Los veterinarios se suicidan. Tienen un riesgo de suicidio cuatro veces mayor que otro profesional. El 70% conoce a un compañero de profesión que ha acabado con su vida. La situación se repite en Estados Unidos, Europa, España y, en concreto, Mallorca. Las depresiones y los problemas de salud mental surgen a menudo ya en las aulas universitarias, donde los estudiantes se enfrentan al sufrimiento de los animales, a los dilemas éticos ante casos como las eutanasias o las experimentaciones, a la impotencia ante determinados diagnósticos clínicos.
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