde la experiencia, la memoria y la convicción de que trabajar bien la tierra siempre fue, y seguirá siendo, la clave de todo.

Redacción

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