
En la árida estepa de la provincia de Santa Cruz, a unos 30 kilómetros de El Calafate, un equipo de paleontólogos argentinos desenterró un fósil extraordinario, se trata de un cocodrilo gigante del Cretácico tardío, hasta ahora desconocido para la ciencia. El hallazgo incluye un cráneo articulado y gran parte del esqueleto, bien preservados en una concreción que permitió reconstruir su aspecto con inusual detalle.
La Patagonia fue un escenario de interacciones ecológicas mucho más ricas y feroces de lo que se creía hasta el momento.
El animal fue bautizado Kostensuchus atrox, nombre que combina el viento patagónico (“Kosten”, en lengua tehuelche), la palabra griega “atrox” (‘feroz’) y “suchus”, en alusión al dios egipcio con forma de cocodrilo. Su antigüedad se estima en 70 millones de años, en un ecosistema donde convivía con dinosaurios carnívoros como el gigantesco Maip macrothorax, de más de nueve metros de largo.
Este hallazgo cambia la percepción sobre la diversidad de cocodrilos prehistóricos, no se trataba solo de pequeños oportunistas, sino de verdaderos protagonistas en las cadenas tróficas del Cretácico.
La presencia de este cocodrilo depredador en latitudes tan australes no solo amplía el mapa de distribución de los peirosáuridos (un grupo de cocodrilos terrestres ya extinto), sino que revela cómo la Patagonia fue un escenario de interacciones ecológicas mucho más ricas y feroces de lo que se creía hasta el momento.
Un depredador armado para la caza
El estudio científico revela que Kostensuchus atrox alcanzaba los 3.5 metros de longitud. Aunque no era tan grande como sus parientes marinos, sus adaptaciones lo convirtieron en un temible cazador.

Su cráneo robusto (con largo dorsal de 490 mm) y sus mandíbulas anchas provistas de dientes zipodónticos, afilados, en forma de cuchilla y ligeramente curvados hacia atrás, ideales para desgarrar carne. Estos dientes recuerdan más a los de algunos dinosaurios carnívoros que a los de los cocodrilos modernos, que suelen tener dentaduras cónicas y menos especializadas.
Su potencia de mordida y su cuerpo macizo le permitían disputar territorio y alimento con otras especies carnívoras, como los dinosaurios jóvenes.
Los huesos de sus extremidades delanteras y su robusto húmero sugieren gran fuerza en la sujeción de presas. Esto refuerza la hipótesis de que podía cazar animales de gran tamaño, incluyendo posiblemente a los jóvenes dinosaurios que habitaban la región.
El hocico ancho oreinirostral supera apenas el 50 % de la longitud craneana, y una cámara aductora profunda en la región temporal. Estas características sugieren una poderosa mordida y dieta hiper carnívora.
En la cadena trófica de la Patagonia prehistórica, Kostensuchus ocupaba el rol de segundo gran depredador, detrás de los megaraptores. Su potencia de mordida y su cuerpo macizo le permitían disputar territorio y alimento con otras especies carnívoras.
Un linaje con conexiones globales
Kostensuchus atrox pertenece a la familia Peirosauridae, un grupo de cocodrilos terrestres que prosperaron en el Cretácico y que se distinguen por su hocico relativamente corto y adaptaciones carnívoras. La filogenia del nuevo ejemplar muestra vínculos estrechos con especies halladas en otras partes del mundo, como Colhuehuapisuchus en la Patagonia central y Miadanasuchus en Madagascar.
Estos depredadores fueron capaces de adaptarse a ambientes fríos y variables, en una región que, hace 70 millones de años, alternaba estaciones húmedas y templadas.
Estos hallazgos indican que, hacia el final del Cretácico, existía una red de dispersión continental que conectaba a Sudamérica con África a través de Gondwana, el antiguo supercontinente del hemisferio sur.
Que un peirosáurido de hocico ancho y dentición feroz haya llegado hasta el extremo sur de la Patagonia sugiere que estos depredadores fueron capaces de adaptarse a ambientes fríos y variables, en una región que, hace 70 millones de años, alternaba estaciones húmedas y templadas.
El ecosistema de la Formación Chorrillo
La Formación Chorrillo, donde fue hallado este fósil, es una ventana privilegiada al ecosistema cretácico patagónico. Esta formación tiene un espesor de unos 200 metros en el sector sur del Lago Argentino y unos 50 metros en el sector del cerro Calafate. Allí convivían:
- dinosaurios herbívoros, como titanosaurios y hadrosaurios, que recorrían en manadas los llanos.
- carnívoros gigantes, como el megaraptor Maip macrothorax.
- aves primitivas, mamíferos tempranos y peces que completaban la cadena alimentaria.
En este entorno, el Kostensuchus atrox habría sido un cazador oportunista, capaz de abalanzarse sobre presas desprevenidas en riberas y planicies. Su presencia confirma que la Patagonia austral era un ecosistema dinámico, donde múltiples superdepredadores competían por recursos.

Los investigadores destacan que este hallazgo cambia la percepción sobre la diversidad de cocodrilos prehistóricos, no se trataba solo de pequeños oportunistas, sino de verdaderos protagonistas en las cadenas tróficas del Cretácico.
Ciencia, mito y fascinación pública
El hallazgo de este fósil de cocodrilo en Argentina llamó la atención, no solo de los científicos, sino también del público en general, dada sus características casi cinematográficas de un cocodrilo capaz de devorar dinosaurios en la Patagonia. Y no es casual que estos hallazgos despierten el imaginario colectivo, al mezclar ciencia rigurosa con imágenes potentes recreadas de la prehistoria.

Los paleontólogos insisten en que Kostensuchus no era un “monstruo” aislado, sino parte de una rica trama ecológica que demuestra cómo funcionaban los ecosistemas antes de la extinción masiva de los dinosaurios.
Así, la paleontología no solo reconstruye huesos, sino que también conecta con nuestra manera de contar historias: desde el mito del depredador que acecha en las aguas turbias hasta la certeza de que, hace millones de años, la Patagonia fue un escenario de batallas colosales entre cocodrilos y dinosaurios.
Referencia de la noticia
Fernando E. Novas, et al. «A new large hypercarnivorous crocodyliform from the Maastrichtian of Southern Patagonia, Argentina». PLoS ONE, Public Library of Science. 27 de agosto de 2025.