Lo de Angie Landaburu no es solo estética. Tampoco marketing bien aceitado. Es intuición, reinvención y un magnetismo que hace que cada proyecto que toca —desde la moda hasta la comunicación— tenga su sello personal. Después de brillar en las pasarelas –la representa Elite Models, la agencia de mega tops como Kendall Jenner– y marcar su estilo en redes, la influencer se anima al formato del podcast.
Con el estreno de Ángeles y demonios, donde entrevista a personajes tan disímiles como Marley, Marta Fort, Luciana Salazar y Tuli Acosta, entre otros, la futura mamá se mete en aguas más profundas para autodescubrirse y encontrar su voz propia. ¿Los terrenos que bucea? La dualidad, la vulnerabilidad y las capas ocultas de sus invitados y de sí misma.
Es un cambio de registro que lleva una intención clara: mostrar lo que no siempre se ve y desafiar la perfección inalcanzable que muchas veces se le adjudica.

—Ángeles y demonios sugiere que en cada persona hay una dualidad. ¿Cuál es el lado más inesperado que te han mostrado tus invitados hasta ahora?
—Esa es una gran pregunta. En mi podcast, he tenido invitados que llegan con una imagen muy definida —quizá alguien conocido por su racionalidad extrema o su dureza en ciertos temas— y de repente muestran una sensibilidad o una vulnerabilidad que nadie esperaría.
Me ha pasado de dar con personas pragmáticas y casi frías que en medio de la conversación mostraron una faceta desconocida. Eso hace que la conversación tome un giro mucho más humano y auténtico. Y creo que eso es lo fascinante de hablar con la gente: todos tienen capas, y muchas veces las más inesperadas son las más reveladoras.
Angie se corre de su propio relato para enfocarse en los demás. Pero en un espacio donde las máscaras se corren, también es inevitable que se revele algo más de ella misma. ¿Qué le contaría a alguien que cree que su vida es “perfecta”? Lo explica así: “Le contaría que, como cualquier persona, tengo dudas miedos e inseguridades que no siempre se ven desde afuera”.
La ilusión de la perfección en redes y la figura que se mostró más vulnerable
Es consciente de que la gente siempre asume que todo está bajo control. Y está segura que ocurre “simplemente porque solo ven los resultados, pero no el esfuerzo, los fracasos o las noches en vela detrás de cada logro”.
“También les diría que la perfección es una ilusión. Hay días en los que dudo de mis decisiones o en los que simplemente me tomo el tiempo de descansar y estar con mi familia, que es mi cable a tierra. Creo que es importante recordar que todos estamos constantemente descubriéndonos, aunque desde afuera parezca que todo encaja perfectamente”, reflexiona.

—¿Te costó soltar el control o mostrarte más vulnerable en este formato?
—Sí, al principio me costó. Cuando estás acostumbrado a tener el control —ya sea de la conversación, del tono o de la dirección que tomará el episodio—, soltarlo da un poco de vértigo. Pero con el tiempo me di cuenta de que los momentos más auténticos surgen cuando dejás de intentar manejar cada detalle y simplemente te permitís estar presente.
El tono de su podcast es íntimo, pero eso no significa que las entrevistas sean livianas. La profundidad se cuela en los silencios, en las preguntas que quedan en el aire. Y en los momentos en los que las emociones toman por sorpresa. También cuando en medio de la charla descubre que “no importa cuán exitosas, seguras o influyentes parezcan las personas, todos tienen miedos y momentos de vulnerabilidad”.
–En ese sentido, ¿quién de tus entrevistados se mostró “en construcción”?
–A veces, quienes proyectan más seguridad son los que más luchan internamente. Una de las personalidades que más me sorprendió fue Luciana Salazar. Llegó con una imagen muy clara, casi como si ya supiera exactamente qué quería decir.
Pero en un momento de la conversación, cuando surgió un tema que la tocó más de lo esperado, vi cómo su postura cambiaba, su tono de voz bajaba y hablaba con una sinceridad que no parecía planeada. Fue un recordatorio de que, sin importar cuán preparados vengamos a una conversación, siempre hay espacio para la sorpresa y la autenticidad.

El rol de la maternidad en sintonía con una voz más auténtica
La maternidad, que ahora forma parte de su presente –espera en mayo a su primer hijo, fruto de su relación con Augusto Marini–, también juega su papel en este proceso. La transformación no es solo interna, sino que empieza a moldear la forma en que escucha y pregunta.
“Descubrí una paciencia y una conexión con mi cuerpo que no sabía que tenía. Siempre he sido alguien de ritmo rápido, de querer tener el control, y el embarazo me enseñó a soltar, a escuchar más y a aceptar que no todo sigue un plan perfecto. Lo que más me sorprendió fue la intensidad de las emociones”, explica Landaburu, aún sorprendida de todo lo que le pasa por su mente y cuerpo pero, sobre todo, por la profundidad emocional que la atraviesa en este momento.
—¿Te imaginás que la maternidad influya en el tono de tus entrevistas?
—Definitivamente. La maternidad ya me está cambiando, así que es inevitable que eso se refleje en la manera en que escucho, pregunto e interpreto las conversaciones. Creo que me hará aún más sensible a ciertos temas, más curiosa sobre experiencias que antes no consideraba tan cercanas, y quizás más paciente con los silencios y las emociones de los invitados.
A Angie le obsesionan los podcasts que logran combinar conversaciones profundas con una naturalidad casi íntima, como The Tim Ferriss Show o SmartLess. Referencias que, más que marcar un camino, la inspiraron a encontrar el suyo propio.
De las referencias a las conversaciones que más le llegaron, como la que mantuvo con Marley
–Más allá de la inspiración, ¿cuál fue la búsqueda rectora de tu podcast?
—Al crear Ángeles y demonios, quería que tuviera esa sensación de estar compartiendo un café con alguien, sin apuro ni presión por “llegar a un punto”. No quería algo demasiado calculado. Creo que lo humano, lo crudo, lo inesperado, es lo que realmente atrapa.
–¿Quién sería tu invitado soñado, alguien con quien podrías tener una charla brutalmente honesta?
–Mi invitado soñado sería alguien que no tuviera miedo de cuestionarlo todo, de ir más allá de las respuestas típicas y realmente profundizar en lo que piensa y siente. Alguien como Anthony Bourdain, si aún estuviera aquí, porque tenía esa mezcla de curiosidad, brutal honestidad y una forma cruda pero poética de ver el mundo.
Si pienso en alguien actual, tal vez Rick Rubin. Es un tipo que ha trabajado con mentes creativas de todos los ámbitos y tiene una perspectiva muy única sobre la inspiración, el arte y la autenticidad. Creo que sería una conversación sin filtros, llena de reflexiones inesperadas.

