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miércoles, febrero 5, 2025

Bernhard Schlink explora la reunificación alemana en ‘La nieta’

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Casi al mismo tiempo que La nieta, la última novela del alemán Bernhard Schlink, llegaba a las librerías argentinas, en diciembre, el presidente de su país, Frank-Walter Steinmeier, disolvía el Parlamento y convocaba elecciones anticipadas en Alemania para febrero de este año.

La coincidencia, imposible de premeditar, baña de actualidad a esta nueva ficción que Schlink talló, como buen orfebre, con algunas de las señas particulares del ADN esencial de varios su libros que interpelan la conciencia colectiva alemana: un secreto bien atesorado que resulta disruptivo en la historia contemporánea de Alemania.

Lo vimos en El lector, su novela de 1995 que se tradujo a más de 39 idiomas y que en 2008 Kate Winslet protagonizó en cine bajo la dirección de Stephen Daldry. Y ahora, en su última novela.

El escritor alemán Bernhard Schlink durante una entrevista con Clarín en 2024 Madrid España para la presentación de su novela La Nieta. Foto: Cézaro Luca.El escritor alemán Bernhard Schlink durante una entrevista con Clarín en 2024 Madrid España para la presentación de su novela La Nieta. Foto: Cézaro Luca.

La nieta es la historia de una búsqueda y de un reencuentro. Emocional, de vínculos a estrenar y con los que hay que aprender a involucrarse, y de miradas sobre la historia reciente alemana -hecha carne en las vivencias de sus personajes- que interpelan a tender puentes con las nuevas generaciones y las ideologías extremas.

El hallazgo de un manuscrito le revelará a Kaspar secretos de su esposa, la joven de Alemania del Este de la que se enamoró en aquel encuentro de estudiantes de mediados de los años ’60 en el que se mezclaban cuerpos y almas de aquellas dos Alemanias que permanecían separadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Kaspar, un librero de la Alemania Federal, no sólo conocerá cómo Birgit, su mujer, vivió sus días en una Alemania que no era la propia, sino que descubrirá un episodio de la vida de su esposa desconocido para él: antes de cruzar al otro lado para unirse a él, Birgit había dado a luz a una beba, Svenja.

El recorrido de Kaspar hasta dar con Svenja –hoy mamá, a su vez, de Sigrun, una adolescente crecida en un ambiente ultranacionalista– se traducirá en un tratado acerca de las confrontaciones aún palpables que dejó la reunificación alemana y una realidad incontrastable: el crecimiento de la ultraderecha.

“Siempre quise escribir sobre alguien que, después de la muerte de su pareja, encuentra un manuscrito y que de esa forma se le abre un secreto que entonces no conocía”, contó Schlink a Clarín en Madrid, cuando pasó por España para presentar La nieta.

“Por otra parte, los problemas de la reunificación me han interesado mucho –agregó–. Y el fortalecimiento de la extrema derecha en la antigua Alemania del Este, especialmente después de la reunificación. También lo he vivido en primera persona todo eso.”

Schlink, que en julio cumplirá 81, dio detalles: “En el año ’64, como estudiante, quería descubrir también el Berlín del Este. Quería conocer toda Alemania, no sólo la Occidental, que ya conocía por mis orígenes. En este encuentro de Pentecostés de la juventud alemana, como está mencionado en el libro, conocí a una chica de la que me hice amigo. La ayudé a pasar al Oeste, pero ella no dejó a ningún hijo allí, como sucede en la novela”.

–El encuentro entre Kaspar y Sigrun, esa nieta tan desconocida como inesperada, plantea un cruce ideológico, social e intergeneracional sobre el nazismo y el nacionalismo alemán, entre otros temas. ¿Cuán actual es ese debate en la sociedad alemana?

–Efectivamente tenemos estos debates. Me interesaba mencionar, sobre todo, hasta qué punto salió bien o no la reunificación. Hasta qué punto realmente las dos Alemanias han crecido juntas, hasta juntarse o no, y qué podríamos hacer para que en el futuro ese proceso se intensifique y llegue a buen puerto. Otro debate presente en la Alemania actual es el de la extrema derecha.

–¿Cómo lo afrontan los alemanes?

–La extrema derecha está cobrando cada vez más fuerza y el debate es cómo hablar con ella o solamente sobre ella. Hasta qué punto se puede hablar o no con ella. ¿Debemos erigir o no un muro que nos separe, que la mantenga afuera? Este es otro gran debate que tenemos actualmente. Y hay un tercer debate que es el intergeneracional. Tenemos hoy, en Alemania, una generación joven que es muy distinta de la de sus mayores.

–¿En qué se diferencia?

–Es una generación a la que le importa mucho más su identidad, la búsqueda de su identidad, los sentimientos, saber quiénes son realmente. Y esta mentalidad de muchos jóvenes los lleva a no participar en el sistema político establecido, a no formar parte de la vida política de los partidos que ya existen sino a buscar sus propios movimientos. Esta gran parte de la juventud tiene una cultura política propia y la gran pregunta es cómo los mayores podemos hablar con ellos y también, por su parte, cómo los jóvenes pueden buscar la relación con la generación de mayor edad.

El escritor alemán Bernhard Schlink durante una entrevista con Clarín en 2024 Madrid España para la presentación de su novela La Nieta. Foto: Cézaro Luca.El escritor alemán Bernhard Schlink durante una entrevista con Clarín en 2024 Madrid España para la presentación de su novela La Nieta. Foto: Cézaro Luca.

