Todos los barcos que tengan como destino o escala Barcelona deben navegar, desde el pasado 1 de mayo, con combustibles o un sistema incorporado que reduzca a menos del 0,1% las emisiones de óxidos de azufre. Así lo establece que el Mediterráneo haya sido declarado por la ONU zona de bajas emisiones de este contaminante que afecta a las zonas costeras. Así, desde hace dos meses, nuestro mar es la quinta zona del mundo en obtener este estatus, junto con el mar del Norte, el Báltico, la costa norteamericana y parte del Caribe.

Dos cruceros en el puerto de Barcelona
Àlex Garcia / Propias
Esta declaración tiene un significado especial para la capital catalana, pues es fruto del Convenio Barcelona, un acuerdo adoptado inicialmente en 1976 por 14 países en nuestra ciudad para la protección del Mediterráneo, que acumula el 30% del tráfico mundial. La noticia ha pasado un tanto desapercibida, pero es de una gran relevancia. Los buques que incumplan la medida se enfrentan a sanciones de hasta 100.000 dólares tras las inspecciones aleatorias a que se someterán por las autoridades marítimas de cada país. Las embarcaciones mercantes, recreativas y cruceros solo pueden utilizar ahora fueloil marino, que ya contiene menos del 0,1% de azufre; gas natural licuado, o disponer de un sistema de depuración a bordo que elimina el contaminante.
La ciudad ejerce un papel de liderazgo en la descontaminación del tráfico marítimo
El cambio de combustible –alrededor de un 40% más caro– o la instalación de la depuradora suponen un sobrecoste importante para las navieras. Aunque según José González, responsable de medio ambiente de la CLIA, la asociación que agrupa a las líneas de cruceros, los armadores están plenamente concienciados en que el futuro del tráfico marítimo pasa por su descontaminación. Por eso las navieras, asegura, asumen este incremento, aunque en algunos casos –depende sobre todo del tipo de mercancía– sí se repercute el mayor coste en el cliente.
La declaración del Mediterráneo como zona de bajas emisiones de azufre ha tardado casi medio siglo en hacerse realidad desde la firma del Convenio de Barcelona, pero ya está aquí y se incorpora al marco del Plan Litoral, una línea estratégica de la ciudad para la planificación y gestión de su zona marítima, desde los barrios, puerto, playas, equipamientos y espacios libres. Barcelona será, así, una de las ciudades más beneficiadas. La experiencia de las cuatro zonas de bajas emisiones que ya funcionan en el mundo demuestra que desde el 2014 han reducido hasta un 70% las emisiones de óxidos de azufre.
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Todo el sector considera que Barcelona ejerce un papel de liderazgo en la descontaminación del tráfico marítimo, junto con Rotterdam y Copenhague. Además de dar nombre al tratado para la protección del Mediterráneo, el puerto está electrificando los muelles y suministra gas licuado. Y su presidente, Jorge Alberto Carbonell, ya reclama a las autoridades que la zona de bajas emisiones se amplíe también a los óxidos de nitrógeno, otro contaminante muy nocivo.