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lunes, noviembre 3, 2025

Belleza tóxica: los riesgos a la salud del uso de cosméticos

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[CIUDAD DE MÉXICO, LIMA, SciDev.Net] En distintas ciudades de América Latina, existe un lucrativo comercio informal de cosméticos y productos de higiene personal que contienen sustancias tóxicas y metales pesados y que, sin embargo, se venden masivamente sin etiquetas ni advertencias de su potencial daño a la salud.

Así lo revelan decenas de estudios que muestran la presencia de sustancias como ftalatos, parabenos,1,4-dioxano u oxibenzona, o metales como arsénico, mercurio o plomo en labiales, sombras, esmaltes, cremas aclaradoras, productos para el cabello o fragancias, que se encuentran fácilmente y a precios muy bajos en mercados fijos o ambulantes (conocidos como tianguis en México) y tiendas informales.

Es el caso del centro de Lima, donde cientos de personas llegan diariamente a las galerías informales que rodean la zona de El Cercado a comprar cosméticos al mayoreo y menudeo bajo la mirada indiferente de funcionarios de fiscalización y control de la Municipalidad.

“Yo cada mes o mes y medio vengo a abastecerme (…) acá todo es muy barato”, dijo a SciDev.Net Zenobia Urquiza, una compradora que tiene un puesto de artículos de bazar en un mercado cooperativo de Matucana, una provincia de Lima.

“Aprovecho para llevarme algunos artículos de maquillaje que tienen fácil salida, por ejemplo, ahora que es Halloween estoy llevando sombras negras, fosforescentes, esmaltes negros y de colores vivos, eso sale rapidito”, contó.

En festividades como Halloween la proliferación de artículos de dudosa procedencia y escasa calidad aumenta. Crédito de la imagen: Aleida Rueda.

Ninguno de estos productos tiene etiqueta, ni marca, ni un certificado sanitario que permita saber quién o dónde los hacen.

“¿Quieres calidad o precio? Si quieres calidad anda compra en Aruma [la cadena de maquillaje más grande de Perú] o por catálogo y te va a costar un ojo de la cara, no vas a ganar ni pa’l té”, afirmó un vendedor a SciDev.Net.

Si bien no hay cifras regionales, se estima que el mercado informal de la belleza y el cuidado personal causa importantes pérdidas. En Perú, por ejemplo, la Cámara de Comercio de Lima reportó en 2024 que el país perdió más de US$263 millones por la falsificación de productos como champús, fragancias, cremas faciales, labiales, talcos y esmaltes de uñas.

Y mientras unos pierden, otros ganan: “Diariamente me hago unos 5 palos [5 mil soles, aproximadamente US$1.500] solo en este puesto, a veces más, a veces menos (…), y en total tengo 10 puestos”, comentó el mismo vendedor.

Con ganancias tan exorbitantes, no parece realista pensar que este mercado vaya a disminuir. Por el contrario, han surgido laboratorios clandestinos donde se fabrican cosméticos de manera artesanal y sin medidas mínimas de salubridad.

Los maquillajes sin etiquetas, marcas de fábrica o registro sanitario se venden libremente al por mayor y menor en decenas de galerías del centro de Lima, en la zona conocida como El Cercado. Crédito de las imágenes: Zoraida Portillo.

En julio de este año, por ejemplo, el gobierno peruano incautó en El Cercado cerca de dos toneladas de productos cosméticos y de higiene personal falsificados, que estaban vencidos, adulterados, sin registro sanitario, o en mal estado de conservación.

“Lo preocupante del caso es que el uso de estos productos elaborados con sustancias desconocidas implica un riesgo para la salud, debido a que su uso puede ocasionar escozor, alergias, caída de cabello y otros problemas más graves para la salud”, explicó en esa oportunidad Rumi Cabrera, especialista del Ministerio de Salud.

Lo que pasa en Perú se repite en otras ciudades de América Latina, donde ha habido un increíble aumento en el consumo de productos cosméticos. Un informe sobre el mercado latinoamericano formal de belleza y cuidado personal revela que en 2024 este rubro se estimó en US$58.71 mil millones y se proyecta que alcance los US$95.06 mil millones en 2034.

“La popularidad de estos productos se ha disparado, impulsada en gran medida por la influencia de las redes sociales y la propagación de estándares de belleza poco realistas, especialmente entre los más jóvenes”, advirtió Abdullah M. Alnuqaydan, investigador de la Universidad de Qassim, Arabia Saudita, en un artículo que aborda los riesgos tóxicos de los cosméticos.

