La tercera audiencia en la sucesión de Beatriz Sarlo, citada por el juez Fernando Cesari, a cargo del Juzgado Nacional Civil Nº 60, concluyó como las anteriores: no hubo acuerdo “por el momento” entre los cuatro aspirantes a herederos, pero continúan las tratativas “conciliatorias”.

Se presentaron el portero Melanio Alberto Meza López, el exmarido Alberto Sato, y los primos hermanos de la fallecida, Ernestina Susana Del Río y Álvaro Edmundo Sarlo Sabajanes, con sus respectivos abogados. Alguien tendrá que ceder, como decía el título de la inolvidable película protagonizada por Jack Nicholson y Diane Keaton.
Hubo otras dos novedades en el juicio. La primera es que el magistrado determinó que, habiéndose presentado dos parientes que acreditaron su vínculo con la ensayista muerta, el Gobierno de la Ciudad queda desvinculado, pues ya no se trata de una herencia vacante. En breve, la Procuración General porteña será notificada.
Esto representará un alivio para el círculo íntimo de Sarlo, codo a codo con Sato, de quien la autora de La intimidad pública se separó 50 años atrás y vivió con su pareja, el fallecido cineasta Rafael Filipelli, durante los 40 años posteriores. Tratándose de intelectuales de izquierda, que tienen diálogo con Sato, residente en Chile, siempre han hecho pública su voluntad de que los derechos intelectuales de la obra de Beatriz Sarlo queden en manos del exmarido, y no del Estado porteño. Está por verse el futuro de Sato en la sucesión caratulada testamentaria.
Hace un tiempo, el contenido completo de la pericia fue intencionalmente filtrado a un medio.
La segunda novedad es que se reactivó el traslado a las partes de la pericia caligráfica que, según pudo comprobar Clarín, solo se expidió sobre la autenticidad de la letra y firma de Beatriz Sarlo en los documentos que el encargado Meza López presentó en el juicio, uno de ellos como supuesto testamento ológrafo.
La pericia nada dice del estado de salud ni de las circunstancias en que dichos documentos fueron escritos y firmados por Beatriz Sarlo. Y, según fuentes tribunalicias irreprochables, ni siquiera se refiere a ellos como “testamento”.
Entre las distintas medidas que fueron presentándose en la sucesión Sarlo, que se mueve sin prisa y sin pausa, la pericia quedó atascada. No se había corrido traslado de su contenido a las partes intervinientes. Ello equivale a decir que, por muy electrónico que sea el sistema judicial actual, las partes no accedieron a su contenido. A partir de ahora correrá el plazo para que los abogados la aprueben, la impugnen o reclamen una ampliación de la pericia, que es solo caligráfica.
Hace un tiempo, el contenido completo de la pericia fue intencionalmente filtrado a un medio. En rigor, la pericia no favorece a nadie, ya que el objeto de la controversia es el contenido, debido a la imprecisión de la voluntad de la fallecida. Para resumirlo: la pericia caligráfica no legitima al documento como testamento ológrafo. Eso es resorte exclusivo del juez de la causa.
La pericia no favorece a nadie, ya que el objeto de la controversia es el contenido.
Otro dato reciente para destacar es que se cambió la cerradura de la oficina de Sarlo en la calle Talcahuano, de donde su círculo estrecho de amigos mudó sus libros y su archivo al CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas), ante un pedido expreso de Beatriz Sarlo, en vida aunque ya enferma.
La medida del cambio de cerraduras del departamento de Hidalgo 140 y de la oficina fue solicitada por la abogada de la prima Ernestina Del Río. El juzgado ya recibió respuesta del Banco Nación (normal que se envíe oficio a este banco estatal), donde se acredita que existe una cuenta con fondos a nombre de Beatriz Sarlo. Ello permitirá afrontar gastos que se produzcan justificadamente en la causa.

Nuevas cerraduras
El cambio de ambas cerraduras aprobado por el juzgado no se ve bien para el portero Meza López, quien había dispuesto de un juego de llaves para ingresar al departamento de Sarlo durante enero y febrero de este año, tras su fallecimiento, y aún antes, cuando la escritora se encontraba enferma y Meza la asistía con su gata Niní y con trámites.
Recordemos que la sucesión de Beatriz Sarlo se inició a instancias de su ex Sato, a quien los amigos de la intelectual apoyaron desde el principio debido a que lo conocían. Anoticiado el encargado del inicio del juicio sucesorio, se presentó con los documentos suscriptos por la ensayista y las relaciones entre Sato y Meza –que comenzaron siendo cordiales– se rompieron.

El entuerto entre ambos abrió el camino a la Procuración de la Ciudad, organismo que se presenta como parte en las herencias vacantes. Todo se complicó con la aparición en escena de la prima Ernestina y, más tarde, cuando ingresó a la causa el primo Álvaro. Un entramado que entusiasma a cualquier abogado, pero que es delicado de resolver.