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miércoles, septiembre 3, 2025

 Banco de Alimentos: solidaridad que no se desperdicia

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En un mundo donde la paradoja del hambre y el despilfarro se hace cada vez más palpable, la Fundación Banco de Alimentos Córdoba emerge no solo como una organización, sino como un verdadero faro de conciencia social y compromiso humanitario. Desde su fundación en 2002, forjó un camino que trasciende la simple asistencia para convertirse en un pilar fundamental de la seguridad alimentaria y la justicia social en Córdoba. Su labor no se limita a la distribución de productos; se trata de una misión profundamente arraigada en el respeto por la dignidad humana, la lucha contra el desperdicio y la construcción de un futuro más equitativo.

Hoy Día Córdoba se metió en el corazón del Banco de Alimentos y habló con Conrado Fiore, presidente de la organización sin fines de lucro. “La filosofía del Banco de Alimentos se asienta sobre la premisa de que la nutrición es un derecho fundamental, y que nadie debería sufrir la inseguridad de no saber si habrá alimento en la mesa. En una sociedad donde la vulnerabilidad se ha agudizado, su modelo de gestión virtuoso y eficiente se presenta como una respuesta innovadora y vital”, explica Fiore.

El Banco de Alimentos rescata alimentos que, por diversas razones —logísticas, estéticas o de proximidad en su fecha de vencimiento—, están a punto de ser desechados. Estos productos, perfectamente aptos para el consumo, se convierten en el motor de una cadena de solidaridad que beneficia a una vasta red de 566 organizaciones sociales. Al redistribuir estos alimentos, la fundación no solo combate el desperdicio, sino que también garantiza que la ayuda llegue a quienes más la necesitan, dignificando el acto de recibir y fortaleciendo el tejido social de nuestra comunidad.

 Banco de Alimentos: solidaridad que no se desperdicia

Un modelo de acción con un triple impacto

“El trabajo de la fundación -nos cuenta Fiore- se articula a través de tres pilares que se complementan mutuamente, generando un impacto profundo y sostenible en la comunidad. Este enfoque holístico es lo que diferencia a la organización y le confiere una robustez única”.

“El rescate y la distribución de alimentos: el motor de la esperanza. El alma de la operación es un proceso logístico meticulosamente diseñado. Desde el primer contacto con las empresas y productores que donan su excedente, hasta la recolección, clasificación y almacenamiento de los productos, cada etapa es gestionada con un compromiso inquebrantable con la calidad y la eficiencia. El centro de distribución se convierte en un lugar de transformación, donde los productos que estaban a punto de ser residuos se convierten en combos nutricionales equilibrados, listos para ser entregados a comedores, merenderos y entidades comunitarias. Este proceso no sería posible sin la colaboración desinteresada de empresas que, con su donación, se suman a esta causa, reconociendo que el desperdicio de alimentos es una paradoja moral y ambiental que debemos resolver colectivamente. La donación de excedentes se convierte en un acto de responsabilidad social corporativa que beneficia a toda la cadena, desde el productor hasta el beneficiario final”, explican desde el Banco.

Y agregan: Empoderamiento y desarrollo comunitario: la siembra de un futuro digno. La misión del Banco de Alimentos va mucho más allá de la asistencia directa. Su segundo pilar se enfoca en el empoderamiento de las organizaciones beneficiarias. Reconocemos que el conocimiento es la herramienta más poderosa para el cambio. Por eso, a través de un equipo interdisciplinario de nutricionistas y trabajadoras sociales, se ofrecen talleres y capacitaciones continuas. Estos programas no solo abordan temas prácticos como la manipulación de alimentos y técnicas de cocina para el aprovechamiento integral de los nutrientes, sino que también se centran en el desarrollo de habilidades de liderazgo, especialmente para las mujeres que son referentes en estas comunidades, como merenderos o comedores solidarios. Al proveer estas herramientas, la fundación no solo entrega alimentos, sino que también invierte en la capacidad de autogestión y en el fortalecimiento del capital humano de estas organizaciones, creando un efecto multiplicador que se propaga por toda la comunidad. Es una inversión en el futuro, que promueve la autosuficiencia y la resiliencia comunitaria.

 Banco de Alimentos: solidaridad que no se desperdicia

“Por último -dicen- el tercer pilar es un reflejo del compromiso humanitario de la fundación con la salud y el bienestar. A diferencia de un simple almacén de alimentos, se busca activamente la donación de productos de alto valor biológico como frutas, verduras, legumbres y lácteos. El objetivo no es solo saciar el hambre, sino combatir la desnutrición y garantizar una dieta variada y equilibrada que contribuya al desarrollo físico y cognitivo de los beneficiarios. Esta labor es especialmente crucial para los niños, niñas y adolescentes, que de manera alarmante constituyen el 80% de las personas que asisten. En un contexto de crisis, donde el acceso a productos frescos y nutritivos se convierte en un lujo, la labor del Banco de Alimentos se vuelve un imperativo moral, una lucha por el derecho a una infancia sana y un futuro con oportunidades”.

