Se ganó el título de «la reina de la cumbia» tras consolidarse como una de las voces más potentes del género. Su voz intensa, cargada de emoción, y su estilo interpretativo único la mantienen vigente en la escena musical después de más de una década.
Acostumbrada a las cámaras, pero aún más a la cercanía con la gente, Ángela Leiva llega al estudio de Revista GENTE con una energía y personalidad arrolladora que no pasa desapercibida. Sonríe entusiasmada por la jornada que está por delante y las risas van y vienen con todo su equipo.
Claro que la música no falta, aunque esta vez no escucha cumbia, zamba o folklore, pide Mariah Carey para amenizar la tarde y suelta con su boca algunas melodías durante el backstage.
La artista sabe muy bien lo que quiere reflejar con su imagen y desborda seguridad en cada flash que tira el fotógrafo. Pero cuando se sienta a contar su historia lo hace desde el corazón, desnudando su alma: sin omitir detalles, reflexionando sobre todo lo que ha pasado, en lo personal y lo profesional, y con la satisfacción de mirar todo el recorrido de sus más de 16 años de carrera.

Aquel camino comenzó cuando era apenas una niña de 14 años y cantaba con una banda de su pueblo, en Tandil, y hoy recorre todo el país y ciudades de otros territorios con «Mi voz para el mundo», el nombre de su exitosa y actual gira, cuyas funciones se agotaron totalmente.
«Tengo la suerte de que ya con 16 años de carrera he recorrido varias veces mi país, pero siempre te da esa sensación de primera vez. En especial porque el reencuentro con el público del interior es muy lindo», confiesa mientras el brillo en su mirada es evidente, por lo que significa subirse cada vez a un escenario y cantarle a su público.
De la Ángela que cantaba en su pueblo al sueño de recorrer el mundo con su música
-¿Qué se te viene a la mente cuando te digo Tandil?
-Tandil es mi infancia, mi familia, el amor. Pasa la vida… uno se pone más grande, yo voy a cumplir 37 años, estoy divina, parezco de 20, ya lo sé, y me siento de 20 (risas). Pero tengo 37 y la experiencia de vida te hace ser consciente de otras cosas, buscar revincularse con seres queridos que por ahí hace mucho que no ves, porque a veces la vida te va alejando, a veces los problemas de otros uno los toma como propios, que es un grave error. Entonces, la revinculación con los afectos me parece que es importante, lo recomiendo, recomiendo el perdón, recomiendo el pasar página, porque eso a uno lo hace crecer, y es como estoy yo hoy en este momento.
-¿El nombre de la gira, «Mi voz para el mundo», es una manera de decretar a dónde querés llegar?
-Se dio todo orgánico. En las canciones que saqué en el último tiempo, siempre tengo algún latiguillo para decir entre la música, y me nació un día decir «Mi voz para el mundo». Sí, fue una forma de decretarlo. Estoy todo el tiempo decretando, estoy como muy en esa.

-¿Por qué?
-Entendí con los años, y la vida me ha enseñado, que uno con lo que dice, decreta, con lo que uno desea, ¿no? Cuando lo hacés, sucede. ¡Y lo he comprobado! Entonces, soy la abanderada de la decretación (risas). Esta gira es el deseo de llevar mi voz, mi música, al mundo. Estoy trabajando para eso, para desarrollar mi carrera afuera, en México, Estados Unidos, Europa. Ese es el plan ahora.
-¿Te sigue emocionando ese encuentro con la gente, pese a tener tantos escenarios recorridos?
-La gente es espectacular. A veces me pasa que me sigo sorprendiendo, y eso es gracias a ellos. Porque la verdad que también es una linda sensación seguir sorprendiéndose con la gente. Me pasa que, a parte, cuanto más años uno adquiere de experiencia, de carrera, más va pasando las generaciones. Yo recién he pasado mis primeros 10 años, la primera década y tengo una o dos generaciones que me escuchan.
-Son muchos años de música, ¿dimensionás eso?
-¡Sí! Me pasa que por ahí vienen ya las mamás con los chiquititos que me dicen: «Yo te escuchaba cuando era chiquita», y ahora vienen con sus niños. Después están los más grandes, grandes. Los papás de las que me escuchaban antes y los abuelos. Que eso es lo lindo de los teatros también, que es inclusivo en ese sentido, que la gente puede venir a ver los shows en familia. Y me encuentro con anécdotas muy bonitas también, la gente te cuenta cómo te conocieron, dónde te escuchan, y esas cosas me nutren.
-De alguna manera los acompañás en todos sus momentos familiares.
-Sí, también eso. A veces no somos tan conscientes de eso. Y cuando te encontrás con esas historias, decís, qué lindo que haciendo lo que a uno le gusta, le hace bien al otro. Es tremendo.

