La construcción del carril bus de la B-23 ha vuelto a demostrar una vez más la falta de coordinación entre Barcelona y las actuaciones de movilidad que se llevan a cabo en sus límites municipales. Sucedió con el flamante carril bici metropolitano que se construyó desde Esplugues con una infraestructura cuidada al detalle y que cuando llegaba a Barcelona era un camino de tierra en el que más de uno acabó cayendo al suelo.
Algo similar ha pasado con el carril bus construido por la Generalitat y financiado por el Ministerio de Transportes. Cuando los buses del recién estrenado vial llegaban a la entrada de la capital catalana por el carril más a la izquierda de la autopista este mes de agosto se encontraban con un semáforo que les desviaba hacia la derecha… a un carril que aún no era exclusivo para autobuses. La incongruencia saltaba a la vista.
El Ayuntamiento ha resuelto esta situación habilitando un nuevo carril bus en un tramo de 400 metros entre la avenida Albert Bastardas (a la altura del RACC) y la avenida Doctor Marañón (Zona Universitària). De este modo, ahora sí, se da continuidad al vial exclusivo para autobuses desde Sant Feliu de Llobregat hasta la plaza de la Reina Maria Cristina.
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A diferencia del resto del carril bus en la autopista, el nuevo tramo pintado en la Diagonal durante el fin de semana sí que tendrá afectación sobre la circulación de los vehículos privados, pasando de tres carriles a dos. Sumado al nuevo semáforo situado unos metros antes del que había hasta ahora, los conductores lo notarán cuando regresen las habituales congestiones en septiembre.