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domingo, julio 6, 2025

Argentina fuera de órbita: cómo se extravió la política satelital y qué podría salvarla

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Tras décadas de avances técnicos y retrocesos institucionales, Argentina enfrenta una encrucijada en su estrategia espacial. Con cohetes que no despegan, satélites sin plan comercial y startups que triunfan sin apoyo estatal, el país necesita redefinir su rumbo. Esta nota propone una solución concreta: una Agencia Nacional Aeroespacial. Argentina ya ha demostrado que tiene talento de sobra para crear empresas tecnológicas de clase mundial. Somos el país con más unicornios per cápita en América Latina, como Mercado Libre, Despegar, AuthO, Uala, Aleph Holding, Tienda Nube, OLX y otras. Eso habla de nuestra capacidad, de nuestras ideas y de la resiliencia de nuestros emprendedores.

Pero con la misma lógica con que celebramos esos logros, también debemos asumir nuestras contradicciones. Porque mientras el sector privado ha sabido innovar con recursos escasos, en el ámbito estatal muchas veces se ha insistido en fórmulas repetidas que no dieron resultados. Se ha confundido la noción de “estado presente” con la lógica del gasto desordenado, sin evaluación ni impacto claro para la sociedad.

Es doloroso decirlo, pero necesario: junto a los unicornios que nos llenan de orgullo, también hemos creado minotauros: estructuras públicas costosas, lentas y desconectadas sin resultados beneficiosos a la vista, salvo los Arsat I y II, que ofrecieron el mismo servicio que el primer satélite geoestacionario argentino Nahuelsat, financiado íntegramente con capital privado. Los emprendimientos satelitales estatales, aunque fueron pensados para el desarrollo nacional, hoy nos interpelan por su falta de resultados financieros y económicos en relación a la inversión estatal.

Reconocer esto no es rendirse. Al contrario, es el primer paso para volver a construir con sentido, con vocación transformadora y con la mirada puesta en el bien común. Hace falta esa agencia aeroespacial unificada, moderna y eficiente, que devuelva coherencia, impacto y visión de futuro a una política que hoy gira sin rumbo en el vacío.

Un proyecto espacial en busca de coherencia estratégica

Argentina ha trabajado por décadas con un programa espacial “nacional”, desde la creación de la CONAE por parte del ex presidente Carlos Menem. Sin embargo, pasados los años, detrás de los discursos oficiales sobre “estado presente espacial” se esconde una realidad fragmentada: la CONAE, ARSAT, VENG, CEATSA, todas organizaciones paralelas y redundantes en algunas universidades, más el proyecto del “lanzador” Tronador, operan como organismos desconectados, con gastos exagerados y resultados muy magros.

Mientras Brasil consolida su alianza con China y lanza satélites conjuntos como el CBERS o satélites de telecomunicaciones con capital privado, Chile avanza con su Sistema Nacional Satelital en colaboración con Airbus y Perú desarrolla la segunda generación del PeruSat con tecnología francesa, Argentina gasta fortunas en cohetes que no despegan y satélites con escaso impacto económico real, que se sepa, compitiendo con redes satelitales solventes desde el punto de vista comercial o científico y, aún más grave, inmersa hoy en un gigante gasto para un satélite nuevo, obsoleto, cuya misión ya está siendo resuelta por las redes LEO.

En los tiempos de la hiper riqueza argentina, los grandes estancieros se instalaban en París con un ostensible gasto y fue así que los parisinos en voz baja acuñaron la frase “rico como un argentino” por ese sentido del despilfarro, hasta que fueron sustituidos por los multimillonarios petroleros. Por momentos, en estos 20 años, así pareció el gasto en esta materia. Porque la diferencia del gasto con la inversión son los resultados.

Este artículo propone una solución estructural: la creación de una Agencia Nacional Aeroespacial Argentina, que permita racionalizar recursos, unir esfuerzos, bajar costos administrativos, establecer prioridades, promover alianzas estratégicas y posicionar al país como un actor confiable y competitivo en el escenario internacional.

SAOCOM: tecnología de punta y una misión estratégica

La CONAE fue una innovación pública, en los años 90, del sector espacial argentino, especialmente cumpliendo el primer objetivo con el desarrollo y lanzamiento de los satélites SAOCOM 1A y 1B, equipados con radar SAR (Radar de Apertura Sintética). Estos satélites representan un hito tecnológico, al haber sido diseñados para operar en banda L y ofrecer capacidades únicas para observación de la Tierra, incluyendo aplicaciones en agricultura, manejo de emergencias, monitoreo ambiental y en especial el control de la pesca furtiva.

