La T-Mobilitat no ha durado en el iPhone ni dos meses. Apple ha decidido excluir temporalmente la aplicación de la Autoritat del Transport Metropolità (ATM) que permitía validar la tarjeta en las máquinas validadoras del transporte público con el tipo de teléfono que utilizan alrededor de uno de cada cuatro usuarios del transporte público.
El veto a la aplicación de la T-Mobilitat ha llegado después de que las autoridades europeas requiriesen documentación a la compañía norteamericana. Los responsables de Apple han optado por seguir el procedimiento que acostumbran a hacer en estos casos: invalidar la aplicación de la App Store, de manera que ya no se puede descargar, aunque los usuarios que la tienen instalada pueden seguir utilizándola, tanto para recargarla como para acceder a los autobuses y trenes.
Fuentes de la ATM aseguran que ya han entregado la documentación solicitada y que están en conversaciones con Apple para restablecer el servicio “cuanto antes mejor”.
Un contratiempo que frena una fórmula alternativa a la deseable
Este contratiempo es el enésimo traspiés de un proyecto lleno de despropósitos que últimamente parecían estar quedando atrás. La raíz del problema se encuentra en el formato escogido para activar la T-Mobilitat desde el iPhone. La ATM fue incapaz de conseguir el visto bueno de Apple para incorporar la tarjeta a la cartera digital del teléfono, como consiguió París el pasado verano con la excusa de los Juegos Olímpicos, pese a ser el organismo catalán el único que presentó alegaciones tras el acuerdo entre la Unión Europea y Apple para abrir la tecnología NFC a terceros y poner fin a la situación de posición dominante en el sector de los pagos móviles.
De hecho, la Comisión Europea acabó obligando a la compañía de la manzana a incorporar la T-Mobilitat y sistemas de transporte similares al sistema NFC de los teléfonos. Aún así, no ha acabado integrando los modelos públicos al no estar ligados a una entidad bancaria (como sucede en Londres) o a un sistema de prepago (como Japón o China).
Ante la negativa al plan inicial, la ATM encargó el desarrollo de la aplicación a la empresa Smarting en lugar de dejarlo en manos de la concesionaria SocMobilitat, que acumula un largo historial de incumplimientos. La pequeña empresa tecnológica que asumió el proyecto optó por hacerlo mediante una aplicación que el viajero debe abrir cada vez que quiere acercarla a la máquina validadora para activar la correspondiente tecnología NFC.
Más allá de lo que considere Apple, la fórmula escogida para validar es un verdadero engorro que provoca numerosos problemas a los usuarios que se han pasado de la tarjeta de plástico a la virtual. Más de uno ha visto como el tren se iba en sus narices mientras la máquina no aceptaba el teléfono una, dos y tres veces. O como no podían entrar al metro en una estación con poca cobertura. Las quejas son recurrentes.