Un impacto medible y un llamado a la solidaridad

Los resultados de la fundación en 2024 son una prueba fehaciente de la magnitud de su esfuerzo. Distribuyeron más de 2,1 millones de kilos de alimentos, lo que se traduce en un apoyo diario a más de 60.000 personas. Un dato que los llena de orgullo es que el 35% de los productos entregados fueron de alto valor nutricional, “un logro que demuestra la efectividad del modelo en la mejora de la calidad de vida de las familias asistidas”, agrega Fiore. A nivel nacional, su labor se inscribe en una red que alcanzó a un millón de personas, con un 63% de niños y adolescentes, lo que subraya la relevancia de su enfoque en la nutrición infantil y la equidad alimentaria.

La transparencia y la calidad son rasgos distintivos que diferencian a la fundación. Operan bajo la estricta certificación de la Norma 324:2010 de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), otorgada por IRAM Argentina. Esta certificación no solo los valida como una institución seria y confiable, sino que también les permite garantizar la trazabilidad de los alimentos, asegurando que cada producto es seguro y llega a su destino en perfectas condiciones. El proceso de inclusión de nuevas organizaciones a su red es riguroso y transparente, lo que asegura que la ayuda llegue a quienes realmente la necesitan y que operan con la dignidad y la seguridad que los beneficiarios merecen.

La operación diaria se sostiene gracias a una contribución simbólica de las organizaciones que asisten, lo que les permite cubrir los costos de logística y mantenimiento. Sin embargo, la creciente emergencia alimentaria puso a prueba su capacidad. Con cerca de 70 comedores y merenderos en lista de espera y una disminución de donaciones de productos esenciales, el futuro de muchos de estos espacios está en riesgo.

Ante esta realidad, la Fundación Banco de Alimentos Córdoba renueva su llamado a la solidaridad. Necesitan que empresas, instituciones y la sociedad civil se unan para sostener este puente de esperanza. Con su apoyo, es posible garantizar que la ayuda siga fluyendo, que las mesas de las familias más vulnerables no queden vacías y que, juntos, se continúe construyendo una comunidad más justa y con mayor seguridad alimentaria. Demuestran que la generosidad y el compromiso son las fuerzas más poderosas para el cambio social.

 Banco de Alimentos: solidaridad que no se desperdicia

Un modelo global en expansión

El modelo de banco de alimentos ha sido reconocido a nivel mundial como una estrategia innovadora y eficaz para combatir la inseguridad alimentaria. Un informe de The Global FoodBanking Network (GFN), en colaboración con la Federación Europea de Bancos de Alimentos (FEBA) y FeedingAmerica, destaca que estas organizaciones son un puente vital entre el desperdicio y el hambre. En un mundo donde dos mil millones de personas padecen inseguridad alimentaria, la intervención de los bancos de alimentos es fundamental para mitigar las consecuencias del hambre en la salud, la empleabilidad y la productividad.

A modo de cierre

En un mundo marcado por la paradoja del despilfarro y el hambre, la Fundación Banco de Alimentos Córdoba demuestra que la respuesta no es solo una cuestión de caridad, sino un imperativo de justicia social y conciencia humanitaria. A lo largo de más de dos décadas, construyeron un modelo que va más allá de la asistencia, transformando el excedente en dignidad y la fragilidad en esperanza.

Su trabajo de rescate y distribución de alimentos es el motor de esta cadena de solidaridad, pero sus pilares de empoderamiento y compromiso nutricional son los que le confieren su verdadero poder de transformación. No solo llenan estómagos, sino que nutren mentes, fortalecen comunidades y siembran las semillas de la autosuficiencia. Cada kilo de alimento recuperado es un acto de responsabilidad colectiva que combate el desperdicio y la desigualdad, un acto que dignifica tanto a quien da como a quien recibe.

“Las cifras de su impacto en 2024 son contundentes y reflejan la magnitud de este esfuerzo, pero también nos confrontan con una realidad urgente. La creciente crisis alimentaria y la lista de espera de comedores nos recuerdan que la labor del Banco de Alimentos no puede sostenerse en solitario. Su modelo, reconocido a nivel global como una solución probada y eficaz, depende del compromiso continuo de empresas, instituciones y la sociedad en su conjunto”, agrega Fiore.

En definitiva, la Fundación Banco de Alimentos Córdoba no solo es un puente entre el excedente y la carencia, sino un faro que nos ilumina el camino hacia una sociedad más justa y segura. Nos invita a reflexionar sobre nuestro papel en la solución de la paradoja del hambre y a unirnos a esta causa, demostrando que la solidaridad activa y el compromiso sostenido son las fuerzas más poderosas para construir un futuro en el que la nutrición sea un derecho universal, no un privilegio.

Redacción

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