Ángel Cappa tiene 79 años y habla con la serenidad de quien vivió lo suficiente para no tener que agradar a nadie. Nació en Bahía Blanca y su primer amor futbolero fue el club de su barrio, Villa Mitre, donde hizo las inferiores antes de pasar a Olimpo, la institución que marcaría su carrera. Jugaba como volante central, aunque a veces retrocedía como marcador. “Era inteligente para ver el partido, distribuir y jugar”, recuerdan quienes lo vieron. Él lo dice más simple: “Disfruté muchísimo de jugar al fútbol. Me sigue gustando, pero ya no puedo”.
Su retiro fue temprano. A los 28 años se rompió los ligamentos internos de la rodilla derecha. Lo enyesaron, tardó en recuperarse y decidió no operarse. “Ya había empezado a militar”, cuenta. Estudiaba Filosofía y Psicología en el Instituto Juan XXIII de Bahía Blanca, porque quería “entender lo que pasaba en el mundo”. La política lo llevó al exilio durante la dictadura, y en España, donde vive y formó su familia, encontró también su lugar en el fútbol y en la reflexión.
Durante un partido que la Selección argentina disputó frente a los Países Bajos en Suiza, en 1979, Cappa desplegó junto a unos amigos una bandera con la leyenda “Videla Asesino”. La colocaron justo frente a la cámara de televisión. Fue un acto de dignidad que tuvo repercusión en todo el mundo..
Con los años, su nombre se volvió sinónimo de fútbol pensado. Fue asistente técnico de Jorge Valdano en el Real Madrid y analista de rivales en la selección argentina y el Barcelona en el cuerpo técnico de César Luis Menotti. Como entrenador, dirigió River, Racing, Banfield, Gimnasia y Esgrima La Plata y, sobre todo, al Huracán de 2008, aquel equipo inolvidable que enamoró con su juego. Ganó títulos en Perú y Sudáfrica, y tras dejar la dirección técnica, se convirtió en analista y columnista en medios españoles.
Ángel Cappa: “La mayor victoria del capitalismo es despolitizar a la gente”
Las elecciones legislativas lo encontraron en Madrid, pero siguió de cerca los acontecimientos. Sobre los resultados, analizó: “Yo no veo que sea tanto el apoyo a Milei”, empieza. Y explica con datos: “Había cerca de 36 millones de personas habilitadas para votar. De esa cifra, 12 millones no fueron a votar. De los 22 millones restantes, La Libertad Avanza obtuvo el 25,96% del electorado habilitado”.
Para Cappa, el fenómeno Milei no se explica por adhesión, sino por vaciamiento político y manipulación emocional. “Hace tiempo que creo que la mayor victoria del capitalismo es despolitizar a la mayoría de la gente y criminalizar el pensamiento. A la gente la dejan solo con la emoción, que es fácilmente manipulable. Entonces lo que existe es una manipulación total”.
Su ciudad natal, dice, es el reflejo más claro de la paradoja que hoy atraviesa el País. “Bahía Blanca es un ejemplo de lo que estoy diciendo. El Gobierno los castigó después del temporal, los abandonó, y aun así votaron a Milei. Es una burla. Milei se burló y se sigue burlando de todos los habitantes de Bahía Blanca, y los votan igual”.
Con indignación contenida, Cappa observa que el voto antiperonista se impone incluso en contra del propio interés: “En la sociedad está creciendo el sentimiento antiperonista, y como Milei hizo campaña contra el peronismo y contra Cristina, la gente lo vota aunque los castigue de esa manera. No lo puedo creer. Por más antiperonistas que sean, ¿cómo van a votar a alguien que se equivoca en dos acontecimientos tan graves?”.
También afirmó que el país sigue preso de una lógica binaria: “La Argentina todavía es peronista o antiperonista, pero para mí el peronismo dejó de existir con la vuelta de Perón, cuando se volcó decididamente a la burocracia sindical y a los grandes capitales”.
El exentrenador considera que el peronismo perdió identidad y “dejó de representar a la gente”. Lo atribuye, en parte, a “la mala elección de candidatos como Scioli, Alberto Fernández o Massa”. “El kirchnerismo no puso en cuestión el capitalismo. Todo eso lleva a la confusión, y Milei, con su histrionismo y sus estupideces contra la casta, se aprovecha de una sociedad despolitizada que no tiene pensamiento político desarrollado”.
Cappa se ríe cuando le preguntan cómo se percibe al presidente argentino en Europa. “Desde España se ve a Milei como un personaje ridículo. Acá atacó al Partido Socialista Obrero Español, que de socialista no tiene nada, pero aún así el riesgo país acá es 56 y en Argentina 659. Llegó a estar en 1400. Y él dice que en España la gente se muere de hambre. Es absurdo”.
Y agregó “Milei es un plagiador de los divulgadores de los divulgadores de los liberales originales. No tiene una idea propia. Es un personaje nefasto. Castiga a los jubilados, a las personas con discapacidad, al Garrahan, a las universidades, y lo siguen votando”.
Aun así, conserva un hilo de esperanza de un cambio a futuro: “La izquierda ha hecho una buena elección, ha crecido mucho. Y también la gente, que empieza a manifestarse y a responder”.
Ángel Cappa: “El fútbol argentino perdió su identidad”
Cuando la conversación deriva hacia el fútbol argenitno, su tono cambia, pero la crítica se mantiene. “Argentina no tiene criterio propio para hacer campeonatos. Siempre están cambiando: un año son cortos, otro largos, con promedios, sin promedios, con descensos o sin ellos. No hay una identidad porque todo está supeditado a vender jugadores”.
Para Cappa, el fútbol argentino dejó de ser una competencia deportiva y cultural para convertirse en un escaparate de exportación: “Hace tiempo que el fútbol argentino es una vidriera para vender. Se adecuan a los campeonatos europeos y pierden identidad propia”.
En ese marco, volvió a manifestar su rechazo a las sociedades anónimas deportivas (SAD). “El capitalismo nos roba todos los bienes comunes. El fútbol es un bien común de la sociedad. Los clubes significan mucho para la gente. No tienen un significado comercial, sino de unión, de pertenencia, de ofrecer actividades sociales. Eso es lo que le quieren quitar a la gente para hacer negocio, como nos quitan la salud y la educación pública”.
“Hay que defender a los clubes. Son esenciales para la sociedad. Son el último refugio colectivo que nos queda”, concluyó el entrenador.