Luisa Torres, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), de México, señaló a SciDev.Net que, a diferencia de los países más desarrollados, en América Latina hay mayor vulnerabilidad a los daños de estos productos. “Culturalmente, los usamos más, pero además nuestras condiciones socioeconómicas nos llevan a optar por sacrificar calidad por precio”.

A eso hay que sumar una vulnerabilidad comercial que permite que productos que son prohibidos en otros países, como plaguicidas o plásticos, entren a América Latina libremente por la falta o debilidad en las regulaciones.

En los tianguis mexicanos es posible encontrar una gama variopinta de cosméticos y maquillajes muy baratos y sin ninguna inspección sanitaria. Crédito de la imagen: Aleida Rueda.

Un ejemplo es la reciente decisión de Europa que prohibió, a partir del 1 de septiembre de 2025, la fabricación, venta y uso de esmaltes de uñas semipermanentes, conocidos como gelish que contengan sustancias potencialmente tóxicas como el óxido de trimetilbenzoil difenilfosfina (TPO) y la N,N-dimetil-p-toluidina (DMT), usados para endurecer y secar el esmalte y que se usan indiscriminadamente en los salones de uñas de la región.

Si en Europa están prohibidos, “¿podrían llegar a nuestros tianguis? A lo mejor nos están llegando los productos más baratos y con mayor concentración de sustancias tóxicas. No lo sabemos”, advirtió Torres.

Presencias non gratas

Las galerías informales de cosméticos de El Cercado no sólo atraen a compradores, también a investigadoras. En 2023, como parte de su tesis para licenciarse como química farmacéutica de la Universidad Mayor de San Marcos, Evelyn Santos hizo uno de los pocos estudios de Perú en donde se analizan los cosméticos que ahí se venden.

Con técnicas como la espectrofotometría de absorción atómica, Santos analizó 30 lápices labiales de 10 marcas distintas con un costo menor a un dólar la pieza, y en todas ellas encontró presencia de metales pesados: 0.6 partículas por millón (ppm) de cadmio y 0.2 ppm de mercurio, en promedio.

Bajo los estándares de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), que establecen límites máximos de concentraciones de estos metales en cosméticos −1,0 parte por millón (ppm) para mercurio y 00,5 ppm de cadmio− las muestras que analizó Santos tienen cantidades permisibles de mercurio, pero no de cadmio. Y bajo estándares más rigurosos, como los de la Unión Europea, la mayoría de las marcas contienen metales pesados muy por encima de lo permisible.

“Lo que encontré en mi análisis no elimina la alarma: los productos labiales que se compran en el centro de Lima contienen metales pesados, contienen cadmio y mercurio”, advirtió Santos.

“Y la presencia de metales pesados es muy riesgosa, ya que estos metales tienden a acumularse en el organismo y no sabemos el daño que pueda producirse en el futuro. Los cosméticos son de uso diario, así que hay que alertar a las autoridades sanitarias para que sean más estrictos en la regularización de estos cosméticos”, añadió.

Evelyn Santos (izq.) analizó mediante espectrofotometría de absorción atómica, 30 lápices labiales (der.) recolectados en las galerías informales del centro de Lima. En todos ellas encontró presencia de metales pesados.Crédito de la imagen: cortesía de Evelyn Santos para SciDev.Net.

Distintos estudios advierten que los metales pesados pueden viajar al torrente sanguíneo a través de la absorción dérmica y causar efectos peligrosos en el cuerpo.

El investigador Francisco Bautista, del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México, hizo un análisis parecido al de Santos, también con espectrofotometría, fluorescencia de rayos X y microscopía electrónica de barrido, entre otras.

En un artículo publicado este año, Bautista reporta la presencia de metales pesados en labiales y sombras de distintos precios que se venden en los mercados y tianguis de Morelia, la capital de Michoacán, México.

Hace unas semanas, el investigador mandó una Carta al editor a la Revista de Salud Pública para advertir que en los labiales de colores violeta, rosa, pardo, rojo, negro, amarillo y magenta de precio bajo, encontraron altas concentraciones de vanadio, un metal cancerígeno (que puede iniciar o estimular el crecimiento de células cancerosas), afecta el sistema respiratorio y digestivo y provoca palpitaciones cardíacas, agotamiento y depresión.

De acuerdo con el investigador, el límite recomendable de ingesta de vanadio es menor a los 10 mg por kilogramo de peso corporal. Quiere decir que una persona de 60 kg no debería ingerir más de 600 mg de vanadio. “Pero encontramos concentraciones de millares, es un montón, es muchísimo”, alertó.