–¿Cuál fue el momento más fuerte de la entrevista a Marley y en qué te sentiste identificada durante su charla sobre paternidad?
–Me sentí identificada cuando mencionó cómo, antes de ser padre, ciertas cosas parecían importantes y luego, con la llegada de su hijo, todo se reordena de una manera completamente nueva. Esa sensación de cambio profundo, de redescubrirse a través de la maternidad o paternidad, es algo que ya estoy empezando a vivir y que seguro seguirá evolucionando con el tiempo.
El momento más fuerte de la entrevista con Marley fue cuando habló de cómo la paternidad transformó su manera de ver la vida, especialmente en términos de prioridades y emociones. Se notaba que, más allá de la felicidad y el amor inmenso que siente por su hijo, también hubo momentos de incertidumbre, miedos y aprendizaje constante.
–Muchas celebridades han lanzado podcasts personales: Emily Ratajkowski, Meghan Markle, Bella Freud… ¿Alguno te inspiró o te generó ganas de hacer las cosas de una manera diferente?
–Más que inspirarme directamente, me ha hecho pensar en cómo cada quien encuentra su propia voz en este formato. Algunos de estos podcasts tienen producciones impecables y conversaciones interesantes, pero a veces se sienten muy pulidos, como si estuvieran demasiado calculados. Eso me hizo darme cuenta de que quería algo más espontáneo, más crudo.
Si tuviera que mencionar uno que sí me hizo reflexionar sobre cómo abordar ciertas charlas, diría High Low, de Emily Ratajkowski. Me pareció interesante cómo equilibra temas personales con discusiones culturales más amplias. No es que quiera replicarlo, pero sí me hizo pensar en cómo generar conversaciones que sean tanto íntimas como relevantes para quien escucha.

–Como comunicadora y experta en redes, hacia dónde creés que se dirigen las interacciones, en pleno avance de la AI y en un mundo en el que cada vez más parece ir diluyéndose el encuentro cara a cara?
–Creo que estamos en un punto de inflexión. La AI está transformando la manera en que nos comunicamos, y las interacciones digitales son cada vez más inmediatas, eficientes y, en algunos casos, hasta indistinguibles de las humanas. Pero al mismo tiempo, siento que hay una creciente necesidad de volver a lo real, a lo presencial, a la conexión genuina sin intermediarios tecnológicos.
Las redes seguirán evolucionando hacia experiencias más inmersivas y personalizadas, pero también creo que vamos a ver un contrapeso: espacios más íntimos, donde la conversación sea más auténtica y menos filtrada. En un mundo donde todo puede ser automatizado, lo humano se vuelve un diferencial. Y en la comunicación, creo que la vulnerabilidad y la espontaneidad serán más valiosas que nunca.
–¿Qué te preguntarías a vos misma que devele alguna faceta que no hayas compartido hasta ahora?
–Me preguntaría: “¿Qué parte de vos te seguís ocultando, incluso sin darte cuenta?”.
Creo que todos tenemos aspectos de nuestra personalidad, miedos o deseos que, por costumbre o instinto, mantenemos en la sombra. Tal vez sea el miedo a no cumplir con ciertas expectativas, la presión de siempre tener respuestas o incluso el deseo de hacer algo completamente diferente sin atreverme del todo.
Es una pregunta incómoda, pero poderosa, porque nos obliga a mirarnos sin el filtro de lo que mostramos a los demás. Y la verdad es que sigo descubriendo partes de mí que no sabía que estaban ahí.

–Si pudieras dejarle un episodio especial de Ángeles y demonios a tu hijo para que lo escuche cuando sea grande, ¿de qué tema sería?
–Sería sobre la importancia de la autenticidad y de atreverse a ser uno mismo, sin miedo al juicio o a las expectativas externas. El que charlamos con Marta Fort. Me gustaría que mi hijo creciera sabiendo que no tiene que encajar en ningún molde, que está bien cambiar de opinión, equivocarse y seguir explorando quién es.
Ese episodio con Marta tuvo conversaciones sobre la vulnerabilidad, la resiliencia y el valor de construir una vida basada en lo que realmente importa, no en lo que los demás esperan. Me gustaría que, cuando lo escuche, sienta que puede ser libre de elegir su propio camino, con luces y sombras, sin miedo a mostrar ambas partes.
Fotos: gentileza Angie Landaburu.