La fiebre amarilla volvió a encender las alarmas en la provincia de Buenos Aires, luego de que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) registrara un incremento del 480% en los casos en América del Sur respecto del año pasado. Según el organismo, este año se confirmaron 354 contagios y 151 fallecimientos, principalmente en Brasil y Colombia. En Argentina no se detectaron casos positivos, aunque hay siete en estudio, dos de ellos en territorio bonaerense.
El ministro de Salud provincial, Nicolás Kreplak, cuestionó al Gobierno nacional por “ajustar en vacunas” y dejar de aplicarlas a quienes viajan a zonas de riesgo. “Cuando el Estado reduce herramientas de prevención y vigilancia, nos deja vulnerables”, advirtió. En lo que va del año, los registros muestran una suba del 30% en los casos notificados respecto del promedio 2020-2024.
La OPS pidió a los países reforzar la vacunación y las estrategias de comunicación, especialmente en regiones donde el mosquito transmisor es endémico. En Argentina, la vacuna contra la fiebre amarilla se aplica de manera gratuita y forma parte del calendario nacional en zonas de riesgo. Además, las autoridades sanitarias insisten en la importancia del uso de repelentes, mosquiteros y ropa de manga larga, así como en eliminar los recipientes que acumulen agua para evitar la proliferación del vector.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral grave, sin tratamiento específico, pero completamente prevenible mediante la vacunación. Ante síntomas como fiebre alta, dolores musculares, náuseas o sangrados, los especialistas recomiendan acudir de inmediato a un centro de salud y evitar la automedicación.