16.4 C
Buenos Aires
lunes, noviembre 17, 2025

Argentina bajo Milei, ¿hacia un «modelo peruano»?

Más Noticias

Por José Natanson.   Es periodista y politólogo. Es director de Le Monde diplomatique edición Cono Sur y de la editorial Clave Intelectual. Su último libro es Venezuela. Ensayo sobre la descomposición, Debate, Buenos Aires, 2024.

El 26 de octubre pasado, el partido de Javier Milei obtuvo un rotundo triunfo en las elecciones legislativas argentinas de medio término. Alcanzó 41% de los votos, contra 35% de la oposición peronista, imponiéndose en casi todas las provincias, incluida la de Buenos Aires, la más poblada del país. A pesar de los dramáticos efectos sociales del ajuste implementado por su gobierno, de la fragilidad del plan económico –dos semanas antes de los comicios Milei tuvo que ser rescatado por Donald Trump– y del estilo agresivo del presidente, que no se priva de insultar a dirigentes y periodistas con palabras que oscilan entre lo sexual y lo escatológico, lo cierto es que el triunfo fue diáfano.

Tres explicaciones ayudan a entenderlo. Las dos primeras aluden a cuestiones más circunstanciales, por lo que las voy a describir sintéticamente para pasar al corazón de este artículo: los cambios profundos que viene experimentando la sociedad argentina desde el agotamiento del modelo desarrollista a mediados de los años 70, que se aceleraron desde hace dos o tres décadas, y sin los cuales no sería posible entender la llegada de Milei al gobierno en diciembre de 2023, ni la afirmación política de su proyecto en las elecciones legislativas de este año.

Antiperonismo y voto miedo

La primera explicación es la capacidad del gobierno de activar el tradicional voto antiperonista. Como desde hace 80 años, cuando los trabajadores industriales marcharon a la Plaza de Mayo para reclamar por su líder encarcelado, Juan Domingo Perón, el eje peronismo/antiperonismo sigue siendo el principal ordenador de la vida política argentina, y el antiperonismo, la identidad política más fuerte.

En este caso, lo que sucedió es que, un mes y medio antes de las elecciones nacionales de octubre, se realizaron comicios en la provincia de Buenos Aires. Aunque se trataba de elecciones para definir los representantes de la Legislatura local, funcionaron, por el peso natural del distrito, que concentra 38% del electorado argentino, y la «nacionalización» de facto que acompañó la campaña, como una especie de primera vuelta nacional. El peronismo, liderado por el gobernador Axel Kicillof, se impuso por casi 14 puntos de diferencia ante los candidatos de Milei.

Pero esta derrota de la derecha, que golpeó con fuerza al gobierno libertario, acabó por despertar al gigante antiperonista dormido, como un silencioso 17 de Octubre –fecha de nacimiento del peronismo– al revés. La capacidad de Milei para instalar a sus candidatos como el mejor instrumento para frenar al peronismo, en su versión kirchnerista, se verificó en el fracaso de las terceras fuerzas, y sobre todo en la evolución electoral en la provincia de Buenos Aires, donde los libertarios de Milei obtuvieron en octubre un millón de votos más que en septiembre. Pero aunque la operación fue exitosa, también encierra un riesgo: Milei llegó a la Presidencia como un outsider que trató de trascender el universo antiperonista (para el Milei de la primera vuelta de 2023, el país no se había «jodido» con el peronismo, sino mucho antes, con el «socialismo»). Aun así, en la segunda vuelta sumó a su núcleo original de 30% (muchos de ellos varones jóvenes) el voto más tradicionalmente antiperonista proveniente de Propuesta Republicana (PRO), el partido del ex-presidente Mauricio Macri –un voto clásico de clase media, más envejecido y mucho menos plebeyo que el de Milei–.