«Me gusta salir de mi zona de confort»: la fórmula para combinar sus grandes pasiones
La artista ha lanzado numerosos hits que se convirtieron en himnos populares, como Amiga traidora, Quién eres tú, Karma y Sé fuerte, o entre los más recientes Ya me olvidé y Podés pedirme perdón, entre muchos otros.
En un ambiente tradicionalmente liderado por voces masculinas, logró abrirse paso y posicionarse como referente femenina, inspirando a nuevas generaciones de cantantes mujeres y también a las mujeres que se identifican con sus letras.
-¿Cómo hacés para mantenerte vigente después de 15 años en un género como la cumbia?
-Creo que la cumbia se volvió un género totalmente popular. Si ya lo era, hoy por hoy tenemos la confirmación, y más por esto, de que todos quieren hacer cumbia. Desde Thalía, hemos escuchado artistas que son de otros géneros y decís: «¿Estás haciendo una cumbia?», «¿Esto es real?». Los artistas más pegados, los artistas que hoy son multitudinarios a nivel público, que llenan a estadios y alguna que otra cumbia te hacen. Hasta La Sole hace cumbia hoy por hoy en sus shows o ha grabado alguna que otra cumbia. Es cuando digo: no estamos tan equivocados los que llevamos la bandera, los que defendemos el género.

-¿Te pesó en algún momento llevar esa bandera?
-No, porque me considero un artista multigénero, nunca me he estancado en sólo hacer cumbia. Y no lo digo por menospreciar a la cumbia, sino que pude haber solo hecho eso y quedarme ahí, cómoda, en mi zona de confort, y no sucedió así porque yo lo elegí. Me gusta salir de la zona de confort y probar otras cosas y la música sobre todo que tiene tiene eso tan lindo que es universal me permité hacerlo. Pasearme por otros géneros, volver a la raíz y entregarlo todas mis versiones al público con mis canciones.
-Hablando de salir de tu zona de confort y de no limitarte, también disfrutás actuar y lo hacés muy bien.
-Me encanta. La actuación se dio de manera muy orgánica en su momento, también por manifestar. Dije: «Quiero ser actriz algún día», y sucedió. Un día me llamó Adrián Suar para hacer una novela en El Trece, y ahí comenzó ese emocionante camino. Por eso digo que creo mucho en lo que uno decreta, en lo que uno dice. Y después se dieron otros proyectos hermosos como la obra School of Rock, por la que gané un premio en los Martín Fierro como revelación del año, por mi personaje.

-¿Tiene la misma emoción subirte a un escenario a actuar que cuando cantás?
-En este caso, esa obra me cambió la vida, me cambió la carrera también. Creo que fue un antes y un después, porque también era un desafío para mí y lo tomé como tal. Lo hice con mucha responsabilidad, tenía que fusionar todo. Uno dice bueno, ya actúo, ya canto, listo, va a ser fácil ¡y no! ni loca (risas).
-¿Qué fue lo más retador para vos en esa obra?
-A ver… es que yo no me permito que sea fácil, siempre me estoy instruyendo y metiendo un poquito más a fondo, y después bueno también lo disfruto y ahí es cuando se hace más llevadero. Pero el proceso de ensayos y todo fue realmente estresante, porque además, me acuerdo que 15 días antes del estreno me quedé sin voz, me agarró una faringitis, cosas que me pasaban por el estrés, ¡por el cagazo que tenía básicamente! (risas).
Por qué le cuesta delegar y confiar cuando se trata de su proyecto: «Soy controladora»
-En algunas entrevistas has dicho que sos mandona, ¿lo mantenés al día de hoy?
-Lo estoy tratando de cambiar en terapia. En realidad la palabra sería controladora. A ver, de unos años hasta para acá, soy mi propia jefa, soy la jefa de todo el equipo, la que maneja su producto, su proyecto, lo que soy yo, lo que es mi música, y bueno, me ha tocado aprender a delegar.
-¿Qué es lo que más te cuesta delegar?
-Tengo un equipo muy grande y la idea es agrandarlo más. Y por eso mismo he ido aprendiendo a que tengo que delegar más cosas, pero que cuestan… Me cuesta delegar la parte creativa. Todo lo que tiene que ver con la música, los videos, las fotos, todo lo estético. Tengo un lindo equipo, pero a su vez yo sé muy bien lo que quiero ver de mí o en mí, y a veces sí discutimos, sobre las ideas, de laburo, y siempre llegamos a algún puerto. Pero soy yo la que se estresa queriendo estar en el escenario y abajo, trabajando también en el back.
-Te gusta estar en todos los detalles.
-Es que ya fui un artista que estuvo solamente arriba del escenario y se relajó, y así me fue (lo dice con ironía). Entonces, digo, no quiero ni blanco ni negro. Quiero encontrar ese lugar en el medio donde yo esté cómoda y donde también tenga el control, pero no tan masivo. Que obviamente que, como es mi producto, lo tengo que hacer, pero poder delegar y confiar.

