El Barça es una máquina de generar contenidos: ofrece ingredientes espectaculares antes, durante y después de los partidos. Antes, con la cuenta atrás de las inscripciones de Joan Garcia y Marcus Rashford, resueltas in extremis, sin haber logrado que entendamos la cuadratura del círculo entre el fair play , las conexiones cerebrales de Javier Tebas y la adicción a la adrenalina de Joan Laporta. Durante, con una victoria justa, contaminada por un arbitraje extraño que, aplicando el reglamento, deja abierta la puerta a que los de siempre interpreten que se adultera la competición. Después, con la crítica de Hansi Flick, insatisfecho con el rendimiento del equipo en la segunda parte.
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