–Respecto de esta relación entre generaciones, ¿cuánto hay de autocrítica en su novela? En el libro, la nieta, Sirgun, de algún modo le recrimina a Kaspar no haber hecho lo suficiente para “rescatarla” de la crianza ultra de su familia de origen…

–Efectivamente, nuestra generación no hizo lo suficiente. En el año 1989 el cambio fue rapidísimo. De un día para otro cayó el muro y de repente los jóvenes de la antigua Alemania del Este (RDA) se encontraron, hasta cierto punto, desvalidos. Hay que tener en cuenta que en la RDA tenía mucha fuerza la rama juvenil. La juventud del Partido Comunista era una organización juvenil de masas. Armaba campamentos, vacaciones, todo tipo de actividades y conseguía llenar el tiempo y darles un motivo a los jóvenes. Al desaparecer eso, muchos jóvenes se vieron solos, abandonados a sí mismos. Y las personas del Oeste, quizá, no hayamos sabido proponerles lo suficiente como para llenar ese vacío. Ese vacío surgido por la desaparición del mundo vital y mental del anterior régimen ha sido ocupado, en parte, por la extrema derecha.

–Hay una frase con la que Kaspar define a su mujer y que tal vez se podría trasladar a todos los personajes de la novela. “No encontró su lugar en el mundo”, dice Kaspar cuando descubre el manuscrito de Birgit. ¿Podríamos aplicar esta afirmación a cada uno de los personajes? Y usted, como escritor, ¿encontró su lugar en el mundo?

–A la pregunta personal, la respuesta es sí, yo he encontrado mi lugar en el mundo. Y volviendo a Birgit, efectivamente le sucede, como a otras muchas personas que han tenido que vivir parte de su vida en el Este y parte en el Oeste, especialmente cuando han pasado sus años formativos en el Este y luego han ido al Oeste: han encontrado en sus vidas una grieta, una rotura. Sus vidas se han roto en ese pasaje. Porque son realmente dos mundos muy distintos. En el Oeste se sienten rechazados, sienten que no es su lugar, pero tampoco pueden volver ya al Este, que es donde se formaron. Entonces surge esta ruptura. Pero creo que éste es un destino que han tenido que sufrir no solamente los alemanes a causa de la separación de las dos Alemanias, sino que es un destino común a todos los emigrantes en el mundo, a todos los exiliados.

–Cuando Kaspar y su nieta debaten sobre el Holocausto, Kaspar le confiesa: “Nos toca convivir con el Holocausto”. ¿Es así cómo se siente en Alemania hoy?

–La relación con el Holocausto es, desde luego, un gran tema en Alemania, pero me gustaría subrayar que es una realidad cambiante y que cambia de generación en generación. Las generaciones van pasando y no todas se relacionan de la misma manera con el Holocausto.

–¿De qué modo lo hacen?

–Muy poca gente aun viva lo ha vivido personalmente y es más bien algo sobre lo que se lee o se ven películas. Muchas personas ya no conocen a nadie que lo haya vivido porque han muerto sus abuelos o sus bisabuelos. Y eso va cambiando la relación con el Holocausto. En Alemania hay un trasfondo migratorio por el cual gran número de jóvenes, aun habiendo nacido en Alemania, son hijos o nietos de inmigrantes. ¿Qué le puede decir a un joven que procede de Ucrania el Holocausto? Un gran tema hoy día en Alemania es cómo seguir manteniendo la memoria del Holocausto de una forma correcta porque, forzosamente, va cambiando.

–En las discusiones acaloradas entre abuelo y nieta, la novela está atravesada además por la idea que Kaspar quiere transmitirle a Sigrun según la cual es legítimo cambiar de parecer y eso no implica traición ni el fin del mundo. ¿Cómo evitar que suene a adoctrinamiento?

–Creo que este cambiar de idea debe llevar a abrir mundos. El objetivo de Kaspar ante Sigrun es abrirle el mundo. El se da cuenta de que hay un mundo que Sigrun no conoce y quiere abrírselo, ponérselo a su alcance. Esto se lo puede, digamos, poner a tiro pero los pasos los tiene que dar ella. De ningún modo serviría de nada presionar, empujar, molestar para que se diesen esos pasos.

–¿Nota algunos matices o diferencias en cómo la novela fue recibida en Alemania y en otros países?

–En los diferentes países la novela da qué pensar acerca de cómo relacionarse con la extrema derecha, que en cada país tiene su especificidad. Por ejemplo, he comprobado que en Francia, la lectura de La nieta se pone en relación a cómo tratar a (Marine) Le Pen y a la extrema derecha francesa. En Italia también, a raíz de la novela, la gente piensa cómo debería ser el trato con Giorgia Meloni y con los jóvenes fascistas italianos. Sí me gustaría subrayar una diferencia bastante notable en Alemania, donde se me ha reprochado que Kaspar, con quien se me identifica, sea tan paciente con Sigrun. Me recriminan cómo la deja hablar tanto, cómo no la para, por qué le da la oportunidad de expresarse sin cortarla. Eso, fuera, nadie me lo ha reprochado pero en Alemania sí.

El escritor alemán Bernhard Schlink durante una entrevista con Clarín en 2024 Madrid España para la presentación de su novela La Nieta. Foto: Cézaro Luca.El escritor alemán Bernhard Schlink durante una entrevista con Clarín en 2024 Madrid España para la presentación de su novela La Nieta. Foto: Cézaro Luca.

–Y ¿cuál fue su respuesta a ese reproche?

–Mi respuesta es doble. Por un lado, tenemos que hablar con la extrema derecha. Eso no quiere decir que abandonemos nuestras posiciones. Y, en segundo lugar pero muy importante, Sigrun es una niña. Hay que hablar con todo el mundo y especialmente con los niños, con los más jóvenes.

La nieta, de Bernhard Schlink (Anagrama).

Redacción

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