Buenos Aires, 22 de Abril de 2025 – El Gobierno argentino se encuentra en una compleja situación económica, realizando un delicado malabarismo para mantener la estabilidad antes de las elecciones. El reciente acuerdo con el FMI, que inyecta miles de millones de dólares, ha generado un respiro momentáneo, permitiendo al Banco Central controlar el tipo de cambio y, por ende, la inflación. Sin embargo, la estrategia, que podría definirse como una apuesta arriesgada, encierra peligros latentes.
La bajada del dólar, aunque ofrece un alivio inmediato al contener la inflación – que se espera pueda desacelerarse luego de los fuertes aumentos de marzo y abril – no resuelve el problema de fondo. De hecho, la medida revive el viejo debate sobre la sostenibilidad del modelo. El «dólar barato» estimula las importaciones, generando un déficit en cuenta corriente que, a largo plazo, es insostenible. A esto se suma la salida de divisas por turismo y servicios, reduciendo aún más las reservas del Banco Central. Se prevé un aumento de la canasta básica entre un 7% y un 10%, lo que impactará directamente en la población.
El Gobierno confía en que la austeridad fiscal, combinada con la «escasez de pesos» en el mercado, evitará una corrida cambiaria. Pero expertos advierten sobre los riesgos. Las reservas líquidas del Banco Central son significativamente menores a las cifras oficiales, y el alto nivel de colocaciones en pesos de las empresas representa una potencial bomba de tiempo. Si las empresas deciden convertir esos pesos a dólares, la presión sobre la moneda local podría ser devastadora.
La situación se agrava por el contexto pre-electoral. La tentación de mantener un dólar artificialmente bajo para ganar popularidad es grande, pero la historia ha demostrado repetidamente que esta estrategia termina mal: devaluación y un nuevo pico inflacionario. ¿Será esta vez diferente? La respuesta, sólo el tiempo la dirá. Pero una cosa es cierta: el Gobierno argentino está jugando con fuego, y las consecuencias de un eventual incendio económico podrían ser devastadoras. El futuro inmediato de Argentina parece depender de un delicado equilibrio entre la necesidad política de mantener la calma y la realidad económica, cada vez más compleja.Compartir