Pero, sobre todo, los SAOCOM fueron concebidos bajo una directiva expresa presidencial de Carlos Menem: dotar al país de una herramienta de vigilancia satelital para proteger el Mar Argentino de la pesca ilegal. Esta misión estratégica reafirma su importancia geopolítica y el valor de contar con capacidades autónomas para el control de recursos naturales. El Presidente Menem aprobó el Plan Espacial Nacional a través del Decreto 2076/94, en el que se detalló la estrategia nacional en esta materia, cuyos objetivos fueron seguidos parcialmente. Pero fue una visión disruptiva en la región para un país no central en esta materia.

Si bien el aprovechamiento operativo y comercial de la serie SAOCOM aún requiere mayor desarrollo institucional y coordinación intergubernamental, su valor como activo tecnológico y símbolo de soberanía científica es indiscutible. Representan una base sólida sobre la cual construir una política de estado espacial coherente y eficaz. La Prefectura Naval Argentina ha montado un sistema propio para ejercer ese control satelital también,

En la misma línea, actualmente se encuentra en desarrollo el satélite SABIA-Mar, concebido como parte de una colaboración entre Argentina y Brasil. Su objetivo será monitorear los océanos y áreas costeras, lo cual podría resultar de gran utilidad para el control ambiental y la vigilancia de los recursos marítimos. Su éxito dependerá, sin embargo, de una planificación clara y sostenida que garantice su puesta en órbita, utilización eficaz y sinergia con otras misiones nacionales.

Mención especial merece el acuerdo que firmó Argentina en los años 90 con la empresa Lockheed Martin, la más importante empresa de tecnología espacial proveedora de la NASA, que fue concesionaria de la ex Fábrica Militar de Aviones hasta su traspaso a la nueva FAdeA. La CONAE y Lockheed Martin acordaron la participación argentina en el proyecto X33 de la NASA de Vehículo Espacial de Avanzada.

Las autoridades de dicha empresa estadounidense le adelantaron a Menem la posibilidad de ese proyecto en una reunión en la Casa Rosada. El presidente Menem lo describió en su icónico discurso sobre los viajes por la estratósfera, en Salta, como una posibilidad cierta para Argentina.

El entonces Presidente de CONAE, Conrado Varotto, el 6 de marzo de 1997 presentó ante el gabinete presidencial el proyecto X33 fabricado por la NASA, que se lanzaría desde Córdoba, ratificando el anuncio de Menem. Luego en un viaje a Houston, Menem hizo historia en la NASA, según relata Clarín en su nota del 18/09/1998: se convirtió en el primer presidente del mundo en volar el simulador de taxi espacial en la base de la NASA en Houston.

El Decreto 176/97 aprobó el MOU entre CONAE y Lockheed Martin, dando formalidad a la participación en este adelantado proyecto que, de haberse realizado tal como estaba proyectado, se lanzaría desde Córdoba, en las instalaciones de la ahora FAdeA. Con su cancelación por la NASA, quedó en suspenso.

Finalmente, este objetivo de la construcción y lanzamiento de estos vehículos fue logrado, como no podía ser de otro modo, por Elon Musk con su empresa SpaceX, que llegó a la Estación Espacial Internacional con su cohete Dragón en 2012. Ejemplo de “mercado presente” más exitoso que el de “estado presente”. En el mundo tecnológico serio, nada se pierde y todo se transforma.

Minotauro estatal: el caso de ARSAT

En el ecosistema tecnológico global, las empresas denominadas unicornios -startups valuadas en más de mil millones de dólares- son el símbolo del éxito comercial e innovación privada. Argentina ha producido varias, como Mercado Libre o TiendaNube.

Contrariamente a esos casos, ARSAT ha consumido más de 1.000 millones de dólares entre sus primeros dos satélites y el SG1, también llamado ARSAT 3 (en construcción), además de empresas subsidiarias como CEATSA, con un gasto de más de 50 millones de de dólares, construida para instalaciones de medición y ensayos satelitales sin lograr ni escala regional, ni rentabilidad, ni innovación disruptiva.

