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Marcelo Gioscia Civitate | Montevideo
@|La inconsulta como apresurada decisión de cerrar al público la Biblioteca Nacional, justamente el día de su nuevo aniversario, causó un rechazo general y a la vez sorpresa.
Sin darse a conocer informes técnicos que avalen lo resuelto, ni menos el aviso previo a jefes ni a funcionarios de la institución, sumado a lo indeterminado de la medida dejó al descubierto, por lo menos, una improvisación ciertamente alarmante.
Deberían haberse cuidado las formas, así como determinado el alcance de la medida adoptada; lo que no se hizo.
Una institución como ésta, de las más antiguas de nuestro país, que a lo largo de más de doscientos años de existencia ha sabido mantener sus puertas abiertas, no sólo a investigadores sino al público en general, merece una consideración y tratamiento especial. Tampoco se comprende que habiendo sido informadas las nuevas autoridades de la situación en que se encontraba la Biblioteca Nacional en el mes de febrero -antes de asumir el actual gobierno- se elija justamente (vaya paradoja) el Día del Libro para comunicar este cierre.
Las reacciones no se hicieron esperar, y el Ministro de Educación habrá de dar las explicaciones del caso ante los parlamentarios que lo han convocado.
A estar por las declaraciones de su anterior director, no se justifica lo resuelto, pues pese a las carencias, la Biblioteca ha seguido funcionando sin que haya habido peligro alguno para los usuarios por problemas de estructura edilicia y las colecciones se han sabido mantener. Incluso, se hicieron las previsiones presupuestales para todo el presente año 2025. A nadie escapa la necesidad de seguir dotando a esta noble repartición pública de implementos técnicos acordes con los tiempos que vivimos, ni que es menester contar con más funcionarios y cubrir las vacantes existentes para cumplir eficazmente con las tareas que se les asignen –muchas de ellas especializadas- en un entorno que brinde las mejores condiciones para los usuarios, así como para la conservación de las colecciones y materiales bibliográficos de valor inestimable.
Todo ello por cierto, debidamente evaluado, programado y presupuestado; pero de esto, a un cierre intempestivo como el resuelto y peor aún, de duración indeterminada…, hay un gran paso. Es una medida que debería revertirse, y reconocerse con humildad el desacierto cometido, que no ha conformado al mayor número.
Si lo que se pretendió fue concretar un llamado de alerta, seguramente se logró, pues el tema que motiva nuestra opinión ha sido mencionado y tratado en todos los medios.
Aguardemos el normal desarrollo de los acontecimientos por los carriles que por Derecho correspondan, para que se asuman responsabilidades y esta tan inesperada -como a nuestro entender- improvisada resolución resulte, a la postre, corregida en beneficio de los usuarios y de la mejor tradición cultural de nuestro país.
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