Leandro Erlich es el artista de las ilusiones, el que se mueve en el plano de lo aparente, hasta de lo mágico. Sin embargo, sus proyectos ambiciosos, utópicos siempre encuentran cauce y consiguen materializarse. En el hall de la torre del Banco Macro se exhibe La estrategia de la ilusión, un conjunto de obras, maquetas y registros fotográficos de algunas de sus obras más emblemáticas con las que cautiva a espectadores desde Japón hasta el fin del mundo.

La casa central del banco está emplazada en una torre proyectada en sus últimos años por César Pelli. La cuestión arquitectónica ha estado presente en varias de las exhibiciones anteriores del banco, como la realizada en conjunto con el taller de Clorindo Testa, o las impactantes mariposas caladas de Andrés Paredes que jugaban con las distintas alturas del edificio.
La muestra de Erlich, con curaduría de Andrés Duprat, sigue este camino: sus obras combinan elementos arquitectónicos, ópticos y conceptuales, se confunden con los espacios, invitan al público a interactuar y cuestionar lo que ven, generando un diálogo entre lo real y lo ilusorio.

Hay maquetas de proyectos que se han transformado en clásicos de Erlich como su piscina, que crea la ilusión de estar viendo personas bajo el agua, que se realizó en distintas partes del mundo y tuvo su versión porteña en el marco de su exhibición Liminal de 2015 en Malba.
También se exhibe la maqueta de «Bâtiment», la fachada de un edificio de dos plantas colocado sobre el suelo que la gente puede atravesar y pisar, y al que se le superpone un espejo colgado desde el techo que devuelve el reflejo de los visitantes que se toman fotos como si estuviesen colgados del edificio. La primera versión se realizó en París y luego Erlich hizo una versión porteña para la inauguración de la Usina del Arte, en La Boca.
Maqueta como memoria
En muchos casos la maqueta fue el único registro que quedó de un proyecto site specific, es decir, realizado para un lugar específico que se exhibiría durante un tiempo acotado. Algunos han sido recreados, pero otros se convirtieron en obras efímeras de las que hoy solo tenemos registro fílmico, fotográfico y la maqueta.
Tal como se explica en su sitio web, para el artista es clave que los espectadores, a los que también considera actores, puedan interactuar libremente con una obra que se parece a su entorno cotidiano y no a un ideal. La arquitectura y el urbanismo, más que temas, son soportes recurrentes en sus trabajos.

«Window with ladder» (Venta con escalera) es una de las pocas obras que se exhiben en Macro en su versión maqueta y escultura. Realizada para la Bienal de Nueva Orleans de 2008, luego del tornado Katrina que devastó partes de la ciudad estadounidense, Erlich se inspiró en los escombros y la naturaleza que avanzó sobre éstos. Concibió el frente de una casa en altura representada solo por una ventana y ladrillos y una escalera apoyada sobre ésta. “La idea fue la de una escalera que viene a socorrer a una casa, pero cuando la casa ya no existía”, explica el artista.
En su veta urbanística, Erlich creó su serie de nubes que se exhiben en rectángulos de vidrio similares a peceras. Fueron concebidas por primera vez por una comisión que se le encargó al artista en Japón: crear una obra que sirviera de bloqueador de viento en un complejo de edificios de Tokio.

“Después la nube siguió su camino y dio lugar para imaginar muchas situaciones y proyectos distintos. Desde generar una cartografía, como lo que se mostró en la Fundación Telefónica en Madrid, que tenía que ver con que era justo el año posterior al Brexit”, recuerda sobre la exhibición de 2017. Aquellas nubes madrileñas evocaban mapas de distintos países cuestionando la idea de frontera y su permanencia en tiempos en que Europa, estable durante siglos de consensos, parecía desmembrarse.
Mezclarse con el entorno
En tanto, dos obras de Erlich se camuflan en la torre corporativa del banco. Son ascensores que algún distraído puede llegar a confundir con alguno de los reales que trasladan a los empleados a través de los 28 pisos del edificio.
Por un lado, el que presentó en 1994 para el Premio Braque, un ascensor al revés, es decir, recubierto en su exterior de espejos como si se tratara del interior de la cabina y, dentro de ésta, la imagen, nuevamente recreada con espejos creando una ilusión óptica del pozo infinito por el que se traslada.

El segundo ascensor se compone solo de una puerta que abre y cierra y cada vez que lo hace un video recrea el interior con distintos personajes – amigos y familiares- que actuaron de usuarios.
“Me interesa siempre buscar en la arquitectura lugares que son comunes. No son espacios que uno necesariamente deposite una reflexión profunda en lo cotidiano, pero que de repente uno piensa, ‘bueno, mirá este ascensor, todas estas escenas, todas estas situaciones, todas las emociones que pueden a uno atravesarlo’, como puede suceder cuando te subís a un ascensor con gente que no conoces. Puede suceder que, para empezar, puede ser incómodo. A veces esa incomodidad se puede traducir en algo que te haga sentir más cómodo, en un saludo. Pero son todas vivencias que quedan depositadas en un inconsciente, que te pasan en el día a día y que no son trascendentales”, plantea.
Recorrer el planisferio
Erlich es muy prolífico. Recorrer la exhibición es recorrer de norte a sur y de este a oeste el planisferio. Creó proyectos para Japón, Corea del Sur, Alemania, Reino Unido, España, Francia, Estados Unidos, Canadá, Cuba, entre otros.
En Buenos Aires, además de su obra para la inauguración de la Usina del Arte, creó, entre otros proyectos, un sistema de espejos que ocultaban el vértice del Obelisco creando la ilusión óptica de haber rebanado la punta del monumento; puso un cartel de venta en el frente del Malba, que le dedicó una muestra antológica en 2015; y en 2018 hizo rodar pelotas gigantes de distintos deportes desde la Facultad de Derecho hasta el Planetario con motivo de los Juegos Olímpicos de la Juventud que se realizaron en Buenos Aires.

Apenas días después de inaugurar en Macro viajó a Colombia para participar de la Primera Bienal de Bogotá con una recreación de «Pulled by the Roots» (Arrancado de raíces), un proyecto realizado por primera vez en Alemania, que consta de una casa suspendida en el aire y que de su parte inferior le cuelgan raíces.
“A ellos les interesó ese proyecto. Lo que no sabían en su momento era que pensaban que de repente esa obra existía y que tenían que traer. Se descubrió en el camino que había que hacerla, que la casa tenía que estar relacionada con el contexto, no una casa de Alemania por ejemplo”, comentó a Clarín. En tanto, para junio de 2026 Erlich exhibirá en el Grand Palais de París un proyecto que definirá en las próximas semanas.
La estrategia de la ilusión. Leandro Erlich se puede visitar en Banco Macri (Av. Eduardo Madero 1172) de lunes a viernes de 10 a 18 con entrada gratis hasta el 5 de diciembre.