Bautista y su equipo también encontraron distintas concentraciones de cobre, niobio, níquel, rubidio, estroncio, estaño, bismuto, bario, cromo, así como minerales potencialmente peligrosos como el sulfato de bario y el clorato de plomo, principalmente en cosméticos de rango bajo, o sea los más baratos.

“En los lápices labiales de la gama media son preocupantes las concentraciones de zinc (hasta 11.7%) y de níquel (hasta120 mg/kg). También encontramos trazas de bario, bismuto y plomo”, reportó.

La exposición crónica a ellos implica que se acumulen en los tejidos corporales, incluyendo el sistema nervioso central, lo que puede llevar a alteraciones neurológicas. Por lo tanto, advirtió Bautista, “no existen concentraciones seguras para el cuerpo humano”.

Las sombras para ojos son otro producto donde se han detectado acumulación peligrosa de minerales potencialmente peligrosos, especialmente entre las de más bajos precios. Crédito de la imagen: Aleida Rueda.

Productos para el cuidado que no cuidan

En productos de cuidado personal también se han encontrado sustancias tóxicas. El mismo Alnuqaydan reporta en su artículo una larga lista, desde el 1,4-dioxano, un potencial cancerígeno que se ha encontrado en champús y jabones para manos y cuerpo, hasta acrilatos que se usan en la cosmética de uñas y provocan, entre otras cosas, dermatitis y aumentan el riesgo de cáncer.

También se ha reportado la presencia de oxibenzona (benzofenona-3) en protectores solares, champús, lociones corporales y bálsamos labiales, que podrían provocar disrupciones en el sistema endocrino en humanos; otros estudios muestran efectos tóxicos del uso de alquitrán de hulla que suele estar presente en algunos tintes para el cabello.

Y la lista sigue: la hidroquinona, que se utiliza como aclarador de la piel en cremas limpiadoras y humectantes; metilisotiazolinona, metilcloroisotiazolinona, butilhidroxianisol y butilhidroxitolueno, que se usan en los cosméticos para evitar que se reproduzcan microorganismos en el producto.

Las fragancias son otra causa de preocupación. En 2022, un reporte elaborado por la organización Women’s voice for the Earth reveló que al menos hay 46 sustancias químicas presentes en las fragancias, además de los parabenos y ftalatos (sustancias químicas sintéticas) con potencial tóxico.

En los casos menos graves, pueden causar asma o alergias, pero en otros pueden causar efectos graves al generar desequilibrios hormonales importantes. “Se llaman disruptores endocrinos, pueden aumentar o bloquear la actividad hormonal. En los hombres, por ejemplo, los disruptores pueden aumentar la cantidad de estrógenos y eso puede hacer que desarrollen cáncer de próstata”, explicó Torres.

El documento insiste en que hay muchas sustancias químicas, como los terpenos del aceite de toronja y del aceite de limón, que no han sido estudiadas y que se distribuyen como “fragancias” para productos como desodorantes, tampones, toallas sanitarias y sprays corporales, sin que haya información sobre sus efectos en la salud humana o ambiental.

La alerta de los científicos sobre compuestos potencialmente peligrosos para la salud no es solo para maquillaje sino también para artículos de cuidado e higiene personal que, igualmente, se venden sin control sanitario en América Latina. Crédito de la imagen: Zoraida Portillo.

No es cosa sólo de mujeres

Aunque son las mujeres las que usan más productos de belleza e higiene personal, no quiere decir que sean las únicas con riesgos tóxicos por su uso. Según un reporte de la empresa Morning Consult, en 2004 un hombre adulto promedio usaba 6 productos de cuidado personal al día, y en 2024 usa 11.

Luisa Torres dice que los efectos en hombres están poco estudiados y que los estudios disponibles se relacionan con la ocupación: hombres que trabajan atendiendo al público, militares o trabajadores están más expuestos a estos productos, ya sea por un tema de apariencia o de actividad laboral.

“Las mujeres somos importantes y eso no hay duda, sin embargo el cáncer de próstata en hombres por el uso de productos de cuidado personal existe, pero está olvidado. Y creo que el motivo es porque son hombres, pero además son viejos, y económicamente no nos representan un problema importante”, subrayó la investigadora.

En un estudio publicado en abril de 2025 en Nature, Torres analizó –a través de encuestas a hombres adultos– sus patrones de uso de artículos como desodorante, loción corporal, champú y perfume.

Y encontró una asociación significativa: los hombres que están expuestos a una mayor cantidad de estos productos presentan una probabilidad 2,6 veces mayor de desarrollar cáncer de próstata en comparación con aquellos con baja exposición.

El uso diario de perfume fue el factor individual de mayor riesgo, incluso vinculado a la aparición de variantes de cáncer más agresivas, muy probablemente debido a los ftalatos que se usan para fijar el aroma.

