Si es usted un lector habitual de La Vanguardia sabrá que algunos sentimos una especial devoción por Luz de Gas. Situada cerca de la redacción, es el lugar al que acudimos, por ejemplo, la resistencia después de algunas cenas. Y siempre lo hacemos animados por un fiel compañero: Joaquín Luna.
Veterano corresponsal y forofo futbolero, Luna también conoce muy bien la noche barcelonesa. Por ello, no dudó en escribir el pasado mayo un artículo titulado ¡Adiós Luz de Gas! en el que lamentó el cambio de imagen al que ya se está sometiendo la sala, un icono de la calle Muntaner desde hace tres décadas, con la intención de bajar la media de edad de sus clientes. Así que ahí fui a finales de julio, antes de su reforma.
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Dos conciertos y discoteca hasta el amanecer: una nueva muestra de la versatilidad del local
Fue en una jornada en la que Luz de Gas demostró una de sus principales virtudes: su versatilidad. Aunque su faceta de discoteca es indiscutible, sobre todo gracias a aquellas personalidades, no vamos a decir nombres, que la visitan con frecuencia, también se ha erigido como un respetado local de conciertos. Y en esa jornada se celebraron dos: Get Back, un homenaje a The Beatles, y los siempre festivos Hotel Cochambre, ya entrada la madrugada.

Clientes acceden al interior de Luz de Gas, pocos días antes de cerrar por reformas todo el agosto
Joan Mateu Parra / Shooting
Pasada la medianoche fue cuando el local empezó a recibir la que todavía es su clientela habitual, aquella que cena por sus inmediaciones, se dirige a Patrón o El Velódromo para, después, desafiar al amanecer pocos metros por encima de la Diagonal. Además, el aliciente era doble, pues si en la cola decías “soy cochambros@”, entrabas gratis (sin consumición, tampoco nos pasemos).
Afortunadamente para algunos y desgraciadamente para otros, el concierto de Hotel Cochambre –cuántas fiestas mayores han cerrado estos veteranos de la carretera– solo duró una hora. Con su peculiar estilo, interpretaron temas de ayer y hoy, Karol G y Figa Flawas incluidos, y a partir de las 2.00 horas un dj hizo las delicias de los presentes, que seguían entrando en la sala, quien sabe si a la misma hora que sus hijos, en secreto o no, hacían lo propio en Sala B, pared con pared. Como bien explicó Luna, fueron muchos los que a partir de entonces “tiraron la caña mientras fingían que estaban allí por el baile”. Todo sea dicho, la música ya sonó distinta, un poco más electrónica.

Varias mujeres, algunas con copa en mano, bailan bajo las reconocibles lámparas de la sala
Joan Mateu Parra / Shooting
Lo que estuvo claro es que el sentimiento que reinó mayoritariamente en la sala fue el de felicidad. Por ello, me resisto a pensar que Luz de Gas vaya a perder su esencia. Porque contra los sentimientos es muy difícil luchar. Por ello, emplazo a mi compañero a darle, juntos, una oportunidad más al local en su nueva etapa. Con pizza del Macxipa para satisfacer la gula incluida. Así que… ¡Hasta pronto, Luz de Gas!