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lunes, noviembre 3, 2025

Argentino, el antiliberal

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“Ya nada tiene que hacer el liberalismo con su duda sistemática y su concepto subjetivo del derecho”. Palabras de Argentino Auchter. No en memorias ni en ensayos. Lo decía como gobernador de la provincia de Córdoba en un discurso en la Legislatura. Citaba de memoria a Nicolás Berdiaeff cuando éste aseguraba que la Edad Media era superadora del liberalismo, el mal de males.

Santafesino de principios del Siglo XX, Auchter fue Teniente desde 1918 hasta que el golpe del 30’ lo dio de baja. Antes, había escudado al líder radical de bombín. Preso en Ushuaia con la primera dictadura patria, se mantuvo cercano siempre a los tiroteos que el clan sabattinista provocaba en Córdoba para lograr comicios transparentes en país de fraude.

En 1935, en un pueblito donde jamás hubo tiros, los hubo; y muertos también. Plaza de Mercedes, al Este de la provincia, en el departamento Río Primero: 7 policías muertos y dos radicales. Ahí estaban Santiago H. del Castillo y Argentino, dos futuros gobernadores: radical uno, peronista el otro, calzaban pistoletas buscando justicia.

Antes de ser gobernador y después de ser Teniente, con Sabattini ocupó la Jefatura de Policía de la Provincia. Fueron meses. Pero en esos meses debió poner la cara por el crimen que conmovía al suelo sin mar: Martita Stutz. Humberto Vidoni, un vecino que tenía cortadero de ladrillos, fue uno de los detenidos. Tanto le preguntaron a Vidoni en la central de Policía que manejaba Argentino, que lo mataron a golpes.

Autcher, para resolver el caso, trajo a Mono, el célebre perro sabio de la época que olfateaba como ninguno. También al astrólogo Lucio Berto. El único vocal que declaró culpable a Suárez Zabala se llamaba Antonio, de apellido De la Rua.

*

Fue la más reñida –lugar común- de las elecciones para gobernador en la historia de la provincia de Córdoba. Argentino Auchter y Ramón Asís, representantes del peronismo, ganaron las elecciones de 1946 por apenas 183 votos.

Segunda se ubicó la fórmula radical que integraban los papás Medina Allende –Antonio- e Irós –Juan-. Los papás, como los hijos luego, ya empezaban a perder y el peronismo, integrado por la más variopinta jauría cordobesa –militares, conservadores al por mayor, pianistas y panaderos anarquistas-, daba su primer golpe. También participaron de esa elección dos clásicos de retaguardia: Arturo Orgaz por el socialismo y Miguel Contreras por el PC.

Auchter y su vicegobernador Asís venían de espacios diferentes. El gobernador, del radicalismo disidente, opuesto a la Unión Democrática y con un fuerte sesgo nacionalista. Había sido Jefe de Policía. Ese nacionalismo: el de un policía. Su espacio promovía, entre otras cosas, extender la influencia religiosa en las escuelas. Para ellos, Perón era “la armoniosa síntesis de la azul y blanca y de la Cruz de Cristo”. El presidente de la Juventud de la UCR Renovadora se llamaba Tránsito Rigatuso, quien decía que era necesario llevar al gobierno “la severa austeridad del cuartel”. Tránsito, el del Belgrano.

Asís, el vice gobernador peronista, era más cercano a los trabajadores organizados y sindicalizados, propensos a los avances del laborismo inglés y con una idea de cierto pluralismo democrático. Las diferencias entre ambos se reproducían adentro del peronismo. Y nadie las disimulaba.

Empezaron así: jurando en forma separada. Los propios legisladores laboristas llamaron a su gobernador ‘antidemocrático’ apenas asumió. No la Acción Católica, que apoyó abiertamente a Argentino. Y menos el patriciado provincial, que le financió la campaña.

Duraron apenas un año.

*

El mismo vicepresidente Hortensio Quijano debió venir a Córdoba para armonizar la asunción. No sirvió. Asís, la noche de la ceremonia, llamó a su jefe Autcher “traidor máximo”. La policía reprimió a 800 laboristas que habían ganado las calles. Hasta Asís recibió palos. El viejo Quijano se fue de esta provincia diciendo:
_ Estoy completamente arrepentido de haber visitado Córdoba.

Era el peronismo cordobés un hogar de difícil equilibrio. Convivían en él, entre tantos, Federico De Uña, sindicalista de los pasteleros, panadero y de origen anarquista, con Manuel Ávila, un legislador del Norte provincial de 10 rezos diarios y que desde su banca buscó prohibir “dentro del territorio de la provincia, la exhibición en vidrieras de prendas íntimas”.

Auchter, a poco de andar, fue deslizándose hacia posiciones definidamente nacionalistas, antiliberales y clericales. En junio de 1947, con la casa alborotada, los legisladores laboristas (peronistas) presentaron en la Legislatura provincial un pedido de juicio político al mismísimo gobernador Argentino (peronista).

Y el gobernador Argentino cerró la Legislatura con su amiga la policía. Pero con los legisladores adentro. Que igual votaron, iniciaron juicio político y le avisaron a Asis, el vice, que estaba en su casa de Alta Córdoba, que todo estaba en marcha. Y Asís se calzó el traje de gobernador y designó nuevos ministros y Córdoba, durante 4 días de junio de 1947, tuvo dos gobernadores.
No lo conocían al General. La intervención llegó en tren bala y la primera aventura peronista de Córdoba duró tan poco que muchos hoy ni la recuerdan.

Redacción

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