Nació en Comillas a orillas de Cantábrico en el seno de una familia muy humilde. “Antonio López se fue a Cádiz con solo nueve años a buscarse la vida. Se empleó en los astilleros del puerto, pero el trabajo era muy duro y la paga muy escasa. Fracasó y volvió a Comillas”, relata Carmen Güell, descendiente directa de López, historiadora y autora de Gaudí y Güell, el artista y el mecenas (Martínez Roca).

La estatua barcelonesa del marqués de Comillas en el almacén en una imagen cedida por Jorge Ribalta
Jorge Ribalta
“Pero a López no le faltaban ganas de prosperar y con 14 o 15 años se fue a América donde descubrió un mundo nuevo, un lugar ideal para un joven inteligente, ambicioso y con ganas de emprender”, añade Güell.
“Pienso que retiraron la estatua de López porque no era catalán”, dice su descendiente Carmen Güell
Pasó por Cuba y Santo Domingo y no tardó en hacer fortuna y en entablar relaciones con otros indianos. Antonio trabó amistad con Andrés Bru, un empresario catalán que se había enriquecido en las Antillas y que veía a López como si fuera su propio hijo. Tanto es así que el joven comillano se casó con Luisa, la hija de Bru.

Estatua Antonio López, marqués de Comillas, en Comillas
REDACCIÓN / Otras Fuentes

Antonio López, marqués de Comillas
Otras Fuentes
Ese matrimonio fue el inicio de una de las sagas empresariales y culturales más importantes de Barcelona, pero supuso también el principio de la leyenda negra de López, que con el tiempo se convertiría en el primer marqués de Comillas. “Luisa tenía un hermano, Francisco, que detestó a Antonio desde el primer momento al sentirse desplazado en el corazón y en los negocios de su padre por el joven cántabro”, asegura Güell.

Retirada de la estatua de Antonio López en Barcelona en marzo de 2018
Xavier Cervera / Colaboradores
“Movido por los celos y la envidia, Francisco empezó a escribir cosas sobre su cuñado, a acusarlo de abusador y aprovechado. Así se extendió la idea de que era traficante de esclavos, pero nadie en mi familia ha visto jamás una sola prueba que acredite que López era un negrero”, prosigue la historiadora.
Sin embargo, esa leyenda negra ha perseguido a López hasta el siglo XXI. En marzo de 2018, la entonces alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quitó la estatua del marqués de Comillas, obra de Federico Marés, de Barcelona y la enterró en un almacén.
Lee también
La defenestrada plaza de Antonio López
Jesús Fraiz Ordóñez

Esa decisión fue un golpe para Güell: “Pienso que retiraron la estatua de López porque no era catalán. Y también por una visión sesgada y partidista de su figura. López, junto a su yerno Eusebio Güell, un joven de educación exquisita, fue uno de los grandes mecenas de Barcelona e hizo todo por la ciudad, que prosperó en paralelo a sus negocios. Esa parte de su biografía no se tuvo en cuenta a la hora de cancelarlo”.
Lee también
La Fundació Güell muestra medio siglo de evolución del arte catalán
Leonor Mayor Ortega

La retirada de la estatua también entristeció a la alcaldesa de Comillas, Teresa Noceda. “Cuando supe que la iban a quitar, escribí a Ada Colau para pedirle que nos la diera. En Comillas ya tenemos una estatua de Antonio López, obra de Lluís Domènech i Montaner, pero no vimos problema en acoger la de Barcelona y le buscamos un buen acomodo en el palacio de Sobrellano”, explica Noceda en una charla con La Vanguardia .
Lee también
Antonio López, sin estatua y sin plaza en Barcelona
Ramon Suñé

La alcaldesa de Comillas recuerda que escribió varias cartas más y que Miguel Ángel Revilla, que era presidente de Cantabria en ese momento, también se puso en contacto con Colau para reclamar el monumento despreciado: “Colau nos contestó muy amablemente que la estatua era patrimonio de los barceloneses y que no podía ser cedida a otra ciudad”.
Recuerda también que coincidió con Jaume Collboni, cuando era teniente al alcalde, en un acto de homenaje al editor Claudio López en Barcelona. El actual alcalde de la capital catalana “me escuchó atentamente, pero nada más”, dice Noceda.
Lee también
Comillas, villa marinera y tesoro arquitectónico
Guía Repsol

La alcaldesa comillana ha tirado la toalla. Sabe que esa estatua “está en un almacén abandonada” y que puede seguir allí por mucho tiempo. Así que ha decidido honrar a Antonio López remodelando su propia estatua, la de Comillas, que “está desgastada por el paso del tiempo, los vientos y el salitre del mar”. El consistorio comillano invertirá 400.000 euros de fondos europeos en la remodelación, que estará lista el año que viene.