Otro grupo demográfico vulnerable es el infantil. Niños y niñas que compran cada vez más productos cosméticos de cuidado de la piel en pequeñas tiendas o a través de internet, pero sin marca ni etiqueta ni registro sanitario.

“Las escolares compran bastante maquillaje porque es barato y les permite estar a la moda. Los fines de semana vendo más maquillaje porque se van a las fiestas bien arregladitas”, relató la compradora Zenobia Urquiza.

Catálogo de maquillaje por Halloween. Una investigación en Brasil encontró presencia de metales pesados en los pigmentos de base metálica usados por los niños en diversas festividades y fiestas infantiles. Crédito de la imagen: Aleida Rueda.

También hay un alto consumo de maquillaje de fantasía con presencia de metales pesados. Por ejemplo, en Sao Paulo, Brasil, un grupo de investigadores evaluó la presencia de metales pesados en los pigmentos de base metálica que usan los niños durante Halloween, Carnaval o fiestas infantiles.

Encontraron alta presencia de arsénico, y un riesgo de cáncer para los niños que osciló entre 1×10−8 y 1×10−5, cuando el riesgo aceptable tolerable para niños es de 1×10-6. También encontraron que el riesgo mayor sucedía cuando los niños ingerían accidentalmente el producto.

Y un tercer grupo de riesgo son los adolescentes. Hay especialistas que advierten que el aumento en el consumo de productos de belleza ha sido impulsado en gran medida por la influencia generalizada de plataformas de redes sociales como TikTok e Instagram, donde los influencers de belleza y las tendencias virales animan al público más joven a experimentar con el cuidado de la piel y los cosméticos.

“Hay algunas marcas de influencers, mujeres que en las redes sociales tienen sus marcas de cosméticos. Ellas ni saben lo que están vendiendo, pero lo están promocionando y están llenos de metales pesados (…) Si yo tuviera hijas les diría: ’Olvídense de estas marcas baratas de influencers’”.

Francisco Bautista, del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México

Esto tiene consecuencias, porque los jóvenes usan productos diseñados originalmente para la piel adulta, lo que puede producir riesgos como alteraciones hormonales, reacciones alérgicas y exposición prolongada a sustancias químicas nocivas como parabenos, ftalatos, sulfatos y formaldehído.

Bautista explicó que los mismos influencers tienen sus marcas de maquillaje. En su estudio, varias muestras de labiales y sombras con metales pesados procedían de compañías de influencers de belleza.

“Hay algunas marcas de influencers, mujeres que en las redes sociales tienen sus marcas de cosméticos. Ellas ni saben lo que están vendiendo, pero lo están promocionando y están llenos de metales pesados (…) Si yo tuviera hijas les diría: ’Olvídense de estas marcas baratas de influencers’”.

El comercio informal de cosméticos y artículos de belleza es un buen negocio. La mercadería tiene una gran salida y el trasiego es permanente. La Cámara de Comercio de Lima reportó pérdidas por más de US$263 millones por falsificación de estos productos solo en 2024. Crédito de la imagen: Zoraida Portillo.

Efectos a largo plazo

Uno de los desafíos que enfrenta la ciencia para evaluar y comunicar los potenciales efectos del uso de cosméticos o productos para el cuidado personal potencialmente peligrosos es que estos daños no son inmediatos.

“No es fácil estudiarlo. Si hoy me pongo un desodorante con aluminio para aclarar las axilas, no quiere decir que mañana voy a tener una erupción, no. Es algo muy lento. Entonces los estudios que se tienen para poder documentar este tipo de asociaciones son de muy largo plazo”, dijo a SciDev.Net Martha María Téllez Rojo, investigadora en ciencias médicas del INSP.

Téllez participó en uno de esos estudios: en 1994 el grupo de investigación analizó a 30 mujeres embarazadas de la Ciudad de México y desde entonces han evaluado a sus hijos cada dos años. En la mayoría, han encontrado metabolitos (o rastros) de metales pesados en su orina y han descubierto que estas sustancias pueden pasar de la mamá al bebé.

“No podría decir si es el desodorante o la crema o el delineador, pero sí que hay metabolitos en su orina asociados a efectos que observamos desde muy temprana edad, muy chiquitos, que se van acumulando y afectan su neurodesarrollo, sistema endocrino, sus patrones de sueño o su procesamiento de lípidos”, explicó.

La especialista en nanotecnología Paulina Abrica González, del Instituto Politécnico Nacional, en México, coincide en que estudiar estas asociaciones es difícil y toma tiempo. Ella se dedica a evaluar el potencial daño de las nanopartículas que se usan en los cosméticos para darle a la piel una apariencia más lisa.

