El clima político bonaerense se caldeó aún más con el reciente cierre de listas para las elecciones de septiembre. Lo que para muchos es una formalidad, para La Libertad Avanza (LLA) se convirtió en una caja de Pandora, exponiendo tensiones internas y un quiebre en la base que llevó al ultraderechista Javier Milei al poder. En este escenario, la figura de Karina Milei, presidenta del partido, emergió con un mensaje tajante: «Acá se viene a defender con uñas y dientes las ideas del Presidente». Una frase que, lejos de calmar las aguas, agitó aún más el descontento de quienes se sienten ahora como meras «ovejas» en el rebaño.
Desde su cuenta oficial de X, la hermana del Presidente no dejó lugar a dudas sobre la dirección que debe tomar el espacio. En medio de los cruces por la conformación de las candidaturas, afirmó con contundencia que «la lealtad no es una opción, es una condición». Para la «Jefa», el verdadero adversario es el «kirchnerismo», y la misión de LLA es «poner fin a una era», «romper con todo lo que condenó a la Provincia de Buenos Aires al atraso, la miseria y la resignación».
Su discurso fue de confrontación absoluta, sin espacio para negociaciones con el «viejo sistema», al que prometió «destruir». Karina Milei defendió las listas presentadas no como un acuerdo coyuntural, sino como una «declaración de principios», una expresión de quiénes están dispuestos a «dar la pelea» por una causa, no por un cargo.
La «tabula rasa», principio que su hermano enarboló desde el inicio de su gestión, es el faro que guía esta postura: la batalla no es para los tibios, y quienes abracen las ideas de la libertad «tienen un lugar en esta causa, siempre que entienda que acá no se viene a negociar convicciones, sino a dejar el alma por el proyecto de transformación que encarna Javier Milei». Quien cuestione a los candidatos, advirtió, «está cuestionando al Presidente mismo y a la causa que nos trajo hasta acá», buscando blindar la conducción y cerrar filas.
Pero la visión de la cúpula choca de frente con la de una parte de la militancia que se siente ignorada. Esteban Glavinich, conocido en X como @TraductorTeAma y referente del activo ecosistema libertario en redes sociales, fue la voz disidente que profundizó la interna. «Lealtad no es obsecuencia», replicó a Karina Milei, destapando el malestar de una base que, si bien se considera el «ejército virtual» que defiende la gestión, ahora percibe una actitud de desprecio por parte de la hermana del Presidente.
Glavinich, con una franqueza que resonó entre sus seguidores, señaló la aparente contradicción: mientras él y otros «trolls» y militantes fanatizados dedicaron noches enteras a «neutralizar los ataques» y atajaron «demandas penales con el pecho» por defender las ideas del oficialismo, la cúpula parece verlos como meras herramientas.
Con una metáfora cruda, Glavinich comparó a los aliados políticos con «perros reactivos» a los que «se los tiene con correa» y se les enseña «quién manda» para que «se sienten» o «muevan la cola» cuando se les ordena. Si desobedecen, «los echás».
Esta visión instrumental de los colaboradores, que los reduce a una «manada» manejable, es lo que ha generado un profundo resquemor, llevando a varios de estos militantes a amenazar con no sumarse a la campaña política venidera.
La militancia, que creyó ser parte fundamental de una «causa», descubrió que para la hermana del Presidente eran y seguirán siendo «ovejas», útiles para la batalla virtual, pero sin voz ni voto en las decisiones cruciales, como el armado de listas. El «iron dome de Milei», concluyó Glavinich, «está en el amor de la gente, no en la política rentada».
Esta fisura no es menor. El desafío de La Libertad Avanza en la Provincia de Buenos Aires es consolidarse como una fuerza competitiva frente a las estructuras tradicionales. La exigencia de una lealtad incondicional, casi ciega, combinada con la percepción de desvalorización por parte de quienes fueron el motor de la campaña digital, y la consecuente amenaza de un boicot por parte de una parte de la militancia, podría minar el entusiasmo y la capacidad de movilización de su base más ferviente.
A esta compleja situación se añade la falta de apoyo explícito a las listas bonaerenses por parte de Las Fuerzas del Cielo, el grupo autodenominado «brazo violento» que encabeza @Gordo Dan (Daniel Parisini). Esta ausencia de respaldo de un sector que se percibe como fundamental para la defensa del proyecto libertario profundiza la crisis de lealtades y genera interrogantes sobre la cohesión real del espacio.
La tensión entre la «lealtad» impuesta desde arriba y el sentimiento de «obsecuencia» en la militancia, revela que la «causa» libertaria, al menos para algunos de sus seguidores más acérrimos, ya no parece ser un camino compartido, sino una ruta trazada por una cúpula que no duda en mostrar su resquemor hacia aquellos que, en algún momento, fueron su más valioso recurso.