No se trata aquí de un unicornio, sino de lo que podríamos llamar un Minotauro Estatal que devora recursos públicos y créditos internacionales y se pierde en el laberinto de su propia burocracia sin haber expandido su influencia en la integración de satélites para otros países o tener alianzas público-privadas que aporten capital y creatividad comercial. Más allá de la capacidad técnica y tecnológica de los especialistas argentinos de INVAP y CONAE, la enorme parte de estos satélites la constituyen componentes importados. Quizás eso sea natural en esta industria, pero no parece ser un paradigma de “argentinidad”. Al decir de don Atahualpa Yupanqui, al ver el enorme gasto del SG1: “las penas son de nosotros y las vaquitas son ajenas”.

En 2021, el gobierno argentino contrató con la CAF un crédito por USD 243 millones, más USD 22 millones del tesoro nacional, para financiar el satélite geoestacionario SG1 (también llamado ARSAT-3), destinado a servicios de telecomunicaciones. Sin embargo, el satélite aún no fue lanzado y ya ha consumido una importante parte del financiamiento original. La Jefatura de Gabinete informó en el Congreso Nacional que se requerirán ampliaciones presupuestarias para el mismo, de aproximadamente 50 millones de USD.

El proyecto SG1 fue presentado como una apuesta al acceso de la conectividad rural del interior de Argentina, pero no se ha demostrado su viabilidad comercial ni su utilidad, frente al avance global de los satélites LEO (Starlink, Kuiper, OneWeb), que ya brindan o brindarán conectividad de banda ancha a bajo costo y con baja latencia en áreas rurales, periurbanas y en ciudades medianas y pequeñas.

En lugar de impulsar una red de satélites IoT (Internet de las Cosas) para zonas rurales, Argentina mantuvo su apuesta a la vieja lógica GEO (geoestacionaria), hoy ampliamente superada en eficiencia, cobertura y competitividad. La demora del despliegue de las redes 4G y las limitaciones de la red 5G son una limitante de la masificación del uso de IoT, el internet de las cosas para usos industriales, logísticos, agrícola-ganadero, ambiental y urbano, cuyas demandas tecnológicas son de comunicaciones inalámbricas como regla y que serían de gran utilidad para la mejora de la productividad en esas actividades.

Tronador: el cohete que nunca despegó… hasta ahora

El proyecto Tronador, fabricado por VENG, empresa de la CONAE, se convirtió en uno de los casos paradigmáticos de despilfarro estatal. A pesar de haber consumido más de USD 365 millones desde 2007 al 2018 (según la nota Latam Satelital: “VENG, inversiones y resultados en la búsqueda del acceso al espacio”, 19 de junio de 2018 ).

En la Administración de Alberto Fernández se anunció un gigantesco presupuesto de 450 millones de US (según publicó argentina.gob.ar el 15 de junio de 2023) para ser destinado al vehículo espacial que nunca alcanzó la órbita para la que estaba previsto.

En 2014, una de sus pruebas terminó con el cohete cayendo apenas a dos metros de altura y envuelto en llamas. Más allá de que son pruebas complejas, si frente al gigante gasto público en esta materia se revisan los lanzamientos fracasados o cancelados, concluimos que, por motivos que desconocemos, VENG no logró, junto a la CONAE, avances significativos en estos lanzadores

Un comunicado de la CONAE, en ocasión del fracaso del lanzamiento más famoso, lo calificó como “exitoso” porque “el vehículo se elevó”. Esta retórica, alejada de cualquier estándar técnico o comercial, revela la desconexión entre el gasto público y los resultados tangibles.

Startups argentinas que sí conquistan el espacio

Contrario al panorama estatal, un grupo de emprendedores argentinos ha demostrado que es posible innovar y competir globalmente en el sector espacial.

Satellogic lanzó más de 30 satélites de observación terrestre, firmó acuerdos con la NASA y cotiza en la bolsa de Nueva York. Innova Space, de Mar del Plata, logró poner en órbita nanosatélites de bajo costo con fines educativos y productivos. LIA Aerospace, en Córdoba, desarrolla motores de propulsión y tecnologías para lanzadores reutilizables que están en diversas etapas de consolidación y en la búsqueda constante de financiamiento privado. Junto a ellas, hay otras en plena etapa de formación y desarrollo.