La particularidad de estudiar los efectos de los cosméticos es que son concentraciones bajas, pero por más tiempo. “Posiblemente no me pongo mucho maquillaje, pero me lo estoy poniendo a diario, y varias veces al día porque lo retoco. Y lo usamos durante casi toda nuestra vida, desde jóvenes o niñas, entonces lo que vamos a ver son los efectos a largo plazo”, indicó a SciDev.Net.

Abrica utiliza plantas y animales para evaluar el efecto genotóxico de nanopartículas de óxido de titanio presentes en maquillajes. En modelos animales, extrae los núcleos de la sangre de un roedor para analizar su ADN y detectar si tiene daños. Se llama ensayo cometa, porque si el ADN tuvo daño, va a tener una extensión, como si fuera un cometa.

“Mientras más daño haya, el cometa será más grande. Y lo hemos visto: cuando más concentración de nanopartículas tiene el ratón, mayor será su daño en el ADN”, dijo. Pero hay que esperar a que las sustancias se acumulen, “por eso, por más que nosotros queramos evaluarlo, tendremos resultados dentro de 5 o 10 años”.

La investigadora advirtió que esto es un desafío para los entes reguladores como la FDA de Estados Unidos, porque pueden evaluar −y aprobar− la seguridad de los cosméticos con base en pruebas inmediatas que podrían no ser aptas para saber los efectos a largo plazo. “Y por eso muchas veces nos enteramos tarde de que algún producto era dañino”.

Principio de precaución

Las especialistas coinciden en que el tiempo que toma generar evidencia sobre los daños de estos productos no puede ser una limitante para tomar decisiones que protejan la salud de las personas que usan estos productos.

“No es que queremos decir ¡Que no se usen nanopartículas! No, la nanotecnología es el futuro. Pero sí tomar conciencia sobre las concentraciones, los tipos de nanopartículas y los tipos de piel, porque mientras más pequeñitas sean estas nanopartículas, tendrán una mayor capacidad de penetración en la piel, sobre todo si es una piel dañada”, afirmó Abrica.

Lo que pide la investigadora es que haya más conciencia y más información para que las personas consumidoras puedan saber si su maquillaje tiene nanopartículas y en qué concentración, y así decidir cuándo, cómo y con qué frecuencia usa el producto.

“Yo creo que como consumidores tenemos derecho a exigir qué nos estamos metiendo. Sí, te compro tu crema, pero dime qué tiene. Las empresas tendrían la obligación de reportar si los productos son libres de sustancias tóxicas”.

Luisa Torres, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), México

Se trata de empoderar al consumidor en la industria de la belleza, pero no sólo eso.

Alnuqaydan considera que los gobiernos, las agencias reguladoras, los productores y los consumidores deben trabajar juntos. “Se deben respetar leyes más estrictas, con énfasis en la investigación exhaustiva de ingredientes, pruebas exigentes y procedimientos de etiquetado abierto”.

“Yo creo que como consumidores tenemos derecho a exigir qué nos estamos metiendo. Sí, te compro tu crema, pero dime qué tiene. Las empresas tendrían la obligación de reportar si los productos son libres de sustancias tóxicas”, propuso Torres.

“Si el riesgo es muy alto, uno está obligado a dar la alerta. Eso se llama principio de precaución (…) Si aplicáramos el principio precautorio, estarían saliendo del mercado muchos productos cosméticos, labiales y sombras”, comentó Bautista.

Para Bautista la solución está en dejar de usar maquillaje, o disminuir su uso al máximo. “Hay que dejar de usar estos productos”, insistió el investigador. Porque “hay una omisión de información relevante y es más grave cuando sabemos que los están usando niños. Debería estar prohibidísimo usar estos productos en menores de edad”.

A pesar de sus alertas, en las calles de América Latina, estos productos se siguen vendiendo. Para algunos consumidores se trata de economía y accesibilidad, porque podrían decidir comprar productos de mayor calidad, pero los precios están fuera de su alcance.

Así lo cree Zenobia, la compradora de maquillaje en El Cercado: “No tengas miedo, mamita, no es nada ilegal. Son más baratos nomás, si tuvieran etiquetas serían más caros y no los podríamos comprar y los pobres también tenemos derecho a lucir bien ¿no es cierto?”.

SciDev.Net solicitó entrevistas con autoridades sanitarias en México y Perú, pero hasta el cierre de la edición no hubo respuesta.

Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net. Y contó con el reporteo de Zoraida Portillo en Lima.

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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