Por Adrián Ganino*
Hace poco, se publicó en el Boletín Oficial que las tarifas del gas tendrán aumentos mensuales. A fines de mayo, ya se habían autorizado actualizaciones mensuales en la luz. Y ambos índices no diferirán mucho. En el caso de la energía, se tendrán en cuenta dos componentes: en un 33 por ciento lo que tiene que ver con la inflación y un 67 por ciento estará atado al valor del dólar.
Si tenemos servicios de luz y de gas, y calculamos que lo mismo puede pasar con el agua, con aumentos mensuales, habrá que ver cómo van evolucionando la inflación y el dólar. Sobre todo, el segundo, que es el componente más fuerte del aumento. Porque, además, los aumentos en los salarios no acompañan esto.
Pareciera que está pensando estratégicamente, que lo que más consume la gente en este momento es lo que pasa a tener aumentos mensuales. No vaticino que se pueda avecinar nada bueno.
El peligro del uso del crédito «para subsistir»
A esto se suman los atrasos y las moras que se están registrando en el pago de las tarjetas de crédito, préstamos y cheques. Esto es un golpe al crédito porque el atraso en las tarjetas de crédito habilita que se generen aumentos de la litigiosidad. Según los últimos informes, la litigiosidad en materia financiera aumentó seis por ciento en mayo, lo que significa que habrá más reclamos judiciales.
Hay que tener en cuenta que los reclamos judiciales en materia de litigiosidad financiera ocurren cuando ya el cliente no puede ni siquiera pagar el mínimo de la tarjeta. Esto es un golpe a las familias y al mercado de los créditos. Es terrible porque habla de la dependencia del crédito para la subsistencia. Y esto también impacta mucho en los ingresos de los hogares, que cada vez rinden menos.
*Exdirector nacional de Defensa del Consumidor y Arbitraje del Consumo