Estos ejemplos demuestran que, con liderazgo, talento, reglas claras y capital de riesgo privado, Argentina tiene una base emprendedora de clase mundial. Sumado a ello, decenas de jóvenes argentinos de escuelas secundarias y de universidades que participan en eventos internacionales con proyectos gestados por ellos reciben el reconocimiento de distintas instituciones científicas.

Comparación con los logros de Satellogic

Satellogic es una empresa argentina, cotiza en el Nasdaq en NY como SATL, tiene 30 satélites en órbita, trabaja con diversos países del mundo incluyendo Argentina, Brasil, Estados Unidos, China, India, Emiratos Árabes Unidos, España, Singapur y otras naciones. Tiene ya un contrato relevante con la NASA.

La información satelital que se utilizó recientemente en la detección de las instalaciones nucleares de Irán fue en base al aporte de esta empresa argentina. Satellogic es una clara expresión de que la iniciativa privada, la disrupción tecnológica y la innovación, con todos fondos privados, ha tenido por lejos mejores resultados que toda la enorme inversión estatal argentina. Se especializa en la obtención de imágenes multiespectrales, monitoreo agrícola, control de infraestructura y redes eléctricas, control medioambiental, etc. Todo de uso tan necesario para un estado como el argentino.

Es increíble que esa experiencia no se ensamble con las muchas y ya citadas organizaciones estatales satelitales argentinas que prefieren succionar los fondos públicos o los créditos internacionales y cuyos resultados no son ni cerca los de esta empresa. Satellogic ha utilizado las más importantes infraestructuras de lanzamiento de satélites mundiales como SpaceX, CASC y otras de calidad internacional. Jugando en las grandes ligas mundiales.

Su fundador, el emprendedor argentino Emiliano Kargieman, declaró con contundencia que hay un problema cultural en nuestro país: “en el sistema científico y tecnológico argentino, está mal visto generar valor y riqueza”. Probablemente así podamos entender por qué el valor agregado sale del sector privado y el gasto del estado no da resultados, (Diario La Nación, 2 de octubre de 2022 , La Repregunta con Luciana Vázquez).

El nuevo paradigma LEO: la oportunidad perdida

La revolución de los satélites de órbita baja (LEO) es la gran transformación tecnológica del sector. Empresas como Starlink, Kuiper, OneWeb y AST Space Mobile están democratizando el acceso global a Internet. A las que se sumarán otras de origen europeo, canadiense y chino. No puede el estado argentino desperdiciar esa experiencia y no repensar el modelo de negocios satelital con el dinero del pueblo.

Argentina, que fue pionera en 1997 al abrir sus cielos a constelaciones LEO, hoy está ausente en esa agenda de promover redes LEO argentinas. No hay una estrategia nacional para impulsar el IoT rural, ni alianzas para desarrollar servicios desde esta nueva arquitectura. De hecho, una de las más exitosas decisiones tomadas en materia satelital y de telecomunicaciones del actual gobierno fue dar la orden clara y directa de que se aprueben las Constelaciones Starlink, Kuiper (Amazon), trabadas en los laberintos del Enacom y de Arsat (sin motivos claros y explicables). De inmediato, en el caso de Starlink, empezó a generar acceso a enormes zonas sin conectividad de nuestro extenso país.

Estas inversiones privadas internacionales están logrando en la práctica cumplir los objetivos de acceso rural de banda ancha que, según se teoriza, debería lograr el SG1 con sus más de 300 millones de dólares de gasto.

¿Qué debe hacer la Argentina?

Es tiempo de unificar, ordenar y planificar. La fragmentación institucional actual impide eficiencia, sinergia y evaluación de resultados achicando la enorme carga de gastos de directorios, gerentes , consultorías y estructuras de RRHH. Para salir campeones en una industria tan sofisticada como la aeroespacial, hace falta un “Director Técnico” que haga rendir a los jugadores y que además, con recursos austeros, tenga logros destacables y útiles. Aprendiendo de las ágiles y pequeñas estructuras de las empresas unicornios.

Una Agencia Nacional Aeroespacial Argentina permitiría contar con un único organismo nacional responsable de la política aeroespacial, racionalizar y administrar los recursos destinados al sector, promover a startups aeroespaciales, impulsar, generar y coordinar proyectos nacionales y regionales, ser el interlocutor con otras agencias internacionales, gestionar las posiciones orbitales y frecuencias ante los organismos globales, regular y normar las actividades aeroespaciales, monitorear, auditar y evaluar los programas en curso e impulsar la formación profesional y técnica en temas espaciales.

