-¿Por qué decidió contar esta historia?
–La mujer de la fila nace de una necesidad.
-¿Necesidad?
-Sí, la de mostrar aquello que muchos evitan. Surgió el día que vi a Andrea Casamento en una charla TED Rio de la Plata 2017, desde donde contaba su historia familiar, a partir de la cual fundó una red latinoamericana llamada Asociación Civil de Familiares Detenidos (ACIFAD), la primera organización de su tipo en Argentina, para luego incorporarse como delegada al Comité de la ONU para la Prevención de la Tortura… Quedé tan impactado que pensé en una película, llamé a Natalia y se lo propuse. Yo sólo pretendía reflejar desde el cine cómo estas mujeres enfrentan la prisión a partir de la humanidad y la solidaridad.

Entre aromas de café y medialunas, Benjamín Ávila (53) describe desde el Salón Dali del Hotel Intercontinental, tanto con palabras como con sus ojos verdes, lo que su nueva apuesta cinematográfica contiene: “Actores, espacios, gestos y emociones”, resume. La película justamente se centra en la historia de Casamento (encarnada por Natalia Oreiro), cuyo hijo, Gustavo (Federico Heinrich), ha sido encarcelado, y en su peregrinar, como el de tantas otras “mujeres de la fila”, para afrontar las dificultades que ello les representa en su día a día. “Cada una de sus decisiones busca abrir preguntas incómodas y conversaciones profundas”, apunta el entrevistado ante el estreno, que acaba de producirse.
«Nuestro filme permite que el espectador acercarse a una realidad que casi nunca se ve, y que la emoción de cada escena se sienta verdadera”, entiende el propio Ávila ante el micrófono de Revista GENTE sobre este drama de 105 minutos con guion del propio Ávila y de Marcelo Muller, protagonizado por los mencionados Oreiro-Heindrich, Amparo Noguera, Alberto Ammann, Lide Uranga y la recientemente fallecida exboxeadora Marcela “Tigresa” Acuña.
“SER DIRECTOR ES MI MANERA DE EXPRESARME”
-¿Qué te llevó a la dirección como camino de vida, Benjamín?
-Ser director es mi manera de expresarme. Es mi forma de vida… Mi madre, Charo, desaparecida en 1979, y mi padre, José “Pepe” Ávila, actor y director de Canal 10 de Tucumán, me enseñaron el arte de la narración desde muy chico. Entre los 7 y 13 años viví entre bambalinas, aprendiendo sobre la magia de la televisión. Y jamás paré. Para mí cada filme es un puente entre lo íntimo y lo colectivo, mi forma de dialogar con la sociedad y con la memoria -dilata esos mismos ojos verdes, apuntalando con la mirada su convicción, su compromiso con cada historia que decide contar.

Una propuesta audiovisual que no ha sido escasa ni de bajo voltaje y Ávila alimentó a partir de Habitación 1520, empresa con la que produjo diversos proyectos para cine y televisión y consolidó su capacidad de contar historias íntimas y sociales. ¿Títulos? Entre otros, La gotera (2003), Nietos: identidad y memoria (2004), Veo veo (2008), Infancia clandestina (2012, también protagonizada por Oreiro, estrenada en Cannes, precandidata por Argentina para los premios Oscar y vendida a más de 40 países), Ex ESMA: retratos de una recuperación (2015), Argentina 2001 (2022) y las miniseries de tevé Encerrados (2018) y Diciembre 2001 (2023).

-¿Qué busca con La mujer de la fila? -retomamos el sendero de su última película.
–Combinar lo íntimo con lo social, mostrar la experiencia de Andrea, su hijo y todas las mujeres de la fila. Nuestro objetivo es que el público que vaya al cine viva la historia como una experiencia humana real.
-¿Va al cine? ¿Qué es el cine para usted?
-Ahora menos que antes, pero sí. El cine resulta algo incomparable, imbatible: que se apaguen las luces y puedas aislarte de todo delante de un relato fílmico es algo que aún no se ha podido imitar.
-¿Y qué son entonces las plataformas? Porque luego de pasar por las salas, La mujer… pasará a Netflix…
-La única manera de poder hacer una película como la quiere hacer la uno. Argentina tiene una ley del cine muy actual (Nota de la Redacción: la 17.741, sancionada en 1968, y sus modificaciones posteriores, incluyendo la Ley 24.377 de 1994, que actualizó y modificó algunos aspectos de la original). La misma nos permitió ser unos de los países con más propuestas en los últimos años, al nivel de Francia, una potencia en la materia. Pero esa ley, aún vigente, hoy no se está cumpliendo.
Me pregunto: si los argentinos no contamos nuestras propias historias, ¡¿quién las va a contar?! ¿Alguien de afuera?¿Qué se van a llevar los espectadores?
-¿Qué espera deje La mujer de la fila en quienes la vean?
–Espero que genere conversación, provoque reflexión y nos recuerde que estas historias existen más allá de los prejuicios».
“NATALIA ES COMO UN HURACÁN AMIGABLE”

-¿Qué la hace a Oreiro tan especial para usted, como actriz y compañera de rodaje, Ávila?
-Trabajar con Natalia es intenso y estimulante -señala-. Ella nunca te deja de sorprende. Tiene una trayectoria sólida en cine y televisión, además de su carrera musical con discos y giras que le aportan ritmo y sensibilidad a cada rol. Ella no sólo interpreta, sino que construye proponiendo matices para sumar a la narrativa. Esa combinación hace que a su lado el rodaje sea un espacio creativo, vivo, donde cada escena se siente auténtica.
Este rodaje, afirma el realizador, abundó en momentos delicados. “Es que la vulnerabilidad de los personajes debía sentirse sin caer en el dramatismo”, manifiesta. «La confianza de conocernos con Natalia desde antes nos permitió ir mucho más lejos en el desafío. Ella aportó sugerencias, improvisó con delicadeza y respetó la intención de la dirección, logrando que cada emoción llegara directa al espectador. En síntesis -agrega-, entiendo que la película nos permitió mostrar la fuerza de estas mujeres de la fila”.

-¿Fuerza?… Lo que suele sobrarla a Natalia.
-Ella es como un huracán amigable que te envuelve de manera calma: potencia cada escena, cada emoción, y transforma la intuición en narrativa tangible. Un regalo para un director. Es una colaboración única: saca lo mejor de cada actor, de cada escena, y permite que la película hable por sí misma -cierra Benjamín, y sus ojos verdes vuelven a brillar.
Agradecemos a Raquel Flotta y a Carolina D’Andrea (RF Prensa & Comunicaciones)