El reloj marcó las 16 en punto en gran parte del planeta (referencia no gratuita y ya veremos por qué) cuando en una sala de la exitosa Feria de Editores (FED) comenzó una charla que llevó por nombre “Pesadilla para Gauchoides”, y el plan era un diálogo sobre la relación actual de la literatura argentina con la ciencia ficción, la ficción Weird (extraña) y los terrores que circulan en esta época postpandémica.
¿Era muy temprano para hablar de catástrofes ambientales, de apocalipsis inminente y del fin del mundo? Era la hora del café y la cosa se había puesto oscurísima en las alturas. Sin embargo, había una tensión de colores porque en esa sala del primer piso entraba un sol radiante por la ventana mientras en la planta baja un montón de humanos revisaban puestos de libros de editoriales argentina y de Latinoamérica para ver qué se llevan y más tarde hablaban de “botín” cuando se referán a esas compras que exhiben por redes sociales.
El público parecía distendido mientas se hablaba de ciencia ficción y literatura extraña en un mundo en crisis. ¿Era una tranquilidad real o una falsa calma? Ya lo dijo Divididos: haciendo cosas raras para gente normal.
La utilidad del género
En el escenario estaban los jóvenes escritores Juan Mattio y Michel Nieva y quien hacía las preguntas era la multitasking cultural Nad Rivero. Luego de la salida (y reedición) de Materiales para una pesadilla (Caja Negra), ganadora del Premio FILBA 2022, de Mattio y de La infancia del mundo (Anagrama), y ahora mismo se reeditaron sus dos primeros libros: Ficciones gauchopunks (Caja Negra), de Nieva, estos autores se volvieron una suerte de referencias autorizadas para pensar la relevancia contemporánea de la ciencia ficción y, si es posible, descubrirle una utilidad al género.

Dijo Michel Nieva: “El futuro está sobrenarrado». Y luego amplió la mirada: “El futuro ya existe en cierta manera y está narrador por el norte. Yo trato de ver cómo intervenir desde el sur, quebrar esa otra narrativa. ¿Qué ocurre en el sur, en este lugar nuestro? Hay que hackear el futuro del norte. Se trata de hacer una distorsión de nuestra tradición y poder escribir una especie de retrofuturismo”.
¿Qué sería “retrofuturismo”? Se puede responder con una pregunta: ¿cómo habría sido nuestro futuro alucinado por Domingo F. Sarmiento? En el prólogo de Ficciones gauchopunks escribe Nieva: “Mi retrofuturismo consistía en aplastar la piedra del presente con el pasado y el futuro hasta que expulsara la perla que daba sentido a lo contemporáneo».
Por su parte, Mattio opinó que la “la ciencia ficción sirve para pensar el mundo. Porque es de una inestable centralidad. Y además nos permite ingresar al inconsciente político de la época. La ficción extraña, en cambio, permite pensar otras escalas en relación a la biología, la ecología, etc».
La charla derivó, necesariamente, hacia una cuestión que presenta una actualidad, digamos, urgente. Y es la tensión ineludible que se da entre realidades que parecían contrapuestas y ahora se revelan como esenciales y que se deben pensar en conjunto: la naturaleza y la tecnología. Además, son elementos que ingresan en la zona de las catástrofes: la naturaleza en forma de los desastres ecológicos por todas partes, y la tecnología como la causante de horrores varios (desempleo masivo, perfeccionamiento de armamento militar, etc.).
Mattio dijo: “La ciencia ficción te permite pensar la naturaleza porque esos son tiempos no humanos. Entonces es un género que funciona como herramientas para considerar grandes escalas temporales. La naturaleza ya no es un decorado, un paisaje, es una pieza principal del escenario actual».
Nieva planteó esto: “La concentración de producción de tecnología y del sentido que viene con eso, digo: todo eso ya viene con una narrativa armada. Y con la política y las imágenes pasa lo mismo. La ciencia ficción permite socializar y cuestionar la tecnología«.
sobre de la naturaleza, coincidió con Mattio: “La ecología, es cierto, se trata de tiempos que no son los nuestros, es por eso que se trata de pensar a gran escala, y eso permite pensar el presente».

En relación a esto hay que considerar tamabién a los ensayos de Nieva, Tecnología y barbarie y Ciencia ficción capitalista, como parte de un proyecto estético/reflexivo/literario que cuestiona el presente y la agenda de los millonarios.
El mismo origen proteico
Más tarde, y fuera de la charla, Nieva contó a Clarín lo siguiente: “La narrativa de ciencia ficción y el ensayo de no ficción están conectados en el sentido de que tienen el mismo origen proteico que son mis obsesiones en relación modos de vincularse de la política y la tecnología, el futuro pensado desde el sur, entre otras. El ensayo labura con conceptos y la narrativa con personajes o mundos, pero se unen en pensar todo desde la Argentina. Y también se relaciona con los modos de laburar de autores que me interesan como Borges o Aira que fueron narradores y ensayistas».
A la hora de pensar referencias surgieron los nombres de Piglia (Mattio: “él me enseñó a leer”), Kafka (Nieva: “ahora estoy escribiendo algo sobre él”), y desde ahí surgió el modo de pensar un lazo con la tradición de este país.
Dijo Mattio: “Es sencillo lo post-borgeano para esta generación, es como un abuelo querido, no es un tío pesado, y por eso mismo dejó muchos recursos que nosotros utilizamos todavía”.
Nieva comentó esto: “Obsesión anacrónica Borges (obsesión edípica), es muy importante: escribir y pensar el campo y la reescritura. La ciencia ficción me permitió volver a la tradición, mecanismo de lectura, volver al origen: sarmiento, etc. El ciber punk también es el comienzo de la literatura argentina: introducción de la tecnología en proyectos que salen mal».

Lo último que se habló tiene que ver con la siempre conflictiva relación entre literatura y política. ¿Qué tiene para aportar la ciencia ficción al respecto? Mattio planteó lo siguiente: “La literatura es política en esencia, pero no le pidamos a ciencia ficción cosas que no podemos hacer desde lo colectivo».
Sobre este tema le dirá luego Nieva a Clarín: “Creo que es una época que necesita ideas que vengan de otro lado que no sea este poder súper concentrado de tecnocapitalismo que viró a un tecnofascismo, y toda la producción tecnológica y la filosofía y estética que viene desde ese lugar. Es importante llegar a nuevas concepciones y mirar otras épocas para tomar de ahí ideas nuevas. Porque hubo épocas en donde el capitalismo no concentró toda la vanguardia de la tecnología. Urge pensar y hacer nuevas relaciones con la tecnología que sean diferente a lo que propone Silicon Valley. Desde la ciencia ficción se pueden pensar estas nuevas relaciones. Después, llevarlo a la acción es entre todes».