The Conversation*
El ahogamiento sigue siendo la principal causa de muerte entre niños de 1 a 4 años en todo el mundo. Esto convierte en una prioridad de salud pública la competencia acuática: la capacidad de desenvolverse de manera segura, eficiente y autónoma en el medio acuático, integrando habilidades motoras, conocimientos sobre prevención de riesgos y conciencia ambiental.
Sin embargo, un corto presentado a los premios Óscar, A Swim Lesson (Una lección de natación), está promoviendo información errónea que podría aumentar el riesgo de ahogamiento infantil.
Niños de dos años que tragan agua tras ser sumergidos a la fuerza, entre hipos y gritos de terror: es una imagen que se repite en la película de 20 minutos. En ella se documenta la carrera de William Marsh, un profesor de natación de Los Ángeles que aplica sus particulares métodos desde hace décadas para enseñar a niños pequeños a nadar en ocho días.
Marsh presenta un método de instrucción acuática perturbador que contradice décadas de investigación en desarrollo infantil, aprendizaje motor y prevención del trauma. Como expertos en esta materia, abogamos por una educación acuática libre de traumas y basada en la evidencia.
La realidad del ahogamiento y la seguridad en el agua
Las estrategias de prevención de ahogamiento incluyen incorporar barreras de seguridad en las piscinas, supervisión constante a los niños pequeños y enseñanza de natación basada en confianza y desarrollo progresivo de habilidades.
Organizaciones internacionales reconocidas, como la Academia Americana de Pediatría (AAP), la Asociación Iberoamericana de Educación Acuática, Especial e Hidroterapia (AIDEA) y la Cruz Roja Americana, enfatizan la importancia de una educación acuática segura y adecuada para cada etapa del desarrollo. Estas organizaciones, al igual que la Federación Internacional de Salvamento Acuático, el Instituto de Políticas de Investigación y Prevención de Lesiones sobre Ahogamientos, la Revista de Investigación en Actividades Acuáticas y la International Journal of Aquatic Research and Education, ofrecen recomendaciones respaldadas por la investigación para enseñar a los niños a nadar de manera segura, centrándose en el desarrollo progresivo de habilidades, la seguridad psicológica y el refuerzo positivo.
Pero la “lección de natación” nominada a los Óscar describe un método no validado, en el que los niños son sometidos a inmersiones forzadas, angustia respiratoria prolongada y trauma emocional. La película normaliza comportamientos como atragantarse, vomitar y sentir terror, señales de daño en lugar de aprendizaje efectivo. Estas técnicas contradicen los principios pedagógicos establecidos y no tienen en cuenta la importancia de la seguridad psicológica en los entornos de aprendizaje.
La falacia de la instrucción acuática basada en el trauma
Uno de los aspectos más preocupantes de este cortometraje es su promoción implícita de métodos no respetuosos. A diferencia de los enfoques pedagógicos validados científicamente para la enseñanza de la natación, este enfoque carece de evidencia revisada por pares que respalde su eficacia. De hecho, la investigación indica que la instrucción basada en el trauma puede tener efectos negativos a largo plazo, como aversión al agua, ansiedad y alteraciones en el aprendizaje motor.
Foto: AFP.
Los niños aprenden mejor mediante el refuerzo positivo, la repetición y la adquisición gradual de habilidades. Esperar que dominen rápidamente habilidades de supervivencia complejas contradice los fundamentos del desarrollo motor y cognitivo. La educación acuática efectiva se basa en la confianza entre el educador y el niño, lo que permite que los pequeños desarrollen confianza y competencia en un entorno seguro y motivador.
Las violaciones éticas en la educación acuática
Más allá de las preocupaciones sobre seguridad, A swim lesson plantea serias cuestiones éticas. Los métodos mostrados no cumplen con las prácticas de enseñanza ética en la educación acuática, aquellas basadas en el respeto a las etapas del desarrollo infantil, el bienestar emocional y la comodidad individual en el agua.
Los métodos del protagonista del documental incluyen inmersiones forzadas, exponiendo a los niños a situaciones de estrés extremo sin una progresión adecuada, lo que puede generar miedo al agua y trauma emocional.
El documental también presenta como algo normal signos de pánico como atragantamientos, llanto y vómitos, interpretándolos erróneamente como parte del aprendizaje. Además, no se respeta el ritmo individual del niño ni se le permite participar en su propio proceso de aprendizaje, empleando refuerzos negativos en lugar de incentivar la confianza con refuerzo positivo.
Estos métodos también carecen de espacios de exploración libre y juego, elementos clave para una adaptación natural y progresiva al medio acuático. Asimismo ignoran la seguridad psicológica del niño, lo que puede derivar en un rechazo permanente al agua y afectar su desarrollo motor y emocional.
Por otro lado, el documental no ofrece información transparente sobre las credenciales o la experiencia de quienes promueven estos métodos. Las afirmaciones sobre altas tasas de éxito y calificaciones profesionales carecen de respaldo empírico. Los cineastas tampoco consultaron a expertos en desarrollo infantil, seguridad acuática o investigación médica, lo que desacredita aún más el supuesto método descrito.
Consecuencias de normalizar el trauma en el aprendizaje
Más allá de la seguridad acuática, en cualquier contexto debemos evitar promover la narrativa de que el miedo y la angustia son herramientas aceptables para el aprendizaje. Esta idea contradice décadas de investigación que han demostrado de manera consistente que los entornos de aprendizaje seguros y basados en la confianza conducen a una mejor retención de habilidades, mayor motivación y un compromiso a largo plazo con la actividad acuática, con implicaciones para la seguridad acuática a lo largo de la vida.
Las experiencias negativas tempranas en el agua pueden desalentar a los niños de participar en actividades acuáticas durante toda su vida, disminuyendo en última instancia su competencia en el medio acuático en lugar de aumentarla. Películas como esta pueden perjudicar los esfuerzos de prevención de ahogamientos y desinformar a la audiencia a la que pretende educar.
Cómo hacerlo sin traumas
Los primeros pasos para la enseñanza en el medio acuático deben ser progresivos y respetuosos, asegurando un ambiente seguro y motivador. Se debe fomentar la confianza antes de introducir técnicas avanzadas, permitiendo que el niño explore el agua a su ritmo.
En caso de miedo, es clave validar sus emociones, evitar la presión y utilizar juegos acuáticos para generar seguridad. Los primeros pasos incluyen adaptación al agua, equilibración y control respiratorio, seguido de movimientos básicos propulsivos.
Es fundamental el refuerzo positivo, la supervisión constante y evitar prácticas forzadas o traumáticas para garantizar una experiencia de aprendizaje efectiva y segura.
Es un objetivo colectivo garantizar que todos los niños reciban una educación acuática segura, ética y científicamente validada, libre de miedo, trauma o riesgos innecesarios. En este sentido, profesionales y académicos se están uniendo en la creación de una Red Internacional de Educación Acuática Respetuosa que vele por estos derechos de la infancia. La prevención del ahogamiento es una prioridad de salud pública que requiere intervenciones basadas en evidencia, no desinformación sensacionalista.
*Juan-Antonio A Moreno-Murcia
Associate professor, Universidad Miguel Hernández