Una agencia de estas características debería ayudar a racionalizar el uso de las infraestructuras espaciales, eficientizar el uso de los recursos estatales para que dejen de ser solo un gasto y sean una inversión, buscar la cooperación en misiones aeroespaciales con los países vecinos o con organizaciones internacionales, aportar a la regulación técnica del equipamiento destinado a estos fines y promover una abierta y generosa alianza público-privada para sumar la experiencia del sector privado, que ha tenido y tiene grandes aportes en esta materia.

Sería conveniente comparar el “holding” estatal Arsat+VENG+CONAE+CEATSA+TRONADOR con los resultados de Satellogic, que tiene previsto lanzar otros 200 satélites de observación. También comparar la experiencia de Nahuelsat con los satélites ARSAT, lo que dará conclusiones lo suficientemente elocuentes. En Brasil, las telecomunicaciones satelitales están en manos de la antigua EMBRATEL que ya es propiedad del Grupo Claro (America Movil) y, entre otras tareas, gestiona las comunicaciones de la Fuerza Aérea de ese País, es un caso de éxito regional.

Es oportuno además abrir el debate sobre la actual ley de industria satelital, que es anacrónica y fue ineficiente, incluyendo la presencia de las frecuencias para telefonía móvil en esa ley, que nunca fueron desarrolladas,

De la soberanía retórica a la eficiencia estratégica

Argentina tiene talento, historia y capacidad tecnológica. Pero ha extraviado el rumbo. La política satelital actual es costosa, dispersa y sin resultado proporcional a los gastos incurridos. Debería concentrarse en la actividad satelital de monitoreo, observación y control de los recursos naturales, mineros, la agricultura, el desarrollo urbano, y apoyarse en las empresas tecnológicas argentinas en pleno desarrollo, que pueden hacer nacer otros unicornios.

Asimismo, debería apoyar alianzas estratégicas con los países vecinos y con las empresas privadas que deseen ampliar la oferta de cobertura de banda ancha para las áreas rurales y las nuevas ciudades que crecen de la mano de la minería, la pesca y los recursos hidrocarburíferos y abrir un debate entre los máximos expertos de la ingeniería de las telecomunicaciones, de la industria TIC y de la industria satelital privada para generar un consenso acerca de la estrategia para ocupar las posiciones orbitales como la de 81 grados Oeste.

Realismo y eficiencia parece ser el nuevo paradigma, Todos, como lo demuestra la experiencia de los últimos años, se sienten “guapos” con el presupuesto público y poco creativos con la obtención del financiamiento privado de riesgo. Así son las cosas y es el momento de ejecutar esos cambios.

El primer paso para volver a construir con sentido, con vocación transformadora y con la mirada puesta en el bien común. Por eso quizás sea útil esta propuesta de una Agencia Nacional Aeroespacial que unifique las acciones, la asignación de recursos y que promueva los talentos profesionales que ya tenemos. Es un camino certero en la búsqueda de que en el “partido” de los actores satelitales de la región tengamos los resultados que vimos en el Mundial de Qatar. Quien quiera oir que oiga.

*Ex Secretario de Comunicaciones de la Nación

Fuentes:

  • Decreto 995/91, Creación de la CONAE
  • Decreto 2076/94, Presidencia Menem, Política Satelital Nacional
  • Decreto 176/97, que aprueba el MOU entre la CONAE y Lockheed Martin, de USA, por la cooperación en un vehículo reutilizable de avanzada para la NASA
  • La Nación “Se pone en marcha el taxi espacial” 7 de marzo de 1997
  • Clarin :” Menem paso un dia entre astronautas y petroleros “ 18/09/98
  • Latam Satelital: “20 años de VENG, la empresa de acceso al espacio de CONAE”, 12 de junio de 2018
  • Latam Satelital: “VENG ,inversiones y resultados en la búsqueda del acceso al espacio”, 19 de junio de 2018
  • La Nación: “Un despegue fallido”, 14 de julio de 2020
  • Clarín: “El gobierno dice que el cohete no explotó,”simplemente cayó”, 6 de marzo de 2014
  • Infobae: “Los nano satélites de una empresa argentina aportaron información clave de instalaciones nucleares en Irán”, 25 de junio de 2025
  • La Nación : “La repregunta; Emilio Kagierman”, 2 de octubre de 2022

Redacción

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