-¿Cómo te manejás con los números, las métricas? ¿Sos controladora en ese sentido también?
-Estoy pendiente pero no me quita el sueño. Obviamente entiendo que hoy te dan una vara y por suerte soy una artista que tiene muy buenos números en streams y demás. Pero la verdad que es todo orgánico y se lo tengo que agradecer a mi público que me ha bancado tantos años, y que también yo he logrado encontrar por dónde hacerlo, encontrar mi camino, lo que a ellos les gusta escuchar de mí. Por eso te digo hago de todo, mañana te salgo con algo que capaz ni esperás, como el otro día que presenté junto con Rodrigo Tapari y Lito Vitale una zamba, mañana te grabo una salsa, pasado una cumbia. Me divierto con lo que hago y creo que un poco el secreto es ese, más allá de los números.
Cómo se fortaleció tras la dura pérdida de sus padres
Su círculo más cercano la reconoce como una “guerrera”, que no se ha rendido a pesar de las adversidades. Hoy ella cuenta cómo la música la salvó incluso en sus momentos más dolorosos, como fue atravesar el duelo por la muerte de sus padres, a quienes recuerda con profundo orgullo y amor.
-Has transitado momentos duros en tu vida, como la muerte de tus padres. ¿Cómo se hace para subir a un escenario con la mejor actitud cuando no la estás pasando bien?
-Mirá. Mi mamá hace 12 años y mi papá hace 4. Mucha diferencia…. y te diría que cuando falleció mi vieja lo viví de una manera y cuando llegó el momento de mi papá de otra. Primero estaba en otro momento de mi vida, era mucho más chica cuando mamá se fue y con papá diferente también, otro momento de mi carrera y más grande, ya una mujer. Entonces, a mamá la sufrí, me costó mucho más soltarla. De hecho, hasta tuve que hacer terapia porque no la había despedido como yo pensaba. Con papá me tocó ser una mujer mucho más plantada, entendiendo otras cosas de la vida, cómo llevar la vida. Y a él sí lo despedí, lo dejé ir.

-Supongo la música de alguna manera también te ayudaba a sanar.
-Sí, me subí al escenario llorando miles de veces. Y no sólo por pérdidas de seres queridos, sino también por cosas que me han pasado a mí en la vida, en general…. Uno se aferra a los seres queridos, no quiere que se vayan, se pone un poco egoísta. Es difícil, pero eso después te repercute en el camino porque me pasaba a mí figurativamente. Yo tenía a mi madre sobre los hombros y no estaba bueno eso porque yo tenía que hacer mi camino. Y con papá no, con papá fue distinto.
-¿En quiénes te apoyabas en esos días?
-En familia, amigos… Más allá de mi laburo, siempre estoy tratando de conectar con mi familia y mis amigos. Son mi cable a tierra ellos, son los que me conocen al 100%, los que me miran y saben si estoy bien, si estoy mal, que por ahí estoy poniendo una sonrisa, pero por dentro estoy un poco desarmada y me estoy armando. Así que me gusta tenerlos cerca y me hace bien.
Fotos: @chrisbeliera/ Video: Miranda Lucena.
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Prensa: Vicky Roa.