Si en la segunda vuelta de 2023 Milei llegó a 54% de los votos, esta vez La Libertad Avanza (LLA), su partido, alcanzó 41%, lo que sugiere que parte de su electorado comenzó a abandonarlo (la participación bajó respecto de la elección presidencial). La actual coalición mileísta, que incluyó a la mayor parte del macrismo, se parece hoy más a la base histórica del antiperonismo, lo que da como resultado un Milei más parecido a Macri, que es también un Milei más previsible (sus primeros pasos tras la victoria buscaron ir en ese sentido), pero también menos novedoso y fresco.

La segunda explicación del resultado es el «voto económico». Desde la publicación de The American Voter en 1960www.argentina.gob.ar/sites/default/files/tasa_de_escolarizacion_-_consideraciones_sobre_las_fuentes_y_metodos_de_calculo.pdf

«>2, además de contar con un sistema de educación superior amplio, vibrante y bastante inclusivo, producto de la diversificación de las universidades públicas de los últimos 30 años. Las clases medias conservan un lugar central en la vida política y cultural del país: los argentinos realizan 120 visitas al teatro por cada 1.000 habitantes al año, contra 25 de Brasil y 60 de Chile; gastan un promedio de 10 dólares en libros por persona al año, contra 3 de Brasil y 4 de Colombia, y van más más al cine (5 veces al año, contra 2 en México)https://databrowser.uis.unesco.org/

«>3. La vida nocturna de Buenos Aires, y en menor medida de otras grandes ciudades del país, es legendaria, porque hay más dinero, por una tradición cultural de larga data y porque… aún es seguro.

En efecto, a pesar del declive económico, los súbitos cambios de orientación política y la sensación general de decadencia, Argentina tiene uno de los índices de homicidios per cápita más bajo de la región: 4,2 homicidios cada 100.000 habitantes, lo que sitúa al país en niveles similares a Europa del Este (como siempre, el promedio esconde la trampa de la desigualdad: si se considera el mismo índice en los barrios acomodados de Buenos Aires, es similar al de Madrid o París; si se considera el de las zonas más pobres del conurbano, podría asimilarse a los de Panamá o Costa Rica, pero siempre muy lejos de Brasil, Colombia o México)https://insightcrime.org/es/noticias/balance-insight-crime-homicidios-2024/

«>4.

Estos datos alentadores refieren a conquistas del pasado que se ha logrado conservar –alto nivel educativo, baja violencia social–, pero también a avances que se consiguieron más recientemente –la cobertura previsional y un piso mínimo, en verdad muy mínimo, de ingresos–. Sin embargo, esto no debería ocultar el hecho de que, considerada en su conjunto, la evolución es negativa. Hasta mediados de los años 70, en efecto, la sociedad argentina era, junto a las de Uruguay y Chile, una de las menos desiguales de la región, con un índice de Gini de 0,34, cercano al de España en aquellos años (0,33) y muy inferior al de la mayoría de los países latinoamericanos. La pobreza era de 6,5% y la desocupación de 2,7%, casi pleno empleo. Con un PIB per cápita de 2.200 dólares, Argentina ostentaba el tercer PIB per cápita más alto de la región, superado solo por Venezuela y Uruguay (más o menos el doble de Brasil, Colombia o México)

Redacción

Fuente: Leer artículo original

Desde Vive multimedio digital de comunicación y webs de ciudades claves de Argentina y el mundo; difundimos y potenciamos autores y otros medios indistintos de comunicación. Asimismo generamos nuestras propias creaciones e investigaciones periodísticas para el servicio de los lectores.

Sugerimos leer la fuente y ampliar con el link de arriba para acceder al origen de la nota.

 

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img

Te Puede Interesar...

La hipótesis de un directivo sobre el inicio del incendio y una advertencia que habría sido ignorada

Los primeros que vieron el fuego creyeron que lo controlarían con tensa velocidad. Intentaron apagarlo. Pero no pudieron. Se...
- Advertisement -spot_img

Más artículos como éste...

- Advertisement -spot_img